Tras una larga reconquista, España
consiguió al fin la unidad nacional cuando expulsó al ultimo rey nazarí. La
pareja real del momento llamados los católicos, estaban jubilosos. Mientras
duró el avance y el cerco a Granada se detuvo la llegada de ilegítimos a la Fundación que ya para
entonces abarcaba toda la península, Portugal incluido, y constituía casi una
nación dentro de la nación que acababa de nacer.
Tras la contienda, las arcas de Castilla quedaron esquilmadas y
la reina que era la administradora, acordó con sus asesores de economía
restringir gastos a toda costa- aunque el reparto de los bienes y tierras de
los nazaríes proporcionó un respiro a la maltrecha hacienda- pero así y todo
había que restar de donde se pudiera. El banquero lombardo que era su principal
asesor hizo la propuesta: dejemos de financiar la
FVI. Que se las arreglen como todo el
mundo.
__Hay algún medio hermano del rey y
creo que mío también.. Y recuerdo que durante el pleito con la Beltraneja la Fundación estuvo de mi
parte. Incluso recuerdo que aportó dineros para armamento.
__¿Y que?. Vos lo habéis dicho.
Tienen dinero, que se las arreglen. Ni un maravedí mas.
El lombardo era bastardo de un
príncipe veneciano. No hay nada peor que la cuña de la misma madera. Así se
hizo por tanto. La FVI
dejó de percibir ayuda real. El Consejo se reunió como solía pero esta vez para
un asunto doloroso, algo que no ocurría desde el alzamiento del pretendiente de
la marca.
La comisión rectora puso el grito
en el cielo y se presentó ante la reina. El lombardo sugirió a Isabel que no
los recibiera. Que noten que ya no tienen predicamento. La católica, era de
otro parecer y accedió a la audiencia. El portavoz de la embajada, primo de la
monarca aunque no de modo oficial, como es de suponer, hizo valer el documento
de fundación sancionado, entre otros, por uno de los ancestros de la reina,
pero Isabel no cejó ni un ápice. Era muy
terca, parecía mas aragonesa que Fernando y cuando se trataba de dineros era también
muy roñosa. Sabedores de que se había quedado sin alhajas para financiar la
expedición a la India
por el oeste, que un italiano visionario se había empeñado en llevar a cabo,
los dirigentes de la
Fundación le obsequiaron una tiara de esmeraldas, que formara
parte de la dote de una de las hijas bastardas de Alfonso XI de Castilla.
Recibiola la reina con mucho agrado, pero no cedió. Lo había dicho su asesor
económico: ni un maravedí. Y ella era muy obediente cuando se trataba de negar
dineros.
__¿Que esperáis?__preguntó Isabel
al ver que los naturales no se retiraban.
__Nada señora, nada__respondieron
resignados comprendiendo que no volverían a ver la joya.
Así fue como desde 1492, con
reticencias y regateos al principio, y con absoluta naturalidad mas tarde, la Fundación comenzó a
cobrar por cada pupilo suministrado como consorte a las diferentes cortes
europeas. Aquella tacañería de la reina católica se convirtió en un negocio de
lo mas productivo. La
Fundación siempre había tenido a los hados de su parte y en
los peores momentos la fatalidad se trocaba en bonanza.
Pero todo cambia, incluso la
suerte, y lo peor estaba por llegar.
Tras la unidad nacional primero, y
mas tarde, la grandeza del imperio logrado por Carlos I y Felipe II, la
ineptitud de los últimos Felipes, o mejor de los validos de estos reyes, trajo
la ruina a la hacienda y al país. Para mas colmo el rey actual, Carlos II,
enfermizo, raquítico y de corta inteligencia, fruto de la consanguinidad de la
dinastía, va a fallecer sin hijos, lo que hará extinguir la rama española de
los Austrias, sin remedio.
España va a dividirse por ello, en
una sangrienta guerra de sucesión entre los partidarios de los dos aspirantes
al trono: Felipe de Anjou y Carlos de Habsburgo. Ambos eran nietos de infantas
españolas, hijas de Felipe IV y Felipe de Anjou era además hijo de María
Teresa la hermana mayor de Carlos II, el
ultimo Austria. Carlos de Habsburgo era hijo del emperador Leopoldo, primo de
Carlos II. Temiendo un nuevo eje España-Austria como en el reinado del primer
Carlos, las potencias europeas fuerzan el nombramiento como Príncipe de
Asturias de un tercer candidato: José Fernando, hijo del Elector de Baviera.
Pero el joven fallece prematuramente, y Carlos II presionado por Francia, hace
testamento reconociendo como heredero a
Felipe de Anjou que en principio es bien recibido por el pueblo. Pero el
intervencionismo y la prepotencia de Luis XIV da origen a una alianza
internacional que reconoce al Archiduque Carlos como sucesor y desata una
guerra europea en suelo español a la que se suma una guerra civil entre la
corona de Aragón mas el papa de Roma, partidarios de Carlos, y la corona de
Castilla con el clero nacional, partidarios de Felipe.
Como es de suponer los naturales,
tanto españoles como de otras nacionalidades, se ven involucrados en el
conflicto. En España los bastardos se dividen, pese a los esfuerzos del
Consejo, entre los dos aspirantes. A
estas alturas, nadie sabe ya de que corte procede, así se da el caso de
aragoneses apoyando a Castilla y viceversa. La fundación asiste impotente al
enfrentamiento.
Un gran número de naturales fallecen
en las múltiples batallas, quedando sus familias desasistidas y muchas de ellas
aisladas en los territorios perdedores. La victoria de Felipe V aumenta los
contratiempos y los sinsabores para la Fundación. El rey toma
represalias contra la parte no afecta, retirando privilegios y reconocimientos
y encarcelando a dirigentes y significados, leales a la corona de Aragón. Muchos,
huyen precipitadamente de España hacia
Italia y el norte de África, intentando a duras penas, mantener el contacto
entre ellos. La Fundación
dentro de España queda reducida a menos de la mitad de sus efectivos, porque
ocurre también, que una parte importante de naturales había sido destinada a
repoblar Gibraltar y tras la contienda y en virtud del Tratado de Utrecht, el
territorio pasa a manos de Inglaterra.
Los naturales trataron de huir
hacia España pero la mayor parte fueron detenidos, obligados a regresar y a adoptar la
nacionalidad inglesa a cambio de mantener sus negocios y poder continuar con su
vida habitual. De lo contrario les esperaba la expropiación de sus bienes y la
cárcel.
El nuevo rey se incauta de todos
las posesiones de la
Fundación en los territorios rebeldes y obliga a la institución
a pagar un canon a las arcas reales por
las ganancias que proporcionan sus bodas concertadas, ordenando además, investigar a fondo los negocios de los
naturales, una vez que fue sabedor de sus pingües beneficios.
Constituyó un duro golpe para la Fundación. Su rector de aquel
momento falleció repentinamente de un ataque al corazón debido a los numerosos
disgustos. No obstante los naturales eran disciplinados, como ya sabemos, y
pusieron de inmediato manos a la obra para intentar reagruparse y establecer
comunicación con las diferentes facciones dispersas por los alrededores, allende
el Mediterráneo. Fue una labor intensa y complicada, por esa causa, aun no lo habían conseguido cuando llegó la
oferta. Pero no adelantemos acontecimientos.
Tras unos años de paz, y en vista
de la política desarrollista y de las transformaciones, para mejor, en el ejercito
y en la administración que se venían dando, comprobado en fin, el buen cariz que
tomaba el reinado de la nueva dinastía, el Consejo decidió solicitar audiencia
al rey para interceder a favor de sus
camaradas dispersos por el mundo, dado que la Fundación mantenía,
además, buenas relaciones con la corte
francesa suministrando consortes para
príncipes e incluso funcionarios de alta gama. Tal vez por esto último
el primer Borbón les recibió, no de muy buen grado, todo debe decirse.
No llegaron a ningún acuerdo.
Felipe V no iba a perdonar infidelidades ni desafectos.
__Messieurs, todo el mundo debe
atenerse a las consecuencias de sus actos. No hay excepciones.
__Majestad, señor, permitidme que
os muestre el documento de fundación de nuestra institución. Esta sancionado
por reyes de todos los reinos del momento, año 800 de nuestro Señor. Los
pupilos cuentan con el reconocimiento de su procedencia regia; están amparados por sanción real. Gozan de ese
privilegio.
Fue una osadía reclamar privilegios
ante un monarca absoluto, tan absoluto como era, además, el quinto de los Felipes.
El rey alargó la mano de mala gana
para alcanzar el documento que ni se molestó en leer, rompiéndolo en tantos
trozos como fue capaz dada la dureza del pergamino.
__¡Majestad!, el documento…
__Je l´ai passé dans le cul.
Menos mal que era una copia. Los
naturales no eran tan ingenuos como para presentarle el original.
__El rey solo rinde cuentas ante
Dios. No lo olvidéis. Y ahora, fuera de mi vista.
__Muy ordinario para ser francés
¿no crees?.
__Si y para ser rey, también.
Fue el comentario de los embajadores al retirarse, una vez
hubieron abandonado el salón de audiencias a toda prisa.
Continuará...
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