La Granja, capítulo III


Era físicamente atractivo. Bastante alto, rubio, con los ojos verdes y las facciones delicadas, un poco femeninas, lo que había provocado que en el colegio alguna vez le hubieran llamado “marica”. Era tímido y tenía ese aspecto desvalido que gusta tanto a las mujeres. Sin embargo, nunca había tenido novia.

A la asistente social una treintañera pelirroja, bastante exuberante, le gustó en cuanto le puso la vista encima.
__Hay que ver que cosa mas mona. Con esa carita de no haber roto un plato…

No le resultó difícil llevárselo al huerto. El se dejó seducir encantado. No había tenido novia, pero si relaciones intimas, naturalmente. Un conocido le llevó de putas en un permiso en la mili.
Años atrás, cuando estaba en el instituto, algunos compañeros tenían planeado estrenarse en el viaje de estudios. El no se atrevió, lo que corroboró la fama de homosexual que le habían adjudicado sin ningún fundamento.
Las mujeres que traía su padre a casa, siempre le habían dado miedo. Le parecían locas, tan pintadas y con la ropa tan ceñida, como si no fueran capaces de aprenderse su propia talla y aquellos pelos estropajosos de colores imposibles. En su imaginación, las veía como criaturas amorfas provenientes de otros mundos, que habían sido transportadas a este y abandonadas en medio del monte; allí las recogía su padre, y ellas aprovechaban la oportunidad adquiriendo aspecto femenino a toda prisa. El resultado no podía ser mas desafortunado. Eran como caricaturas grotescas.
Además, se oían en la habitación unos ruidos muy extraños, como gruñidos de animales. Alguna vez que se paró a escuchar en el pasillo, salió corriendo aterrado y se metió debajo de la cama. Sonaba lo mismo que el cerdo cuando lo arrastraban desde la pocilga para matarlo.
__¿Son extraterrestres, Luisa?
__Son putas.
__¿Las ha traído una nave?
__La guerra en Europa fue quien las trajo.
__¿Que es la guerra?
__Un monstruo que destruye todo lo que encuentra a su paso y transforma a las personas en monstruos también.
Desde entonces, siempre asoció la palabra puta con lo paranormal. “Ir de putas” era para él como atravesar una puerta hacia otra dimensión. No sabías que podría salir a recibirte.
Por eso, le costó decidirse. Sin embargo, pese a sus recelos, todo salió bien. La chica que le correspondió era jovencita, incluso guapa, estaba limpia y no tenía cara de loca. Tampoco hacía aquellos ruidos tan desagradables. Todo lo contrario. Así que, repitió todas las veces que tuvo ocasión, olvidando para siempre la connotación mitad asco y mitad miedo, que había tenido para él el oficio de esas mujeres a las que siguió frecuentando a partir de ese día. Le parecía lo natural. En realidad, era lo que había visto siempre y nunca se detuvo a pensar si estaba bien o no.
De sus tiempos de mili, conservó también la costumbre de hacer pesas y gimnasia. Estaba hecho un autentico cachas. Era pura fibra.

Marta, la pelirroja, lo llevo a una casita que tenía en el campo.
Tuvo una sorpresa con él.
__Vaya, vaya, pero que viciosillo. Si los mosquitas muertas sois los peores…
Según Marta, tenían una relación abierta, aunque sería mas exacto decir que ella y su marido tenían una relación abierta. El no se veía con nadie mas, ni se le había pasado por la cabeza. Tampoco había vuelto a acudir a ningún club. Compartía a Marta con total naturalidad y sin ningún atisbo de celos ni cosa parecida…. solamente se acostaba con ella; no sentía amor, ni un poco de afecto siquiera. Lo que hiciera luego le traía sin cuidado.
Mas de una vez, Jesús, el marido los vio irse juntos.
__Tu marido nos está mirando…
__Tranquilo, piensa que eres homosexual.

Su vida entre Marta y el trabajo era totalmente plácida. Sin embargo algo comenzó a enturbiar su tranquilidad. Cuando unos años antes, se fue al servicio militar, su jefe contrató otro ayudante temporalmente. Pero el recién llegado era un chico listo y vio la oportunidad. Conquistó a la hija del jefe, que tenía entonces diecisiete años y la embarazó para mas seguridad. Los casaron rápidamente. Así que cuando Félix regresó el yerno ocupaba su puesto de vendedor.
__Tú te ocuparás de la contabilidad y de hacer las compras, yo ya estoy mayor, iré delegando en ti. Juanito será el vendedor y yo le echaré una mano de vez en cuando. Tiene mucho que aprender.

Marta comenzó a la vez que él, a tener problemas en el trabajo. Ella con una compañera. Félix, porque el yerno del jefe era un trepa y un prepotente, que se esforzó en hacerle la vida primero difícil y luego imposible.
__Quéjate a don Antonio__le aconsejaba Marta.
Pero él no quería en modo alguno disgustar al hombre que había sido lo mas aproximado a un padre que tuvo jamás. Hacía ya un tiempo que había vuelto a soñar con el camino. Era señal de alarma inequívoca. Desde la boda, dejó por decisión propia, de comer en la casa y ahora, el marido de Teresita, insinuaba que podrían necesitar la buhardilla para cuando el hijo se fuera haciendo mayor y quisiera vivir su vida.
__Queda mucho tiempo todavía__decía la suegra, visiblemente aturdida por la falta de tacto de su yerno. Miraba a su hija buscando complicidad, pero ésta que nunca tuvo carácter, no osaba rechistar cuando hablaba el marido.

La pelirroja se lo propuso una noche después de hacer el amor, mientras permanecían abrazados como a ella le gustaba.
__Aquella compañera de la que te hablé, me esta machacando viva. No tengo ganas de seguir aguantando__ Se incorporó para sentarse en frente de Félix. __¿Sabes lo que he pensado?
__No__dijo mientras le oprimía un pecho con suavidad.
__Deja de hacerme eso__le dio un manotazo__. Tenemos que hablar en serio. Voy a explicarte lo que tengo planeado.
Se levanto y se puso una bata, para volver a sentarse en la cama.__ Escucha, en esta provincia la población mayor de setenta años es del sesenta por ciento. ¿Te das cuenta de lo que eso significa?
__¿Que hay pocos jóvenes?
__Jaa, muy gracioso. Esta gente mayor necesita cuidados, no todas las familias pueden hacerse cargo y no hay suficientes geriátricos, por lo cual se esta comenzando a utilizar la asistencia en el propio domicilio. Pero, ¿qué sucede?
Félix negó con la cabeza
__¡Hombres, siempre tan poco prácticos!. Pues, que no hay gente preparada. Ahí entramos nosotros.
__¿Nosotros?
__Si, tu, yo y mi amiga Lourdes. Voy a pedir la excedencia y crear una empresa de asistencia a domicilio. Atenderemos abuelitos en sus casas. La empresa no necesita apenas infraestructura. Con un oficina pequeña es suficiente. Yo recibiré los encargos y distribuiré al personal según las necesidades. Lourdes es enfermera, se ocuparía de los casos que necesiten gente diplomada. Algunos los atendería ella y si tenemos varios a la vez echaríamos mano de otra gente que ya tenemos contactada. Tu tendrás que hacer un cursillo de auxiliar de geriatría para cubrir el expediente.
__Oye, espera, espera, yo no hago mas cursos…
__Es muy simple. Sólo son unas 60 horas. Aprendes lo básico: vigilancia de constantes vitales, higiene del paciente, movilización, cosas así. Necesitaremos algún hombre para
casos de abuelos que haya que mover…¿comprendes?
__Si lo comprendo, pero yo no puedo pedir excedencia. En mi caso sería dejar un trabajo fijo por una aventura.
__Claro que puedes pedir la excedencia. Aunque sólo sea un año. Después ya veremos. Lo hemos estudiado y creo que haremos negocio.
__Además, yo pierdo mi casa si dejo la mueblería…
__La pierdes igual. ¿No te anda insinuando la marcha el yernísimo? Te dejo para vivir el apartamento de mi madre. Se ha muerto la inquilina. No te cobro renta, pagas los gastos y ya..
__¿Oye, a Jesús no le mosquea nuestra amistad?
__No, ya te dije que cree….
__Vale, no me lo repitas. Pensaré lo que me has propuesto, pero no se….

Los acontecimientos se precipitaron. El marido de Marta falleció de modo imprevisible en un accidente de circulación. Un hombre se desvaneció al volante de su coche y éste, sin rumbo, invadió el carril contrario. Jesús lo vio, pero no pudo evitar la colisión. Fallecieron los dos en el acto y hubo otros tres heridos mas, de varios coches que se vieron implicados.
Fue un mazazo. Marta quería mucho a su marido. Buscaba en otros hombres mejorar su vida sexual, pero el amor por Jesús era indiscutible.
Unos días después del entierro, Félix la visitó en su casa. Se sentía totalmente desamparada, no sabía estar sola. Le pidió que se viniera a vivir con ella. A él le pareció demasiado pronto. Además no le apetecía convivir con una mujer. Acostarse era una cosa pero vivir juntos…Acordaron que se mudara al apartamento de la madre, que estaba en el mismo edificio. Así podrían pasar juntos las noches, sin dar lugar a murmuraciones.
Poco a poco, Marta le convenció para que trabajara con ella.
__Tengo algo perfecto para ti. Un anciano al que hay que asear, afeitar, mover de la cama a la silla de ruedas y sacar a pasear un rato. Darle las comidas y a la noche volver a meterlo en la cama. Para esa hora, ya está su hijo en casa. Te pagaré bastante mas de lo que ganas en la mueblería.
Aceptó. La vida con la que fuera su nueva familia, era cada vez mas difícil y no sólo para él. Don Antonio y su mujer sufrían también con la hostilidad que su yerno le demostraba. Así que una mañana se armó de valor y se lo dijo al jefe. Este sintió algo entre sorpresa y alivio. No obstante, quería mucho a Félix. Se interesó de verdad por su nuevo trabajo.
__Si las cosas no te van bien, puedes volver. Siempre habrá un puesto aquí para ti.
Félix sabía de sobra que no era cierto. El yerno era quien decidía. Se asombraba de la habilidad que tienen algunas personas para manipular a los demás. Pero se lo agradeció de todos modos.

Su primer paciente fue un hombre de 75 años que había sufrido un ictus. Su trabajo consistía en asearle en la cama, hacerle unos ejercicios básicos de rehabilitación para evitar la pérdida de masa muscular y sentarlo en la silla de ruedas. Si hacía bueno lo llevaba a dar un paseo y tomar un poco el sol a un parque cercano. Cuando llovía se quedaban en casa. El viejo hablaba con cierta dificultad, pero se le entendía; era un buen conversador y le refería historias de su juventud, principalmente de cuando hizo la guerra. Félix le escuchaba con gusto. La casa era confortable y el hombre se quedaba dormido después de comer durante varias horas. El trabajo era absolutamente llevadero. Había una mujer que hacía la limpieza y la comida y se iba a la tarde dejando la cena para los tres preparada. Para entonces ya había regresado su hijo.
Félix le ayudaba a comer. El hombre tenía la parte derecha medio paralizada y con la izquierda no se arreglaba bien, sobre todo para utilizar la cuchara. La cena se la daba el hijo. Este insistió en que Félix cenara también en la casa. Antes, acostaban al viejo. Hacían una sobremesa corta, porque el joven tenía que madrugar y luego, él regresaba a dormir a casa de Marta.
Hizo buenas migas con el hijo, casi de su misma edad. Sentía devoción por su viejo. Viudo desde joven había sido padre y madre para el muchacho. Aunque tuvo muchas oportunidades y todo el mundo se lo aconsejaba, no quiso volver a casarse. No quería que ninguna mujer se ocupara del niño al que hubiera debido criar su verdadera madre; el destino o quien quiera que sea el que decide, se empeñó en llevársela, pero él seguía reservándole en la vida de ambos, el sitio que le pertenecía solamente a ella.

Estableció la comparativa con su familia. No lo pudo evitar. En esa época ya estaba seguro de que aquellos con los que vivió no fueron sus padres verdaderos. Por alguna circunstancia, que desconocía, se hicieron cargo de él, pero ni lo concibieron, ni lo parieron. En consecuencia, tampoco lo quisieron. Este razonamiento tan simple le bastaba para estar convencido a pies juntillas.
Cuando murió el padre, renunció a la herencia, por consejo de los abogados, ya que las deudas de su progenitor rebasaban con creces el monto de lo dejado. Sin embargo, con la excusa de recoger alguna pertenencia, regresó a la casa y la revolvió entera buscando alguna evidencia de su adopción que ya daba por segura. No encontró nada.
Hizo una pequeña investigación entre parientes y empleados de la finca, para que le corroboraran haber visto embarazada a su madre. Ninguno recordaba nada. “Aunque a tu madre todos la hemos visto poco”; en eso coincidían todos los testimonios.

Admiraba el amor mutuo que, en esta casa, se profesaban padre e hijo. Comprobaba con cierta envidia la devoción con la que el hombre hablaba de “su chico”. Le hubiera gustado vivir allí. Era algo que le ocurría desde niño. Cuando tenía que hacer alguna tarea con compañeros y regresaba ya anochecido, miraba las ventanas iluminadas de otras casas y veía a las familias poniendo la mesa o sentadas ante el televisor; le entraban ganas de subir, perderse entre ellos sin que lo vieran y quedarse allí para siempre. Si pudiera hacerse invisible jamás regresaría a la casa familiar y se iría a vivir con cualquiera de aquellas personas. Eso mismo sentía ahora; le gustaría permanecer en esta casa.
Estuvo con el anciano casi un año. Fue un tiempo feliz.
Una tarde, después de comer sufrió un infarto. Félix lo visitó a diario en el hospital, rezando para que no muriera. No le tenía cariño, solamente quería vivir en un hogar dichoso; estaba a gusto viendo armonía a su alrededor.
Cuando falleció, ya Marta le tenía preparado otro paciente.
No lo sabía, pero su vida iba a cambiar para siempre.

La Granja, Capítulo II

Fue una suerte que lo hubieran echado. Se sintió pronto a gusto en su nueva casa. La buhardilla era un poco baja de techo, pero luminosa y amplia. Además estaba limpia como una patena. Colocó su escasa ropa en el armario con luna de la habitación y las cuatro cajas de libros en la estantería de la salita. Ese era todo su equipaje, además de un montón de recuerdos desagradables.
No tenía que pagar alquiler y tanto la mujer de su jefe como éste, le cogieron pronto cariño y prácticamente, le obligaron a comer y a cenar con ellos.
__Es absurdo que te pongas a cocinar, si aquí hay comida para todos.
El aceptó solamente comer en la casa.
Eran un matrimonio mayor con una hija de doce años.
__Llegó cuando ya no la esperábamos__decía doña Gloria mirando embelesada a la niña.
Félix le cogió cariño a Teresita; fue como su hermana menor. La ayudaba con los deberes y le compraba golosinas. Ella lo adoraba. Se encontraba a gusto en la casa. Olía a comida, a ropa planchada y a suelos de madera fregados con lejía. El era uno mas. En esa época comenzó a sentir algo parecido a la felicidad.
Dejó de tener el sueño del camino y la mula y cuando soplaba el viento, ya no le temía.
Incluso comenzó a gustarle. Se arrebujaba bajo las confortables sábanas pensando:
__Aquí no hay fantasmas, ni puertas a otra dimensión que aprovechen la furia del cielo para abrirse.

Los muebleros como se les conocía en la ciudad, eran buena gente, se notaba enseguida. Su ahora jefe, don Antonio, era un hombre afable y sumamente educado. Conservaba cierta amistad con su padre, que Félix después de conocerle no comprendía muy bien. Años atrás, unos cuantos antes de nacer Teresita, habían sufrido una tragedia: Teresa la hermana menor de don Antonio había desaparecido sin dejar rastro. El entonces capitán de la guardia civil, se desvivió por encontrarla, haciendo venir incluso, efectivos de otros cuarteles. Rastrearon el municipio y la zona fronteriza a ambos lados, con la experta ayuda de algunos vecinos de caseríos diseminados por el campo. La búsqueda duró semanas. Se repartieron retratos por la comarca. La esposa del capitán acompañaba a diario a misa a doña Gloria, para implorar ayuda divina. Fue inútil.
__No se preocupe Antonio, el caso seguirá abierto hasta que demos con ella.
Jamás apareció. Pero, desde entonces era un hombre reverenciado en la casa. Cada año el día de Santa Teresa, acudía a comer al hogar de los muebleros, a pesar de residir en otra provincia, con su mujer y su hija.
A Félix no le cayó bien desde el principio. Quizá por que no le gustaban las autoridades o quizá porque el primer día, cuando su jefe les presentó:__Es el hijo de los Tamargo…__adivinó un gesto de burla en el rostro del capitán.
__Otro que piensa que soy marica.
Se inventó una excusa para no estar presente el día de la próxima visita
__Aprovecho para ver a mis viejos.
A don Antonio le extrañó, pero no insistió. Sin embargo no era del todo mentira. Teniendo en cuenta que debía ausentarse y como le sobraba dinero,( era de pocos gastos), se acercó a la casa familiar y le ofreció al padre algo de ayuda económica para que pudieran vivir con cierta dignidad. La madre no se asomó ni a saludar.
__¿Quien te ha pedido nada?__ contestó el viejo, que salió a recibirle apuntándole con un rifle__Vete por donde viniste. Ya te dije que no hacía falta que volvieras. Si apareces por aquí otra vez, te disparo sin mas. Diré que te confundí con un ladrón.
A pesar de todo, visitó la tienda en la que compraban provisiones, pagó la deuda que tenían acumulada y le dijo al tendero que les siguiera dando lo necesario.
__Yo pasaré cada mes a pagar.
A partir de ahí, nunca volvieron a verse.
Años después, un hombre que había trabajado mucho tiempo en la casa como pastor, se acercó cierto día a la mueblería a hablar con él.
__He pasado por la casa. Todo está en un estado lamentable, sucio y lleno de basura. Tu madre, según el viejo, no sale de la habitación. Hace años que nadie la ve. Deberías tomar cartas en el asunto…
Lo comentó con su nueva familia cuando regresó a casa. Gloria le aconsejó:
__Vete a la asistenta social del Ayuntamiento; le cuentas como son tus relaciones con ellos y que ella se haga cargo. Lo mejor sería trasladar a tu madre a una residencia y con tu padre, veremos lo que se puede hacer. Yo te acompañaré…

La asistencia social se ocupó del asunto. Como había predicho Gloria, a la madre la trasladaron a un geriátrico. Presentaba un estado lamentable. Estaba pálida, sucia y desnutrida. Parecía un cadáver desenterrado.
Al padre fue imposible hacerle abandonar la casa.
Félix ya había advertido de la hostilidad del viejo, así que, les acompañaron un par de agentes locales. Costó que dejara entrar a nadie en la vivienda. Cuando, después de venir la ambulancia a recoger a la vieja, se disponían a abandonar la finca, el hombre les despidió disparando al aire.
__Acabará mal__le dijo uno de los agentes a Félix, que esperaba en el coche.

Mientras vivió su madre, solamente unos meses, la visitó a menudo. Un día, ella le acarició la mano cuando la apoyó en su brazo para despedirse. Era la primera vez que lo acariciaba y la única.
__Demasiado tarde__pensó él. No obstante le rozó la mejilla de refilón mientras se iba.
No lo pudo ver, pero a ella se le cayeron las lágrimas.
Tiempo después de morir la madre, el tendero avisó a Félix.
__Tu padre hace mas de una semana que no aparece por aquí.
Cuando llegó la policía, lo encontraron muerto en el comedor. Caído de espaldas, sin rastro aparente de violencia.
__Posiblemente le dio un síncope. La autopsia lo dirá.
Efectivamente eso fue lo que dijo y que hacía siete días que había palmado. Unos cuantos antes, Félix había vuelto a tener el sueño.

La granja, capítulo I


El cuento tiene nueve capítulos que iré publicando el día jueves de cada semana.


Antes quiero agradecer a Viorel-Sánchez, ( http://liquydarte-blogcom.blogspot.com/), la generosidad de dejarme elegir entre sus cuadros y dibujos los que he creído convenientes para ilustrar el cuento. Asi he ganado en calidad.

Comentar que he comenzado a colaborar en la revista argentina "Mujeres y Protagonistas" que dirige Norma Jacomet. Os dejo la URL para que echéis un vistazo.



La familia-2008- Viorel
Desde que le asaltara la duda, tenia el mismo sueño: veía un largo y rectilíneo camino de tierra encajado entre dos hileras de árboles iguales . Aparecía primero, un trecho de senda a lo lejos, que se iba aproximando, como si se desenrollara un tapiz. Quienquiera que fuera el constructor de los sueños, estaba preparando el decorado. Luego, éste cobraba vida; los árboles se movían con la brisa y un bulto borroso aparecía en el fondo, avanzando. Poco a poco se iba dibujando hasta convertirse en un hombre conduciendo por el ramal a una mula cargada con dos fardos, uno a cada lado, que se balanceaban rítmicamente con el movimiento del animal.
Las primeras veces, una vez visualizados con claridad los figurantes, despertaba. Pero esta vez pudo ver algo mas: A medida que el hombre iba desapareciendo por la izquierda, como en una secuencia cinematográfica, la mula pasaba a ocupar el primer plano, antes de perderse también. Entonces comprobó que los fardos del animal llevaban algo que se movía, que se agitaba dentro. Despertó sudando con sobresalto, como cada vez que se repetía el sueño.
__Tienen que tener relación. Desde que empecé a sospechar, tengo esta misma visión. Algo quiere decir ese camino y ese hombre con la dichosa mula. Cada día estoy mas seguro.
Se levantó; total, ya no iba a poder dormir. Fue a la cocina y puso la cafetera. Mientras se hacía el café miró hacia fuera, igual que siempre. Era demasiado temprano y no había gente aún por la calle. Comenzaban a encenderse luces en las ventanas. Dentro de poco amanecería. Las nocturnas ráfagas de viento habían barrido las hojas del suelo. Los barrenderos sólo tenían que recogerlas en la esquina donde estaban amontonadas.
__No se quejarán, tienen el trabajo hecho.

No le gustaba el viento. Cuando vivía en la casa de sus padres los fuertes vientos del invierno le aterraban. Parecía que la casa, aunque sólida, iba a salir volando en cualquier momento. Además, siempre arreciaban por la noche. La luz se iba y cada aullido, cada golpe y cada crujido, se le antojaban fantasmas arrastrando cadenas que venían a buscarle aprovechando el fragor y la oscuridad. Sacudió la cabeza para alejar los recuerdos.
Hoy era el día en el que se iba para el campo. Marta no estaba para poder despedirse. Había tenido que ir por unos días a la capital para resolver papeleo. Se sentó y recostó la cabeza en la azulejada pared. No pudo evitar, tampoco puso interés en impedirlo, recordar lo que fue su vida y soñar lo que podía haber sido si hubiese nacido en otra familia. Últimamente lo hacía con mucha frecuencia. Su existencia no había sido feliz; pocas veces había sido feliz, o casi feliz, y esto era algo que con cuarenta años le parecía bastante injusto.

¿Por qué sus padres le habrían tenido tan poco cariño?. Nunca le hicieron caricias y no recordaba haber recibido un beso de su madre ni siquiera de niño. Como no lo conocía, no lo había echado de menos hasta que vio a otras mujeres esperar a sus hijos a la salida del colegio. Miraba con estupor como los niños corrían y se colgaban del cuello de las madres. A él nunca fue la suya a recogerlo; se iba a casa solo cada día. Todos los días.
Comenzó a sentirse diferente y totalmente desgraciado.
Cuando llovía, caminaba bajo los aleros y esperaba, guarecido bajo el último, que escampara para recorrer el trecho sin casas hasta la suya. Si no dejaba de llover, corría campo a través a toda la velocidad de que era capaz. Sin embargo, la lluvia lo dejaba remojado lo mismo que los barquitos de pan que echaba en el café para desayunar. Luisa, la vieja sirvienta, lo secaba con una toalla y le tenía las zapatillas calientes cerca del fogón. Cuando estaba enfermo, también era Luisa quien se ocupaba de cuidarlo. Los padres le demostraron siempre una indiferencia absoluta. Le echaban en cara su poca salud y que fuera un niño escuchimizado y tímido. Se avergonzaban de él sin disimulo.
Era verdad que no se parecía físicamente a ninguno de los dos, ambos corpulentos y rollizos, con una salud de hierro sobre todo el padre, en él que no hacían mella por lo menos en apariencia, los excesos de todo tipo con los que se hacía la vida mas llevadera.

Creció en la gran cocina de la casa, vigilado por la sirvienta. Allí comía, estudiaba, hacia los deberes y jugaba con los perros. Tenía pocos amigos, porque nadie quería niños por la casa. Luisa fue lo mas parecido a una madre que tuvo en la niñez. Cuando enfermó él fue quien se ocupó de cuidarla con apenas quince años. La madre no apareció ni siquiera por la pequeña y mal ventilada habitación que había sido, junto con la cocina, el espacio de la vieja durante cuarenta años. El le daba las gotas que le recetó el médico, le tomaba la fiebre y en las últimas noches, se quedó a velarla en la habitación hasta que murió. Sugirió a su madre trasladar a Luisa a otro cuarto mas amplio y ventilado. Había de sobra en la casa. Ella se escandalizó:
__¡ Como vamos a trasladar a la sirvienta a la planta de arriba donde estamos nosotros!. No sabes lo que dices. Eres un patán. No hemos hecho una guerra para estar todos revueltos. Cada clase social debe estar en su sitio. Métetelo en la cabeza.
Félix salió del salón pensando que entendería su madre por clase social. El viejo caserón y sus habitantes había perdido la suya, si es que alguna vez la tuvieron. Con los años, el abandono traducido en desconchones, falta de pintura, muebles rotos y cortinajes sucios y raídos, se había ido apoderando de la vivienda, que no era ni sombra de lo debió haber sido en otros tiempos. Los manteles estaban rotos y deshilachados. Los platos eran todos diferentes, descascarillados y cuarteados. La olla en la que cocinaban estaba negra y grasienta, a pesar de que él, cuando Luisa ya no podía ni sostenerla en las manos, la fregaba con frecuencia frotando con todas sus fuerzas.
Le extrañaba la limpieza de las viviendas de los otros niños, a las que acudía muy de tarde en tarde, cuando tenía que hacer con alguno las tareas del colegio. Fue en esa época cuando comenzó a sospechar y apareció el sueño.
El caserón era frío, solamente la cocina permanecía medianamente caldeada gracias a los fogones de leña, pero el resto sobre todo en los meses de invierno, era gélido como un iceberg. Le salían sabañones en las manos y los pies e incluso en las orejas; Al templar el tiempo le picaban tanto, que se hacía sangre al rascarse.
El agua se cansó de subir a los grifos del primer piso. A su madre se la llevaba Luisa caliente, para llenar la bañera, pero él se bañaba en un barreño en la cocina. Lo hizo durante toda su vida en la casa.
Entre los dos hacían que todo funcionara a medias, pero cuando faltó la criada, la mugre se instaló definitivamente en la casa y pese a los esfuerzos de Félix, creció y se expandió a sus anchas; le ganó la batalla con absoluta facilidad. La suciedad era obstinada como una acémila.
__Como la mula del sueño, cada noche igual, erre que erre.
Cuando se marchó, la mansión se convirtió en un enorme basurero, encerrado entre blasonadas paredes de sillares, donde dos personas disminuidas mentalmente disputaban cada día el sitio a la inmundicia.

A pesar de lo infeliz de su infancia, o quizá por ello, había sido un buen estudiante al que los profesores ponían como ejemplo. Sin embargo, su padre decidió que, una vez finalizada la enseñanza obligatoria, no siguiera estudiando. Tenía otros planes para él.
__Te irás a trabajar con el dueño de la mueblería. Necesita un ayudante. Después de salir del trabajo, estudiarás contabilidad. Precisará un contable cuando se jubile el que tienen. Tu jefe te dejará para vivir la buhardilla de su casa. Las clases las pagarás con tu sueldo. No hace falta que vuelvas por aquí. Ya hemos cumplido contigo.

Aunque se llevó una decepción, porque tenía deseos de ir a la Universidad, por otro lado, se sintió aliviado. Así perdería de vista a aquellos dos seres que solamente le habían odiado y se habían esforzado en hacérselo sentir cada día de su vida. ¡ Que diferentes del concepto que él tenía de unos padres!. No entendía por qué personas como aquellas formaban una familia, para luego destruirla. Tampoco le cabía en la
cabeza que, procediendo de gente acomodada y habiendo recibido una buena educación, se hubieran ido degradando de aquel modo.
__Fue la guerra__decía siempre Luisa.__La guerra cambió a tu padre.
Físicamente, no eran muy diferentes de los indigentes que se acercaban a veces a pedir limosna, con la ropa sucia, el pelo convertido en greñas y la uñas con roña. Moralmente, habían ido perdiendo cualquier resto de dignidad, aunque el sospechaba que nunca la habían tenido. Así el padre lo mismo estafaba a quien podía, que entraba en una finca y robaba lo que se le antojaba. Siempre gozó de impunidad, lo que sorprendía a Félix. Últimamente, jugaba, bebía y traía a casa cualquier mujer que encontraba por la calle dispuesta a acompañarlo y allí la instalaba hasta que ella se largaba con viento fresco, harta de pasar hambre y vivir entre basura, sin que a su madre pareciera importarle lo mas mínimo. Esta se había instalado prácticamente en su dormitorio y apenas salía de el.
El abandono de la hacienda corría paralelo al físico y moral. El patrimonio que habían juntado de las dos familias, se había ido agotando. Su padre dejó de cultivar las tierras, malvendió el ganado y cuando él se marchó las apreturas económicas eran mas que evidentes.

Peliculas favoritas

Hola a todos,

Mi amiga Nieves Ranz me invitó a participar en este juego y como soy de esa generación que creció en el cine, he aceptado encantada.

Tengo que reconocer que , en la mayoría de géneros, es casi imposible seleccionar un título solamente. Asi que he puesto la que mas me impactó en su momento. Ocurre también que a veces recuerdo el argumento, pero no el título.

Añadir una cosa mas: la moda de las palomitas en la sala, me ha pillado mayor, por eso no la comparto.



Mejor película de todos los tiempos: CASABLANCA

Mejor película de Acción: TRILOGÍA EL SEÑOR DE LOS ANILLOS

Mejor película de aventuras: LAS MINAS DEL REY SALOMON

Mejor película bélica: CARTAS DESDE IWO JIMA

Mejor película biográfica: EL CIELO PROTECTOR

Mejor película cómica: CON FALDAS Y A LO LOCO

Mejor película de ciencia ficción: ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE

Mejor película deportiva: CARROS DE FUEGO

Mejor película dramática: UN LUGAR EN EL SOL

Mejor película de Gángsters: EL PADRINO

Mejor película histórica: EL LEÓN EN INVIERNO

Mejor película independiente: AMELIE

Mejor película de juicios: EL CLIENTE

Mejor película musical: WEST SIDE STORY

Mejor película basada en un cómics o novela gráfica: 300

Mejor película basada en una obra de teatro: TODOS ERAN MIS HIJOS

Mejor película romántica : CUATRO BODAS Y UN FUNERAL

Mejor película de terror: THE FLY

Mejor película de Thriller: SEVEN

Mejor película de Western: LA DILIGENCIA

Mejor película animada: LA NOVIA CADÁVER



"Las minas del rey Salomón", mi versión favorita es la protagonizada por Stewart Granger y Deborah Kerr, no los remakes que vinieron después.

Para finalizar añadir que comparto la mayoría de los títulos seleccionados por Nieves.

Para verlos este es el enlace de su blog:

http://eltrolleydenieves.blogspot.com/


Si sois aficionados al cine, sugiero que hagáis la selección. Es un buen ejercicio de memoria cinematográfica.