Los empleados municipales cerraron tras ella
las puertas del cementerio. Miró al cielo ya casi oscurecido; en el horizonte,
por encima de las montañas, se veían fucilazos presagio de la tormenta que se
avecinaba.
Al contrario que
la tarde, ella se sentía en calma, estaba convencida de haber hecho, por fin,
lo que debía. Se sintió libre, satisfecha por haber saldado una vieja cuenta.
Se sintió cómoda, a gusto consigo misma y feliz, con una felicidad que hacía
muchos años no experimentaba, tantos, que se había olvidado de que existiera.
¿Quién dijo que la venganza no era buena?. Tal vez no lo sea obsesionarte con
ella, pero aprovechar la circunstancia si se presenta, es lo mejor que te puede
suceder ese día, aunque hayan transcurrido mil años.
Marisa se había
casado muy joven. Al morir su madre, tuvo que dejar sus estudios de magisterio
y ponerse a trabajar. Conoció a su
marido la primera vez que fue con sus amigas a un baile, tras el luto. Era
muchos años mayor que ella. Todo el mundo le desaconsejó la relación y menos
aún la boda. “Es un marino, en cada puerto un amor, tu eres muy joven y muy
inexperta, demasiado ingenua”. Pero estaba tan necesitada de afecto y compañía
que se lió la manta a la cabeza y se unió de por vida a aquel hombre guapo y
seductor, al que casi no conocía.
Como todos
predijeron, no resultó. Unos años mas tarde, tras hacerle dos hijos y ponerle
los cuernos con media ciudad, desapareció de su vida. El barco regresó, pero
con otro primer oficial. De él no supieron o no quisieron darle razón. Hacía
tiempo que ya no mandaba dinero. Para sobrevivir, tuvo que ponerse a limpiar
por las casas. Una vecina recogía a los niños del colegio y les daba la
merienda. Luego se pasaban la tarde en la calle o solos en casa. Alguien
denunció el caso a la asistencia social. La situación se volvió insostenible.
Si permanecía en su domicilio por las tardes no ganaba lo suficiente para vivir
y si no lo hacía los servicios sociales ingresarían a los niños en una
Institución. Trató de localizar a su marido a través de la Naviera pero fue inútil.
Obtuvo su nueva dirección, pero no tuvo respuesta cuando le puso al corriente
de las circunstancias. Se había olvidado de ellos y le traía al pairo lo que
les ocurriera.
Desesperada ya,
no sabiendo que rumbo tomar recordó lo que tantas veces le había repetido
Amparo.
Iba a arreglarle
la casa dos veces por semana. Le permitía llevarse a los niños, con los que
congeniaba a las mil maravillas. Muchas veces se lo había dicho:”Si tienes
problemas algún día recurre a mi, no lo dudes.”
Pues bien, ese
momento había llegado.
Amparo, que
conocía la situación, les estaba esperando con los brazos abiertos.
__Trabajaré
solamente por el alojamiento y la comida.
__¿Que dices?.
La esclavitud hace siglos que fue abolida. Te pagaré un sueldo, tampoco es que
pueda pagarte mucho, y aquí tendrás casa y cobijo para ti y para los niños,
siempre.
Vivieron juntas
diez años. Los niños crecieron felices y se hicieron adolescentes.
Aquella negra
mañana habían salido para ir al notario. Amparo había decidido hacer heredera a
Marisa.
__Quiero que
esta casa y todo lo que tengo que no es mucho mas, sea para ti y los niños. Yo
solamente tengo un sobrino que ya sabes que vive su vida y no lleva buen
camino. No protestes, la decisión esta tomada. Prefiero que me acompañes al
notario, pero si no vienes es igual. Haré con lo mío lo que me parezca mejor.
__Te acompaño
solo hasta la notaría. Tu entras sola y haces lo que te de la gana. Yo voy a
hacer unas compras y luego te aguardo en la cafetería de enfrente.
Se sentó al lado
del ventanal para ver llegar a Amparo. La vio salir, aguardar en el semáforo y
disponerse a cruzar cuando la luz cambió de rojo a verde. En ese momento una
furgoneta de reparto a gran velocidad adelantó a la fila de coches que estaban
parados y se llevo por delante a la anciana y a una joven que cruzaba tanbien
en ese momento. La joven murió en el acto. A Amparo le seccionó la médula.
Estuvo meses en
el hospital. Marisa no se separó de ella ni un momento. Los médicos le hablaron
de llevarla a un centro especial en otra provincia.
__No quiero ir a
ningún sitio. Llévame a casa__le pidió a Marisa.
Buscó a una
mujer que la ayudara para poder moverla y la instaló en la planta baja de la
vivienda. Ella trasladó su dormitorio a la habitación de al lado, para estar
cerca.
Después de
varias semanas, cuando ya la ayudante se había ido y los chicos dormían arriba,
Amparo quiso hablar con ella.
__Ayúdame a
morir.
__¿Que dices,
estas loca?.
__Ayúdame. No
quiero vivir así. No tienes derecho a obligarme a vivir así.
__No me culpes a
mi. ¿No querrás que vaya a la cárcel?
__Esa mujer que
ayudó a Ramón Sampedro. No le pasó nada. La detuvieron, pero tuvieron que
soltarla por falta de pruebas. Cuando lo confesó en televisión, el delito ya había
prescrito.
__No lo
entiendes. Yo no puedo hacerlo. No me pidas que te mate. No puedo.
__No me matas,
me ayudas a morir que es distinto.
__Para mi es lo
mismo
__Marisa…
__No y no se
hable mas.
Amparo se lo
suplicaba cada día.
__Si continuas
así, te dejo aquí sola ¿Me oyes?. Cojo a los niños y nos vamos.
No volvió a
decirle nada mas. Pero ella veía como el sufrimiento era cada vez mayor y como
las lagrimas no se retiraban de sus ojos. Había perdido el apetito. No dormía,
se pasaba las noches llorando. A pesar de los cuidados y del colchón adecuado,
la espalda y los muslos se la habían llenado de escaras. No le decía nada de
viva voz, pero la mirada era una permanente súplica.
Una noche su
hijo mayor le había dicho:
__Mama, hubiera
sido preferible que la abuela Amparo se muriera aquel día
__No digas esa
cosas.
__No te enfades,
es que esto no es vida. No hay derecho obligar a nadie a vivir así.
Esa misma noche
se conectó a Internet y lo buscó: “maneras de suicidio”
Encontró una
página de suicidas, donde lo primero era una oferta de un alemán para matarte
como y donde quisieras.
__Pero, ¿esto es
legal?.Como puede nadie dejar una dirección Web para ofrecer semejante cosa.
Buscó de otro
modo: “cianuro potásico”. Eso fue lo que mató a Ramón Sampedro. Esta por todas
partes.
Le sorprendió la
facilidad para conseguirlo. En la página de suicidas ya lo habían advertido y
proporcionaban, además, la excusa adecuada para pedirlo sin levantar
sospechas. Facilitaban, también, la
explicación de la dosis necesaria y de
cómo se produciría la muerte.
__Es increíble.
Lo pensó durante
días. Amparo cada vez sufría mas. Ella estaba totalmente a favor de la
eutanasia. Pero no quería ser el brazo ejecutor. Su conciencia, posiblemente,
iba a darle mucho la lata.
No tuvo mas
remedio que decidirse. Fue a la página e hizo el pedido.
__Soy joyera. Lo
necesito para mi trabajo.
Nadie se molestó
en comprobarlo. A los dos días tenía el veneno en casa.
Esperó a que los
niños se fueran de campamento. Cuando regresó de acompañarlos al autobús se lo
comunicó a Amparo.
__Hazlo esta
misma noche.
__Necesito
tiempo para decidirme.
No durmió. A las
cinco de la madrugada ya no pudo mas. Se levantó, se vistió y fue a la
habitación de Amparo.
__Gracias a Dios
__¿Quieres que
esperemos a mañana y que venga un cura?
__¿Para que
quiero un cura, dime la verdad?
__Tienes razón.
Se acercó y le
acarició la cara. Se inclinó y la besó muchas veces.
__Amparo, te
quiero igual que a una madre, ya lo sabes. Hago esto porque no puedo verte de
esa manera. No puedo soportar esa mirada suplicante, no…
__Lo haces
porque yo quiero que lo hagas. Es tu obligación. Es un acto de amor y de
compasión. Y no te pongas melodramática, ya sabes que no lo tolero. Si puedes,
quédate conmigo hasta el final, pero si no lo soportas, no es necesario.
Salió de la
habitación. Trajo el veneno preparado como le habían indicado. Sin que le
temblara la mano levantó la cabeza de Amparo y con la otra le acercó el vaso
con la paja a los labios.
Estuvo
acariciándola hasta que murió. Tardo cinco minutos. Tuvo alguna convulsión pero
la agonía no fue difícil.
Varios meses
después, cuando ya había logrado un entente con su conciencia, tuvo una llamada
telefónica.
__Marisa soy
Gloria, me gustaría que vinieras a verme.
Gloria era la
mejor amiga de Amparo. Le contó que estaba desahuciada.
__Tengo un
cáncer de páncreas. Ni siquiera me operan. Me han dicho que la agonía será
larga. Cuando empiece a perder facultades, quiero que hagas algo por mi. No
tengo familia cercana. Te entregaré en mano una buena suma de dinero, para no
levantar sospechas.
Salió dando un
portazo.
__¿Pero que se
habrá creído esta, que soy el matón de la mafia?
Volvió a
visitarla semanas mas tarde. La enfermedad la estaba matando lentamente, pero
de forma inexorable. Tenía dolores terribles que ninguna droga era ya capaz de
calmar.
__¿Cuando
quieres que lo haga?.
__Ahora mismo.
Tengo aquí el dinero.
__No quiero
dinero. Lo hago porque no quiero verte así.
Estuvo con ella,
hasta el final. La agonía fue menor que la de Amparo.
__Espero que
esto no se convierta en una costumbre. No quiero ser el ángel de la muerte. No
me extraña que para algunos esto sea un oficio.
Nadie volvió a
llamarla nunca mas.
Pasaron los
años. Los chicos se habían marchado a la universidad. Ella llevaba una vida
tranquila y discreta. Un día llamaron a la puerta a horas intempestivas. Cuando
abrió, a pesar del aspecto que tenía, le reconoció de inmediato.
__Hombre, a
buenas horas. Vaya viaje tan largo. ¿Te han secuestrado piratas o algo así?.
__¿No me invitas
a pasar?
__Adelante.
Le preguntó por
los hijos. Se alegró de que le fuera tan bien en la vida, le dijo que estaba
enfermo, muy delicado del corazón, y le comunicó sus intenciones.
__Vengo a vivir
aquí contigo y los niños hasta que me llegue la hora, que será pronto.
__¿Ah, si?. Mira
que bien.
__Creí que me
guardarías rencor.
__Como se ve que
no me conoces.
Le invitó a
cenar y luego en el café le disolvió todo el veneno que le había sobrado.
__Espero que no
esté caducado
Esta vez no fue por compasión. Fue porque se
lo tenía merecido. El muy cabrón.
__Perfecto__se
dijo cuando regresó al comedor y comprobó que había muerto.
__Mañana
entierro.