La leyenda del pueblo de los hombres-mujer

Conclusión
Picasso. Jacqueline 1954

Gloria permaneció bastantes días ingresada. Al salir corriendo a la calle se había dado un golpe contra un arcón de hierro que, obviamente, no había visto. Tenía dos huesos rotos en la rodilla y ésta visiblemente deformada. Además, padecía un fuerte shock nervioso. Ana le hizo compañía hasta que llegó su familia.
Juan y Pedro permanecieron con ellas en el centro. Mientras, el periodista trató de convencerle  de que se uniera a ellos en un programa especial en el cual advertirían  a la gente del riesgo que entrañaba la estación, con el ser moviéndose  por allí a sus anchas . Juan no quiso colaborar bajo ningún concepto. A punto estuvieron de llegar a las manos. El escándalo fue de tal calibre que la gerencia les advirtió que a la próxima, les echarían de allí sin misericordia.

Aunque la cámara nunca apareció, en cuando Gloria estuvo en condiciones de acudir a un plató prepararon la emisión.  Desde hacía varios días, Pedro se pasaba cada tarde por casa de Ana, para escribir el guión y revisar toda la información de modo que no quedara ningún cabo suelto. Desde los sucesos había surgido una fuerte amistad entre ambos, que a Juan no le gustaba nada, ni  las visitas tampoco y procuraba llegar a casa una vez que el periodista se hubiera ido.
La relación entre él y Ana iba cada vez peor. No iba, para ser exactos. Ella se creía elegida por el destino para acabar con el maleficio de la montaña o dicho de otro modo mas expeditivo, para pegarle un tiro a la mariposa.
Una tarde Ana estaba enfrascada en el ordenador cuando Juan le anunció que su madre estaba al teléfono. A ella había acudido Juan a raíz de los acontecimientos, a buscar ayuda, pero la madre era para eso aun peor que la hija; era una creyente convencida en todo tipo de aparecidos: ovnis, vírgenes, licántropos, vampiros y por supuesto hombres y mujeres polilla. Faltaría mas. Así que tomó partido por la niña y afeó con ella la conducta de Juan que había visto y sin embargo no había creído.
__Eres peor que Santo Tomas.
El harto del tono bíblico que iba tomando el asunto se había desentendido por completo de todo y no había vuelto a preguntarle a Ana nada sobre nada relacionado con el puto pueblo con su mariposa y su periodista embaucador.
__Que les den a todos.
Pero esa tarde, le pudo la curiosidad y se acercó para ver que estaba haciendo toda la tarde metida en la Red. Se quedó atónito cuando comprobó que estaba en E-bay, tratando de adquirir lo que se anunciaba como “un kit para cazar licántropos y otros seres similares”. Entre varias cosas pintorescas como una botella de jugo de ajo, un rosario con caja de latón, una cruz de madera mas libro de salmos, colmillos caninos y otras idioteces por el estilo, Juan vio algo que le inquietó bastante: una pistola y su correspondiente munición de balas de plata, especiales para matar hombres lobo y demás individuos de especies parecidas.
Cuando Ana dejó el teléfono tuvieron una bronca monumental, la mayor de todas las que habían tenido, la mayor de las broncas jamás tenida por pareja alguna. Ella cogió las llaves del coche y se largó con un portazo, él le siguió gritando desde el umbral:
__¿Pero como es posible que te creas que has sido elegida, imbécil?. Piensas que eres un mesías que va a redimir al mundo de una amenaza. Y una vez que logres matar al bicho ¿Qué vas a hacer, crucificarte cabeza abajo?. Ah no, la asociación de periodistas esotéricos y paranormales del mundo te dará una medalla y los esquiadores te harán un monumento y…
__Y vete a tomar por el culo.
Desde ese día Ana no volvió a la casa. Juan pensaba que estaba en la de Pedro, pero no, se había instalado, provisionalmente, con una amiga.
Dos días antes de la emisión del programa, la madre de Gloria llamó al director: su hija sufría, según los médicos,  un hematoma subdural  crónico como consecuencia del golpe del accidente y  presentaba un cuadro de desorientación y amnesia, además de vómitos y otros síntomas. La habían vuelto a ingresar.
__No, no. Está en una clínica privada. No, no diré donde. Dejadla en paz. No contéis con ella.
Sin grabación y sin testigo directo de la aparición. Sólo contaban con Ana. Si Juan quisiera colaborar… Volvieron a intentarlo, pero fue inútil. No quiso ni hablar con ellos. En la estación continuaban muriendo hombres de la misteriosa muerte súbita y cada vez se oían mas testimonios de gente que aseguraba haber visto una mariposa enorme, pero no querían testificar ante las cámaras.
Tenían miedo. Alguien los intimidaba, era evidente.
Por otra parte, cada vez iba menos gente a esquiar y los que acudían procuraban no pernoctar en la estación.
A Ignacio, el párroco que también la había visto e iba a testificar, le trasladaron fulminantemente a África. Por lo visto allí era mas útil, según el arzobispado. Pedro visitó a su madre por si podía facilitarle alguna dirección u otra forma de ponerse en contacto. Pero, o era cierto que no la tenía o la habían amedrentado.
El mismo, comenzó a tener la sensación de ser seguido por alguien. Desde los sucesos del valle estaba en guardia, pero hasta ahora todo había estado tranquilo, mas o menos.
 Comenzó a tomar precauciones obvias: no ir siempre por la misma ruta, llegar a casa a horas diferentes cada día, cerrar bien, revisar cada mañana los bajos del coche. Mandó instalar una alarma. No obstante, no se sentía seguro. Aunque no quería preocuparla se lo contó a Ana y le sugirió también estar alerta. El día de la emisión del programa la cadena había decidido ponerles escolta.
__Nunca está de mas tomar precauciones. No sabemos a que o a quien nos enfrentamos.
Por la noche todo estaba preparado en el estudio. Ana llegó puntual con su guardaespaldas, sin embargo Pedro se retrasaba. El director ya no sabía que pensar. Le llamaban al móvil con insistencia, pero una voz grabada les advertía que estaba fuera de cobertura. Lo mismo sucedía con el celular del escolta.
Tuvieron que comenzar sin él.
El presentador leyó la exposición de los hechos preparada por Pedro y antes de abordar la entrevista con Ana, expuso el súbito y casual empeoramiento en la salud de Gloria , la mujer que había filmado el incidente de aquella noche mas la desaparición no menos misteriosa de la cámara y __Permítanmelo, el sospechoso retraso de Pedro, cosa que jamás ocurrió en los doce años que llevamos haciendo el programa.
__Están preparando la escenografía__pensó Juan al oír todo aquello. Por supuesto no estaba al corriente de las sospechas de Pedro ni de que la cadena les hubiera puesto escolta. No había vuelto a hablar con Ana.
Ella contó su historia. Esta vez no había tampoco ningún testigo que la corroborara. Parecía que todo estuviera preparado para darle misterio y credibilidad a una historia de por si poco creíble.  El programa no fue precisamente un éxito de audiencia. La estación les acusó de hacer un montaje burdo para desprestigiarlos no se sabía con que oscuras intenciones y les amenazó, por supuesto, con una demanda.
El público se dividió entre los que creían a pies juntillas la historia de la mujer mariposa y los que pensaban en un montaje de “gente que carece de argumentos y quiere seguir en el candelero a toda costa”. Porque “salir en la tele da mucha fama y luego se venden libros a porrillo, aunque sean infumables”, decían los críticos que siempre habían sido muy intolerantes con el contenido del programa y muy envidiosos con los éxitos del presentador y de Pedro León, un periodista muy respetado entre el gremio de seguidores de lo paranormal.
La prensa sensacionalista acosó a Ana sin piedad en las semanas siguientes. Programas basura de cadenas privadas le ofrecían dinero por aceptar careos con escépticos sobre temas esotéricos. Cuanta mas violencia verbal mas dinero. Si llegaban a las manos, el doble de lo acordado en principio.
Pedro no volvió a aparecer. Lo mismo que si se lo hubiese tragado la tierra. No dejó ni rastro tras de si. Fue imposible hallar nada, ni el coche, ni una mínima pista. Nada.
__Seguro que aceptó dinero por desaparecer, tonta que eres tonta__Le decía Juan sin piedad alguna, cebándose con ella en una pobre venganza, de la que mas adelante se arrepintió.
Ella estaba segura de que no había sido así. Algo terrible y definitivo le había ocurrido. Estuvo semanas pendiente del teléfono, por si la cadena o la policía tenían alguna noticia. Luego, todo se precipitó. La televisión suprimió el programa de misterio. Los hombres continuaron muriendo en Silos. Las autoridades peinaron la zona buscando algo y Ana se cansó de todo y aceptó el trabajo en Londres.
Hoy, el mismo día del cierre de la estación,  regresaba a la casa que habían compartido para recoger el coche. Juan la vio bajarse del taxi, puntual como siempre, y llamar a la puerta. Cuando le abrió la notó entristecida, no era la misma Ana habladora y extrovertida de antes. Estaba guapa, pero diferente.
Se saludaron muy fríamente. Juan estuvo tentado de enseñarle el periódico pero pensó que quizá ya ella lo había leído. Además para que remover la historia.
El coche, reluciente, brillaba bajo el sol de la tarde, aparcado en  el jardín. Ana que no había soltado el trolley, abrió el maletero y tras guardarlo se subió al todo terreno azul marino que había comprado dos años antes. Antes de abrir la puerta miró a Juan por ultima vez y echó un vistazo de soslayo a la casa.
__Adiós
__Adiós.
Así, de ese modo tan escueto y gélido,  terminaban por completo diez años juntos. Ana sintió ganas de llorar al irse. Juan no sabía como se sentía. Hubiera querido decirle muchas cosas, pero ya era tarde. Tuvo deseos de preguntarle si no llevaba encima la pistola con balas de plata, no fuera ser que se le apareciera la mujer mariposa, pero le pareció innecesariamente cruel.
Ana iba darle al contacto, cuando se detuvo para buscar algo en el bolso. Juan se quedó de piedra al verla sacar precisamente la pistola y guardarla en la guantera. Le invadió entonces si, una gran tristeza. Comprendió que ambos tenian la vida totalmente condicionada por los sucesos de aquella noche que el nunca quiso reconocer como reales. A los dos les había cambiado la existencia para siempre. El coche se alejaba y Juan se sentía cada vez peor.
Ya en la avenida de camino al puerto, mientras interrumpía  con el dedo la trayectoria de una lágrima que había decidido dar un paseo por su mejilla, Ana vio a una mujer que hacia auto stop; era raro, hoy en día ya casi nadie utiliza esta forma de viajar. Le recordó sus años de jovencita cuando hacia dedo con las amigas para moverse de un lugar a otro. Aunque supuso que, quizá, la chica hubiera preferido que parara un hombre, detuvo el coche y la invito a subir.
__Voy al puerto ¿si te sirve?.
__Si, yo voy también al puerto.
La muchacha subió al coche. De cerca se veía mas mayor. Era una belleza rara, como antigua.
__¿No iras a tomar el Ferry para Plymouth?
__Pues si, precisamente.
Ambas se miraron divertidas.
__¿Te conozco?__preguntó Ana.
__Si y yo a ti también.
__Es que tú cara me suena de algo, por eso te lo digo.
__Es que nos hemos visto antes.
¿Dónde?, ¿Aquí?, yo falto desde hace tiempo.
__Si aquí, Bueno no del todo…
Ana la miro inquisitiva.
__En realidad me has visto en la montaña, hace un año.
Hubo un silencio. A Ana la montaña no le traía buenos recuerdos, precisamente. No se atrevía a preguntar de que forma se habían conocido. Desde aquella noche funesta en la que se habían extraviado en la niebla, su vida había dado un giro de 180 grados y no para mejor, por cierto. Así que fueran las que fueran, las circunstancias en las que se habían conocido, serían desagradables, seguro. Volvió a mirarla. ¿Era Gloria, la cámara?. No, que va, aquella chica era muy diferente. Pero lo cierto es que le recordaba a alguien.
__Pues la verdad ahora no caigo…
La viajera la observó despacio, sus ojos azules reflejaban el rojo del atardecer. Ana notó un estremecimiento.
__ Hace un año, estuviste un buen rato apuntándome con un rifle__le contestó suavemente la mujer mariposa.   


Fin


5 comentarios:

Angel Luis dijo...

Oye la estación no será Pajares por lo de silos...haber si vamos a tener el bicho por aqui.Sigue sorprendiéndome la imaginacion que tienes.
Me gustaron mucho las historias del libro sobre todo el eco del bosque, el espia alemán y las cenizas.Lo pase a la gente y a todo el mundo le esta gustando mucho.
Vuelve pronto por aqui que tienes club de fans.

Anónimo dijo...

Que tal Maria. Te sigo desde New York, me parece fascinante tu modo de escribir tan natural y sin embargo tan descriptivo, como en pocas páginas eres capaz de contar una historia a veces complicada y lo bien que describes los personajes con unos pocos trazos.
Te felicito por tu libro.

Carlos Lobo

Maria Jose Mallo dijo...

Hola Angel, con lo bueno que estaba el pote de nabos, volveré cualquier dia, no lo dudes.

Me alegro que hayas disfrutado el libro. Gracias por la publi. Besinos.

Maria Jose Mallo dijo...

Hola Carlos, a mi si que me parece fascinante que me leas desde New York.

Te agradezco la buena opinión que te merece mi modo de escribir. Yo pienso que a veces voy demasiado deprisa, que podría detenerme un poco mas en las descripciones, por eso,me agrada que me digas que los personajes están bien trazados con pocas palabras.

Muchas gracias, un saludo cariñoso.

Maria Jose Mallo dijo...

Disculpas a los dos por la tardanza en responder.