Kevin Spacey and Richard III

En el teatro Palacio Valdés de Avilés, auspiciada por el Centro Niemeyer, la compañía del Old Vic de Londres, representó la pasada semana Richard III de William Shakespeare con dirección de Sam Mendes y protagonismo absoluto de Kevin Spacey.
En inglés, como debe escucharse y leerse al autor de Stratford Upon Avon, y con una sencilla e innovadora puesta en escena: catorce puertas por las que salían los personajes y que tras cada muerte se adornaba con una cruz, Kevin Spacey con corona de papel como las que vienen en los crackers que consumen los anglosajones en Navidades y otras celebraciones, daba comienzo al mas famoso monologo del dramaturgo inglés y a una representación memorable. Nosotros, el público, en silencio cuasi reverencial, escuchábamos al actor americano, que en estado de gracia, ponía imagen y voz a la maldad mas absoluta, a ese monarca deforme de cuerpo y alma que Spacey convirtió en dictador del siglo XX.
El vestuario también sorprendió. Los personajes masculinos vestían traje y corbata y las damas mezclaban trajes de época con otros mas actuales. A esta sencillez se sumó la banda sonora de insistentes tambores que acompañaron y remarcaron la acción en momentos puntuales y a los que la fantástica acústica del teatro regaló una sonoridad que solo se consigue en lugares como este nuestro Palacio Valdés.
La compañía del Old Vic-puro talento- secundó perfectamente a Kevin Spacey, que no obstante, se los merendó. El se bastaba para llenar la escena y para ser en si la función. Con una dicción perfecta, un registro lleno de matices y un esfuerzo físico considerable, dio vida durante mas de tres horas a ese monstruo jorobado con un brazo inerte y una pierna contrahecha, dejando fascinado al auditorio que nos levantamos al final, todos a una, como si lo tuviéramos ensayado, en una ovación cerrada de mas de cinco minutos- según la prensa que lo habrá cronometrado- obligando a la compañía a saludar varias veces.
Si tuviera que resumir lo vivido esa noche, de las que marcan, lo haría como Jesulin, con dos palabras: emocionante e inolvidable.
Con toda mi gratitud al Centro Cultural por habernos abierto esta ventana al mundo, me sumo a las manifestaciones de los avilesinos en apoyo a su, nuestro, Niemeyer y remarco la falta de interés del nuevo gobierno del Principado que se dedica a obstaculizar porque si, la gestión de la dirección del Centro. Está bien exigir transparencia en la administración de fondos públicos, pero tampoco se debe llegar arrollando como un tornado. A mas a mas, que diría un catalán, es evidente la falta de interés de los facistas-el partido que gobierna Asturias es el FAC-por la cultura, ya que nadie de dicha formación o partido o lo que sea, acudió a las representaciones. Ni el presidente don Alvarez Cascos ni el consejero de Cultura. Quizá para ellos solo sea interesante la caza del rebeco o la pesca del salmón. Ellos se lo perdieron y como  escribió Nacho Artime el sábado en La Nueva España:“ Perdieron la oportunidad  de verse retratados con cuatro siglos de anticipación”