La invasión



Por fin halló lo que buscaba. Un ático lo suficientemente elevado para sentirse a salvo. Con esa manía que les había entrado a los ayuntamientos de no autorizar alturas superiores a cuatro pisos, tenía dificultades para encontrar la vivienda adecuada. Los árboles que bordeaban las calles y los parques, servían de trampolín a todo tipo de insectos, que desde las ramas mas altas, volaban o saltaban según la habilidad que tuvieran, hasta los alféizares de sus ventanas.
Y ella no soportaba a los bichos.
Estaba cansada de decirlo por activa y por pasiva.
__Que no son fobias, ni manías; que son destructivos, que son mortíferos. La gente lo desconoce. Ya lo comprobaran algún día y espero que las consecuencias no sean tan apocalípticas como creo que serán.
Sabía muy bien que los dichosos bichos llevaban aquí desde el principio de los tiempos y mientras diferentes especies de humanos e incluso los dinosaurios se habían extinguido, esta raza de depredadores supo adaptarse, efectuando todas las mutaciones necesarias para sobrevivir en circunstancias que a otros seres vivos les resultarían letales de necesidad. Eran capaces, incluso, de permanecer milenios en estado de vida latente.
__Si serán listos.
Algún funcionario muy mal educado le había recomendado visitar al psiquiatra, cuando ella comenzó su cruzada anti-insectos por todos los consistorios de la zona, protestando porque no fumigaban y en su defecto, no construían con la suficiente altura que permitiera a los vecinos informados y avispados como ella ponerse a salvo de la intrusión de los odiados bichos venenosos y arteros.
Nunca le habían gustado, pero su aversión absoluta sobrevino cuando su marido, cazador de fieras en África, sucumbió victima de la picadura de un insecto raro contra el cual no hubo antídoto ni en el continente negro ni en éste. Según los expertos de la clínica suiza en la que murió era un ejemplar procedente del Paleozoico tardío que se consideraba extinguido, pero que había permanecido vivo en un ignoto valle tanzano. Lo que no consiguieron elefantes, rinocerontes ni leones lo logró una insignificante criatura de unas pulgadas de tamaño.
__De unas pulgadas, ¡narices!__decía a los médicos__era mayor que la palma de mi mano.
__Es imposible.
__Eso es lo que ustedes creen. Lo cierto es que esos bichos son muy listos. Son listísimos. Parece que ocupan un nicho ecológico en el cual su pequeño tamaño les es ventajoso. Pero, no se fíen, es una estrategia. Si ven la oportunidad crecen y crecen lo suficiente para acabar con todas las criaturas y quedar como reyes del mundo. Si lo sabré yo…

Una vez viuda y convencida al cien por cien de que su antipatía era absolutamente razonable y razonada, comenzó a salir a la calle enteramente cubierta. Con guantes, aunque fuera agosto y un salacot con una redecilla incorporada anudada en el cogote, que le tapaba el rostro. No le quedaba un resquicio. Le daba igual ser el hazme reír de los vecinos, que en los pueblos pequeños ya se sabe: infiernos grandes; ni que algún improvisado rapsoda, bastante redicho, le hubiera hecho una coplillas:

Doña Juana Vera Puerto
La enemiga del insecto
Se defiende del asedio
De los bichos que la cercan
Como ejército Templario,
Refugiada en su morada
Cual Jerusalén sitiada


Tuvo que cambiar de lugar de residencia y no por los ripios, sino porque los pisos no eran lo suficientemente altos. En otro pueblo costero, al que su alcalde quería convertir en el Benidorm del norte, pudo comprar ¡por fin!, la casa de sus sueños en el piso 22 de una torre sin terrazas, ni balcones. Solamente ventanas donde poder colocar su tela mosquitera. Allí se mudó con su salacot, su redecilla, sus guantes y el arsenal de caza heredado de su marido, bien provista además, de repelente de insectos.

La vida transcurrió bastante tranquila. Alguna mariposa atraída por la luz y poco mas.
Pero un nefasto día al levantar la persiana….
__¡Oh cielos!__
Los vio.
Estaban ahí. Habían mutado una vez mas y claro, nos habían invadido.
__Oh Dios mío…Dios mío.
Tuvo que sentarse porque le zumbaban los oídos y sentía que todo daba vueltas, lo mismo que si estuviera metida en la lavadora.
__ Se lo llevo diciendo por activa y por pasiva pero nadie me cree y ha sucedido. Ha sucedido Señor, Señor. Ahí están ¿ y ahora que?. Se habrán comido media ciudad.

Era cierto, en medio del parque había dos enormes escarabajos: uno totalmente negro, y el otro con el abdomen multicolor.
__Son las pinturas de guerra, como los indios.
Los bichos medirían por lo menos dos metros de alto. La zona estaba acordonada. Creyó ver algún policía.
__Están locos. No deben acercarse a ellos. ¡Ay Dios mío, que mala me he puesto!. Me va a dar algo. Hace años que lo vengo advirtiendo.
Sintió que le faltaba el resuello. Pensó que su fin estaba cerca. Entonces recordó algo.
__No me han creído, no me han querido creer. Virgen de las Picaduras, ruega por nosotros, Santa María de los Sarpullidos, ora pro nobis __Iba de habitación en habitación repitiendo la letanía, a la manera de un cura ahuyentando los malos espíritus.
Hacía un momento se había acordado, pero ahora no sabía que andaba buscando. Cuando ya casi estaba desfallecida cayó en la cuenta:
El rifle de caza de su marido.
__Espero que funcione. Lleva tanto tiempo guardado. Voy a poner remedio a esto, ya que nadie parece hacer nada.
Sobrevino un problema porque no podía abrir la ventana. Bajo ningún concepto. Ella veía dos bichos en el parque, pero sabe Dios cuantos mas habría y donde. Lo mismo sobre el tejado de la casa. Si así fuera, pronto éste se vendría abajo. No podría resistir el peso y si aterrizaban a pares como en el parque, mucho peor.
Posiblemente no tuviera ni tiempo suficiente. Por eso debía actuar ya. Cargó la munición.
Se separó un poco de la ventana por si la hería algún cristal. Lo peor era que en esa posición no veía el blanco .
Pensó un momento. Decidió abrir. Total, ya estaban ahí. Era cuestión de tiempo que sucumbiera la población, ella también, faltaría mas. Ella la primera.
Le sorprendía la pasividad de las autoridades. La ciudad debería estar tomada por el ejercito, los bomberos, protección civil, todos, deberían estar actuando todos. Porque, seguramente, los bichos habrían llegado al amanecer y a aquellas horas, si los gobernantes fueran como tenían que ser, ya no quedaría uno vivo.

Abrió por fin la ventana, sin quitar la tela mosquitera. Se aproximó a ella y calculó el ángulo. Retrocedió un poco, levantó el arma imitando la acción de cazar y desde la altura del hombro, sin apoyar, disparó. El proyectil pasó medio metro sobre la cabeza del insecto e impactó en una vidriera lateral de la parroquia de San Francisco. Un estruendo de cristales siguió al del disparo.
__Me alegro. Debería haberle dado al santo, por protector de bichos.
Se dispuso a utilizar el otro cartucho.
__Cuidado, cuidado alguien dispara. A cubierto, pónganse a cubierto__comenzó a gritar un policía local que estaba de servicio en la zona, tratando de evitar que nadie se acercara a las esculturas que habían colocado en el parque, porque estaban recién pintadas y ya unos artistas urbanos habían hecho por la noche, un graffiti sobre una de ellas.
__Pero donde nos ponemos, ¿Desde donde disparan?
En ese momento sonó otro tiro que, este si, se llevó por delante la antena derecha del coleóptero.
__Disparan desde la torre verde.

Doña Juana se había sentado un momento por dos motivos. Para cargar de nuevo el arma y para reponerse un poco, porque el efecto acción- reacción le había hecho tambalearse y le bailaban las piernas.
Olvidó donde había dejado la munición. Después de un rato, la vio sobre la mesa camilla.
Una vez repuestas el arma y ella, volvió a la carga. Le extrañó que el bicho no se hubiera movido del sitio. En el fondo esperaba que se hubiera largado. Es mas, antes de sentarse tuvo la precaución de cerrar la ventana y vigilaba de soslayo por si el susodicho arremetiera contra ella. Pero no, ni se había inmutado.
__Estará esperando a que vuelva a abrir y entonces me atacará. Es igual. Moriré por la causa. Al final tendrán que darme la razón y seré la mártir de la invasión.
Cuando sonó el tercer disparo ya la policía había tomado posiciones para ver desde donde provenían los tiros.
__Es el último piso. Alguien con salacot. Parece que hay un único tirador.
__Miren a ver quien vive en el ático.
Descubrieron con sorpresa que en el piso 22 de la torre verde vivía una anciana de 80 años, que mira por donde, odiaba a los bichos.
__¿Vive sola?
__Si señor, vive sola.
__¿No hay nadie con ella?.
__No señor. Bueno, no creo…
__¿De donde habrá sacado el rifle?__se preguntó el inspector para si, pero en voz alta.
__Su marido era cazador de leones en África.
El inspector procesó la información que había recopilado rápidamente y se hizo una composición de lugar.
La señora estaba obsesionada con los insectos. Su vida entera estaba encaminada a defenderse de ellos. Tenía un rifle y llevada de su manía había confundido las esculturas con insectos gigantes.
__Grandioso. Tenía que haber aceptado prejubilarme cuando me lo propusieron.Tráigame un megáfono.
En ese momento otro disparo seccionó la antena que le quedaba al escarabajo negro.

El inspector armado de paciencia, subió al último piso de la torre enfrentada a la verde. Era mas baja y el nivel terminaba en el 18.
__Señora, escuche, le habla la policía. Deje de disparar ¿me oye?, deje de disparar. Los insectos sólo son esculturas. No son de verdad ¿me escucha señora?.
Doña Juana le había oído perfectamente desde el principio. Pero ya había sacado sus conclusiones.
__Les han cambiado el cerebro. Sabe Dios con que artimaña están haciéndoles creer que son de mentira. Cuando se descuiden un ejército de bichos se habrá apoderado del mundo. ¡ Que ignorantes!
__Señora, vamos a subir a su casa. Por favor entregue el arma. Señora ¿me…
Un disparo rompió la cornisa por encima de la ventana donde se hallaba el inspector. Cuando cambiaba de blanco el primer tiro siempre iba un poco desviado, por suerte.
El siguiente destrozó el ventanal.

La viuda volvió a sentarse. Con cada disparo, las piernas le temblaban mas. Le llevó un buen rato recordar de nuevo, donde había puesto la munición.
El inspector se fijó en ello.
__Hay una larga pausa hasta los dos siguientes. Podemos actuar.
Avisó al GEO.
Mientras acudieron y tomaron posiciones, sonaron otros dos disparos. El primero, desviado, volvió a impactar en la iglesia de San Francisco en otra de las vidrieras. El segundo le dio entre los ojos al escarabajo de los graffitis.
__Va mejorando la puntería__comentó el inspector.

Hubo otro largo parón mientras doña Juana buscaba de nuevo los cartuchos. Los del GEO se dispusieron a subir hasta su piso. Cuando estaban casi arriba sonó otro tiro.
Desviado de nuevo, como en cada cambio, seccionó la copa de un cedro del parque; el siguiente hizo blanco en la cabeza, esta vez del escarabajo negro.
__¡Ahora!
Los hombres del GEO echaron abajo la puerta e irrumpieron en la vivienda como una horda de invasores en una aldea medieval. Se llevaron por delante la consola, rompieron el espejo, empujaron con tanta violencia la puerta del salón que los cristales se hicieron añicos, saltaron sobre el sofá, tiraron al suelo la mesa camilla…y encañonaron a doña Juana.
La pobre señora aun estaba sentada en el sillón. Cada vez las piernas le flaqueaban mas y tenía mayores dificultades para encontrar la dichosa munición que, juguetona, cambiaba de sitio continuamente.
__Quieta, quieta.__(Advertencia inútil, porque la anciana ni se había movido). __Suelte el arma, suéltela.
__Oh Dios mío. Un ejercito de hormigas. Vienen a por mi.
Uno de los invasores le arrebató el arma.
__Ya está bajo control. Repito, está bajo control
__Vamos señora levántese. ¡Levántese!.
__Son hormigas de repetición__exclamó la pobre viuda, que ya no sabía ni lo que decía.
__No puede, está temblando, temblando__Dijo otro asaltante mas comprensivo, pero igual de reiterativo.
__Traigan una silla de ruedas. Tráiganla.

El inspector llegó con la silla. Entre todos sentaron a doña Juana en ella, mientras repetía una especie de sentencia dirigida a cada uno de los asaltantes.
__Me comeréis, pero otros vendrán y acabaran con vosotras__decía mientras señalaba con el dedo de una en una, a quienes creía hormigas.
__Y a usted también le comerán __le dijo al inspector__Ahora le utilizan pero cuando ya no lo necesiten, prepárese.
Cuando salían, casi en la puerta, al ver el retrato de su esposo, que se había descolgado con la invasión, tuvo un flash back y recordó que era francés.
__Pierre, has vuelto a sucumbir…
Entonces, irguió el tronco, levantó la cabeza y en un último acto de insumisión ante los invasores y como homenaje a su difunto, comenzó a cantar a todo pulmón, marcando el compás con ambos brazos:


"Allons enfants de la Patrie,
Le jour de gloire est arrivé!
Contre nous de la tyrannie…."

__Que bien hubiera hecho prejubilándome. Ahora estaría pescando carpas tan a gusto__pensaba el inspector a la vez que empujaba la silla de doña Juana camino del ascensor , mientras en todo el edificio resonaba La Marsellesa y las hormigas iban delante de la viuda en fila india, abriendo la marcha.

La granja, último capítulo




Esa noche no durmió. Le subió la fiebre. No se separaba del libro, lo tenía abrazado como si fuera Marta.
__Marta…¿ Y si se lo contaba a ella?.
Eso haría. La llamaría por la mañana.
El viejo no acababa de morir.
__Voy a tener que ayudarle.
Volvió a leer la historia de Petra y como fueron quedando sin mujeres.

El día que la iban a liquidar comenzó a llover a mares. El agua del arroyo rebasó el puente y la carretera se cortó. El aislamiento duró un mes. El capitán no pudo regresar a la granja. Cuando se restableció la comunicación las mujeres se habían ocupado de la niña y el ambiente había mejorado de tal modo, que Higinio decidió perdonarle la vida.
Además como era muda no molestaba. Ellas la criaron y le enseñaron a leer y a escribir. Cada una le entregó lo que sabía. La chica era lista y trabajadora. Aprendió las costumbres de la granja y por lo menos en apariencia, todo lo veía natural.
Jamás se rebeló y nunca protestó. Lloró cada vez que alguna mujer se iba. Pero nada mas. Nunca me demostró ningún otro sentimiento. Cuando quedamos solos permaneció aquí sin tratar se huir ni nada parecido. Un día me pregunto:
“Que haré yo cuando usted muera”. Le expliqué lo del libro.

__¿Que pensarían hacer con el libro? No lo dice por ningún lado__. Siguió leyendo la suerte de las mujeres. Estaba intercalada entre la contabilidad.
Llovía a mares y el viento arreciaba también. Soplaba tan fuerte, casi, como un huracán. La lluvia empujada por él formaba cataratas contra los cristales.

Carmen. La novia del maquis. Hacía tiempo que tenía problemas para quedarse embarazada. Tuvo varios abortos. En el último el médico me dijo que no podría volver a tener hijos. El capitán se encargó. La enterramos bajo el roble. No la sustituimos. La demanda disminuía.

Dos años mas tarde Irene enfermó gravemente. A don Venancio Márquez, el médico, lo habían trasladado. Imposible avisar al nuevo. Murió tras una larga agonía. Estuve a punto de asfixiarla para no verla sufrir, pero no lo hice. Ana la hermana, sufría continuos ataques de histeria. A su último hijo lo ahogó con la almohada. El capitán le dio tal paliza que tuvimos que rematarla.

Olga llegó a la edad infértil. Cuando comprobamos que no podía tener mas niños. El capitán le dijo que podía irse y la soltó. Ella salió todo lo aprisa que pudo. Se entretuvo disparando sobre ella hasta que la mató.

__Según esto sólo quedan dos mujeres que acabaron corriendo la misma suerte. Pero hasta el momento el viejo ganó una pasta. ¿Qué hizo con el dinero?. No creo que lo gastara.
Se sentía cada vez peor, los ojos le pesaban. Se quedó medio dormido en el sillón.
Le despertó un estruendo terrible. El viento se había llevado algo.
__Seguramente tiró el cobertizo__. La luz hacía horas que faltaba y fuera no se veía nada en absoluto. Al día siguiente comprobó que había caído el tanque del agua.
__Mira que bien, no hubiera tenido que subir de haberlo sabido.
Perdió la noción del tiempo. No sabía en que día estaba.
El viejo resistía.
Por la mañana le preguntó a Petra, mientras preparaba el desayuno.
Era domingo.
__¿Qué habéis hecho con el dinero?.
“Lo que queda está en la caja donde estaban las fotos. Están también los recibos”
__¿Que recibos?.
“Firmaban un papel en el que constaba que habían recibido un niño en perfectas condiciones y lo que habían pagado. Están todos ahí. Comenzó a hacerlo después de que me devolvieran. Los compradores firmaban confiados, él no podía utilizar ese recibo contra ellos por la cuenta que le traía. Pero el señor tenía otros planes, me dijo que cuando él faltara, yo podía hacer llegar una copia a su dueño y pedir un dinero a cambio del original.”
__¿Para eso es la fotocopiadora?
Ella asintió.
__Que cabrón …Pero eso es peligroso. Podrían venir hasta aquí…Podrías sufrir un accidente. Además tu vivías aquí, veías a las mujeres encadenadas, eres cómplice…
“No pensaba hacerlo. Tenemos una casita al otro lado de la frontera que el señor puso a mi nombre. El tiene doble nacionalidad, no se bien por que. Voy a cerrar la graja e irme a vivir allí”.
__Ya pensaremos en algo. Yo dirijo el negocio a partir de ahora. Soy hijo del viejo lo mismo que tú. Tengo derecho a una parte.
Ella escribió en la pizarra:
“También muchos de los otros lo son y pensábamos chantajearles”.
__Ellos tuvieron la suerte de vivir con buenas familias. Tu y yo hemos sido tratados como animales. Considéralo una indemnización .
“Ellos no tienen la culpa de lo nuestro”
__Nosotros tampoco.

Pasó el día . Siguió lloviendo. Parecía que las nubes, empujadas por los remolinos de viento, chocaran entre si explotando y vaciándose sobre la granja.. Las espirales de agua y viento arrastraban hojas, ramas y guijarros, haciéndolos chocar contra la casa en un incesante bombardeo
Pese a la tempestad, el lunes sonó el teléfono.
__Por lo menos funciona.
Eran los panaderos para advertir que era imposible llegar hasta allí. El puente estaba sepultado bajo la avenida del río. Preguntaron por la salud de los dos moradores de la granja.
__Don Higinio está empeorando mucho. Debería ir al hospital y Petra está bien
__Llame una ambulancia del otro lado de la frontera. Vendrán sin problemas. Bueno, ya lo sabe Petra. Pueden también hacer allí la compra hasta que se restablezca la comunicación. Cuando esto suceda les volveré a llamar. Cuídense mucho.
Comprobó las provisiones. Había comida suficiente para bastantes días. Soltó a Petra. No creía que intentara huir ¿ a donde iba a ir con aquel temporal?. Además era dócil y había entendido muy bien la nueva situación.
Decidió hacer justicia con el viejo.
Hacía tres días que no le había dado medicinas ni comida. Pese a ello, no se había muerto. Recordó la Heparina que utilizaba para despejar la vía. Cogió la jeringa y le metió una buena dosis.
__Te iras desangrando poco a poco, verás que bien. Luego te enterraré bajo el roble. Si tuvieras cerdos te echaría en el corral para que te comieran , que es lo que te mereces.
El enfermo no se inmutó. Estaba mas muerto que vivo.

Mientras Petra hacía sus tareas como siempre, el recogió los recibos e hizo una lista. Conocía, aproximadamente, a la mitad de los niños de la granja. Algunos continuaban viviendo en la casa familiar. Otros se habían ido
Puso en primer lugar los famosos. Tendría que averiguar sus direcciones.
Luego hizo otra lista con los restantes cuyo lugar de residencia seguía en la ciudad.
Al día siguiente, martes, el viejo aún no había muerto.
Llovía.
No amainó hasta el miércoles por la tarde.
Ese día llegó por fin la hora de Higinio. La habitación apestaba. Cogió un jeringa estéril, retiró el émbolo y la llenó de aire. A continuación lo insufló por la vía. Murió en el acto.
Entre él y Petra lo enterraron en el huerto con los demás. Luego se fueron a la otra orilla para ver la casa y preparar el traslado. Regresaron el viernes por la noche.
El sábado por la mañana llamó el panadero. Se había terminado la inundación y la carretera estaba despejada. Félix contó que don Higinio se había muerto y le habían enterrado en el otro país.
__No pudimos esperar mas.
__Natural. Han tenido suerte que estuviera usted.
Quemaron el colchón y la ropa de la cama del viejo. Petra se empeño en limpiar la habitación.
__Es una tontería. No se para que limpias, si vamos a irnos.
Ella se encogió de hombros.
__Será la costumbre, supongo__pensó Félix para si.
Guardó todo cuidadosamente. El libro, los recibos y el dinero. Echó al fogón la documentación y las fotos de las mujeres. Contempló la de su madre durante un buen rato. Ciertamente se parecían mucho. También Petra se parecía a Irene; al fin y al cabo era su sobrina.
Metió en el coche la fotocopiadora bien empaquetada.
Por la tarde llamó Marta. Ya había estado llamando el viernes. Se la notaba alterada, como una fiera.
Félix se había olvidado por completo de ella. La puso al corriente de la situación y le dijo que era mejor que no viniera.
__¿ Que dices?. Voy a ir quieras o no.
__Yo ya he terminado aquí y regresaré a la ciudad. Ya nos veremos. Estoy muy cansado. Han sido unos días difíciles.
__Sólo dices idioteces. Voy a ir porque me muero de ganas de verte y de lo otro…
__Mira Marta. Te rogaría que no lo hicieras.
__Tu es que eres tonto. ¿Cómo no voy a ir?. Te ha sentado muy mal el campo. Llegaré en un par de horas.
__Bueno pues tú te lo has buscado__ dijo tras colgar.
Subió a la habitación e hizo los preparativos.
Era un contratiempo con el que no había contado. Para él Marta ya no existía. Incluso había olvidado que llegó a la granja para cuidar al viejo y no llevado por su sueño.
En su cuarto había otra argolla. Trajo la cadena y encajó uno de los grilletes en ella, dejándola después, bien escondida bajo la cama. Comprobó que no se veía desde la puerta ni desde ningún sitio.
No había elección.
Estaba seguro de que Marta no iba a querer acompañarlos por las buenas.

La granja, capítulo VIII



Comieron algo. A Félix le extrañó que Petra no intentara nada contra él. Podría haberle tirado algo, un cuchillo, por ejemplo.
Le preguntó a bocajarro
__¿Tu eres hija del viejo?
Ella fingió no oír.
__De todos modos te encontraré en el libro. Es cuestión de tiempo.
La vio escribir en la pizarra:
“Le voy a preparar comida para el señor”.
__No te molestes. Ya no come. Se está muriendo.
“Quiero verlo”.
__Ni hablar. Yo mando aquí ahora. Si haces lo que te diga te irá mucho mejor.
La muda no volvió a comunicarse. A Félix le asombraba su docilidad. Se la quedó mirando. No era fea. Tendría treinta y tantos. No pensaba que fuera una “paridora”.
Si era hija del viejo sabía de sobra lo que había sucedido en la granja durante esos años. Pero, ¿Por qué no la habían vendido?. Quizá por la mudez. Además ¿Dónde estaban las mujeres?. Algunas eran mucho mas jóvenes que Higinio. No tenían edad para morirse. ¿Qué habían hecho con ellas?. Seguro que Petra era cómplice.
Todo estaba en el libro. Ya llegaría.
Subieron a la planta superior. Detrás de la cama de la habitación de Petra, había otra argolla. Encajó el grillete.
__Mañana será otro día. Que duermas bien__se sorprendió de su propio cinismo.

Se dirigió derecho a la habitación del viejo. No se había muerto. Clavó sus ojos nublados en él cuando se percató de su presencia.
Félix se sentó en el sillón al lado de la cama y se aseguró de que viera el libro, antes de seguir leyendo.
A partir de julio del 47 todo eran ventas. No habían traído a mas mujeres. Hubo un aborto y una mujer tuvo problemas tras el último parto para quedarse en estado. Cuando iban a deshacerse de ella, llegó por fin el embarazo salvador; por esta vez.
Había encontrado gente conocida. Algunos compañeros de colegio, procedían de la granja y otras personas importantes de la pequeña ciudad, con negocios propios y un buen nombre, también.¡Menudo escándalo cuando esto trascienda!
Comprobó las páginas que restaban. Muchas todavía. Era tedioso leer tantas veces lo mismo repetido. Pasó la vista rápidamente, hasta que le pareció volver a ver el nombre de su padre. Se detuvo y leyó con atención

Mayo del 48. El jodido Pedro Tamargo había vendido al niño a unos sobrinos del obispo. El crío parece ser que es enfermizo y cogió unas fiebres que por poco no lo cuenta. Cuando ya estaba bien, volvió a enfermar. Se lo han devuelto y él quiere endosármelo a mi. NI HABLAR. Le salió mal el negocio, que se joda.
Hoy me ha parado escopeta en mano cuando iba con el Isocarro y tuve que prometerle que le buscaría comprador. No quieren niños en casa. Pues no pienso buscarle nada. Además el niño ya tiene un año, es muy mayor para la venta. El próximo reparto lo haré escoltado por el hombre del capitán.

__Que bárbaro, los compradores son tan buenos como estos dos. Para ellos los niños son también mercancía. Si tiene alguna tara se devuelve.
A continuación venía mas contabilidad. Pero sabía que su asunto volvería a aparecer por algún lado. En efecto.
Apareció en otoño. Félix cada vez lo entendía menos.

Hoy he tenido un incidente serio con el cacique. Lo encontré en la ciudad y casi me mata. Menos mal que el boticario avisó al capitán si no, no lo cuento. El muy bestia.
Venia de asentar al niño. Tuvo que quedárselo. Después de todo es un poco de risa.
Llegó el gobernador de improviso, regresaba de no se donde y decidió hacer un alto y pegar unos tiros en el monte. Se topó con el niño. No tuvieron mas remedio que decir que era de ellos.
__¿Como se llama?
__No está bautizado
__¿A quien se le ocurre?. Mañana lo bautizamos y hacemos un banquete con la caza. Yo seré el padrino. Llevará mi nombre: Félix.
El niño ya tiene mas de un año, pero como es muy escuchimizado, no camina y ni siquiera tiene dientes le han dicho que tiene cinco meses y le han puesto como fecha de nacimiento mayo de 1948. Je,je,je…casi me pasaporta al otro barrio, pero no lo puedo evitar.

__Así que tengo un año mas. Mira que bien.__dijo en voz alta mirando al viejo.__ Y tú eres mi padre. Menuda suerte he tenido con los progenitores.
El viejo estaba amarillo y rígido. Cerró con dificultad los ojos para no verlo.
Continuó buscando a Petra. La halló junto con una sorpresa.

3 de Abril de 1954: Madre Teresa
Venta niña de un mes.
Comprador: Antonio Lozano, el mueblero.

__¡Teresita!. Es hija de Teresa y del capitán. ¡Cuando lo sepa don Antonio!.
Se quedó pensativo. Don Antonio y doña Gloria tenían que conocer la existencia de la granja. Por lo menos sabían que Higinio vendía niños. Lo cual era un delito. Aunque no tuvieran ni idea de donde los sacaba, deberían haberse hecho preguntas. Eran cómplices o encubridores o ambas cosas, mucha gente en la ciudad lo era. Compraban los niños y no hacían preguntas. Todo el mundo miraba para otro lado.
Cuando llevara el libro a las autoridades media ciudad se echaría a temblar. Aunque los delitos hubieran prescrito, la campanada resonaría en todo el país.
Había mucha gente conocida a nivel nacional hijos de la granja: Un político que sonaba como ministrable, un presidente de Comunidad Autónoma, una actriz muy famosa, una miss hoy casada con un millonario, un periodista televisivo, el arzobispo mas joven del país….
Se levantó y dio una vuelta por la habitación. Ya no sabía que hacer. Comenzó a sentirse mal. ¿A quien se lo iba a decir?. Pensaba en doña Gloria y en Teresita. Iba a hacerles mucho daño para nada . El viejo se estaba muriendo, el capitán había fallecido hacía un tiempo…excepto don Antonio los compradores que el conocía habían dejado este mundo y los hijos no eran culpables en absoluto. Saber su procedencia iba a suponer un trauma…el sufrimiento iba a comenzar otra vez. Mejor no decir nada. Quemaría el libro. Si, eso iba a hacer.
Justicia, iba a hacer justicia. A su manera.
Buscó a Petra. La encontró enseguida. Había nacido el mismo año que Teresita.
Tenía una especie de biografía.
Había sido devuelta lo mismo que él

6 de Junio de 1954: Madre Ana
Venta niña de un mes.
Comprador: Juan Hidalgo, el juez.
4000 ptas. Mas barata. Hay que estar a bien con la justicia.

__Así que, Petra es mi hermana de padre y además mi prima__. Halló el por qué de la devolución.

La niña es enfermiza. Lo cierto es que últimamente los niños de las hermanas presentan a menudo, problemas de salud. Hace tiempo que quieren devolverla, pero ni hablar. Ahora ya lo dejo claro. No hay devolución que valga. Si el niño enferma, cargan con él como debe ser. Es suyo para siempre.
La dichosa cría a la que llamaron Petra, ha tenido una meningitis y se ha quedado muda. Ahora si que la devuelven. El capitán me ha hecho recogerla. Dice que el juez es peligroso como enemigo. La niña tiene año y medio. A ver que hago yo con una muda. Se lo dije al capitán. Le da usted pasaporte…En eso quedamos.