El misterio de los fuegos



Estábamos muy preocupados con el asunto de los fuegos.
Comenzaron ardiendo montones de heno, pero luego siguieron cobertizos, pajares, coches y ahora un hórreo.
Mucha gente en el pueblo estaban seguros de que era el chico de los gitanos y todo porque una vez roció con gasolina y prendió fuego al perro del alcalde, que lo había mordido; el perro, no el alcalde. Aunque si el perro mordía era porque el amo lo había enseñado a ello ( cuando un perro te muerde es como si lo hiciera el amo).
La guardia civil lo llevó al cuartel y lo interrogó en presencia del patriarca del clan. Llegaron a la conclusión de que el chico nada tenía que ver con los fuegos.
No obstante, el pueblo casi entero pensó lo contrario y les hicieron la vida imposible hasta lograr echarlos, la noche en la que ardió la cuadra de la tía Cilicia. Todo el personal masculino y alguna fémina exaltada fueron derechos a la casa de los Heredia provistos de gasolina y lo que es peor : de escopetas. Menos mal que la casa estaba muy en las afueras y dio tiempo a que llegara la guardia civil, avisada por mi.

La siguiente noche (los fuegos ocurrían siempre de noche), todo el mundo se relajó. Mal hecho porque esa noche ardió una casa por primera vez.
Han sido los Heredia.
Pero como van a ser si se han ido.
Alguno volvió por la noche. Hicimos mal en descuidarnos.

La siguiente noche, hubo guardia en los dos accesos al pueblo. Ardió un pajar. A la otra, todos los vecinos mas la guardia civil, rodearon el pueblo en círculo. Era imposible que pasara nadie. Ardió una cabaña y un tractor.
El pirómano estaba dentro.
Un retén de bomberos venia en cuanto anochecía, para ganar tiempo, y esperaba preparado a que se iniciara un fuego.



Varios meses atrás, estaba yo asomada al balcón, cuando vi una cosa que me sorprendió: una lagartija, tranquilamente al sol, con una alas membranosas desplegadas, tan grandes como las de un murciélago. En vez de hacerle una foto desde el balcón, me pudo mas la curiosidad y bajé corriendo para verla de cerca. Ni que decir tiene que en cuanto me vio, porque giró hacia mi la cabeza y me miró, plegó las alas y se metió en el primer agujero que encontró. Nunca mas la volví a ver. Pensé avisar al SEPRONA, pero sin una foto era imposible que me creyeran. Busqué en Internet a ver si en algún lugar del mundo existía una especie de lagartija con alas. Hoy en día la gente compra animales exóticos y luego los suelta por ahí, cuando se cansa de ellos. No encontré ninguna. ESTOY SEGURA DE HABERLA VISTO.
Eran las doce del mediodía.
Estaba bien despierta.



La guardia civil, pidió ayuda a la policía nacional. Siguieron los fuegos. Vino el CSIC. Lo mismo. Por último vino el ejército.

La noche del día que vinieron los del CSIC, estaba yo de guardia en mi casa ( en cada casa había siempre alguien de guardia, con un extintor y una manguera conectada a la toma de agua), sentada en el patio, cuando vi un pájaro enorme, mucho mayor que una lechuza, mayor incluso, que una gaviota. Apareció por detrás de la casa, sobrevoló el tejado y al pasar por encima de la farola del alumbrado público, noté con muchísimo asombro que era una lagartija enorme con unas alas membranosas, exactamente igual que la que había visto pequeña unos meses atrás. Pero hubo mas: unos metros mas allá, lanzó una llamarada por la boca alcanzando a un laurel, que aunque verde, ardió como yesca. Salí corriendo a avisar, y nada mas dejar mi casa, me tropecé con uno de los hombres de negro, que me tapó la boca, para que me callara y me metió para dentro a empujones.
Una vez dentro, me explicó con mejores modos, que no debía decir nada para que no cundiera el pánico.
Pero el pánico hacía ya tiempo que había cundido y bastante.
No pareció extrañarse del asunto de la lagartija y no me dijo eso de “esta usted loca como va a ser una lagartija volando y echando fuego por la boca”. Por lo que deduje que ya sabían de sobra que era lo que producía los fuegos y que alguien mas, incluso ellos, había visto el dragón o los dragones.

Al día siguiente, llegó el ejercito, rodeó el pueblo y ninguno de nosotros pudo volver a salir de casa.
Literalmente.
Ni siquiera para hablar con el vecino. Ni a trabajar, ni a comprar, ni los niños al colegio. Teníamos que hacer una lista de lo que necesitábamos y ellos nos lo traían a casa. Si alguno se ponía enfermo un médico militar lo atendía. Si había que internar a alguien unas mujeres soldado, en turnos de doce horas, permanecían a su lado en el hospital.

Hicieron batidas. Registraron el monte árbol a árbol. Nada.
Miraron en todas las cuevas que había en el pueblo y alrededores, que eran decenas. No encontraron nada.
Buscaron en las alcantarillas.
Trajeron buzos para rastrear el río, desde mas arriba del pueblo hasta la desembocadura. Inútil.
Entraron en la vieja mina abandonada, en los túneles del ferrocarril ya en desuso.
Miraron hasta en las trincheras de la guerra. Ni rastro.
Suprimieron el tráfico aéreo, porque el aeropuerto esta muy cerca .
Situaron alrededor del pueblo varios helicópteros. Alguno acabó ardiendo, también.
Se decía que en el aeropuerto esperaban varios caza preparados para entrar en acción …¡contra lagartijas aladas e incendiarias!.

Por último, nos sacaron de noche en autobuses, con las persianas bajadas y custodiados por militares armados y nos trajeron , después de un viaje larguísimo, a este cuartel militar en medio de la nada. Aquí vivimos en barracones: los hombres en un sitio y las mujeres y los niños en otro.
También trajeron a los bomberos del retén con sus familias.
Y a los Heredia.
Nos quitaron los móviles. No tenemos televisión, ni radio, ni prensa. Una vez por semana nos ponen una película.
Bastante malas, por cierto.

Nos preguntamos si seremos los únicos que vieron los dragones o si habrá mas casos.

Tienen una oficina con ordenador. Por las noches hay dos guardias de vigilancia. Esta noche a uno le dio un infarto.
Aprovechando el revuelo lo decidimos sobre la marcha.
Una vecina muy sexy distrajo al otro ( aquí estamos todos a palo seco ) y entre tanto yo le puse dos orfidales, de los que nos dan para dormir, en la cerveza. Mientras está roncando, estoy colgando esto en la red, por si alguien en alguna parte, ve como yo, una lagartija con alas.

POR FAVOR HAZLE UNA FOTO Y CUÉLGALA EN LA RED.
No lo dudes, si no quieres acabar como nosotros: en un campo de concentración.

5 comentarios:

Joaquin dijo...

Si veo alguna pienso hacer una foto, no te preocupes.

Ana Garcia dijo...

Me gustan tus cuentos tienes mucha imaginacion tia. yo siempre tuve mania a las lagartijas

Maria Jose Mallo dijo...

Gracias a los dos por leer mis cuentos.

A mi las lagartijas me gustan mucho. Me parecen inquietas e indefensas. Me inspiran tenura porque son como dragones venidos a menos...

Un saludo para cada uno.

Antonio Abad Diaz Ortega dijo...

No os dejeis engañar por su pequeño tamaño, son unas autenticas supervivientes.
Imagino que conocereis que pueden regenerar miembros perdidos, cuando se ven muy acosadas se desprenden la cola que queda moviendose y asi distraen al depredador que las amenaza y pueden huir.
Es una capacidad muy especial en el reino animal.

Saludos.

Maria Jose Mallo dijo...

Por eso las considero venidas a menos, porque conservan esas capacidades que nadie mas en el reino animal tenemos. Quien sabe lo que fueron en épocas pasadas.Porque ellas están ahi desde siempre.

Ahora son tiernas e inofensivas, pero también un poco inquietantes.

Por cierto, Antonio. Sigue con lo de Riotinto. Es que tienes la suerte de ser de una zona peculiar,diferente por muchas razones y por lo mismo muy interesante, no sólo para mi, ya ves el éxito que tienes.Además cuentas bien las cosas. Tienes esa capacidad.
Abrazo. Maria José.