La leyenda del pueblo de los hombres mujer



Capitulo II



__Tiene que contarnos qué  sucede y que ha sido ese alarido, que ya nosotros habíamos escuchado, y quien trató de entrar en la casa__ dijo Ana resueltamente, mientras traía el bolso y sacaba el neceser para maquillar a Juan.
   __Se lo diré en pocas palabras, pero píntele la cara ya.
   __Ni hablar
   __Deja que te pinte, es evidente que ocurre algo.
   La patrona se encaró con Juan
   __Si no se maquilla, le echaré a la calle y que la mariposa de la muerte se entienda con usted.
   __ ¿La mariposa de la muerte?
   __Cuéntenoslo todo__ apremió Ana mientras trataba de poner el maquillaje a Juan que se retorcía como una anguila para esquivarla.
   “Sucedió por primera vez hace muchos años. Mi abuela me lo contó. Dijo que una noche, ya entrado el otoño cuando los días son más cortos y la gente se encierra en las casas a asar castañas y a preparar las despensas para el invierno, resonó en el pueblo un alarido estremecedor”.
   __¿Como este de hoy?
   __Lo mismo.
    “Los vecinos se llamaron desde las ventanas. Todos lo habían oído. El alcalde y mi abuelo decidieron salir a ver  de qué se trataba. Los demás asomaron a las puertas con la escopeta a punto para cubrirles la retaguardia y acudir a socorrerles si fuera necesario”.
   __Ni hablar, no me pintas los labios, de ninguna manera.
   __¡Cállate!, o seré yo misma la que te ponga en la calle. Continúe por favor. No interrumpas mas__ e dijo a Juan bajando la voz.
   La patrona daba la vuelta a una olorosa tortilla de patata. Unas no menos olorosas sopas de ajo borboteaban en una olla sobre el fogón.
  Ana, después de terminar con su tarea de maquilladora, colocó los platos para la cena que la mujer había dejado sobre la mesa. El hombre pintado de mujer entró en la cocina. Al sentarse a la mesa miró a Juan con curiosidad.
   __ ¿Qué le parezco, a que estoy atractiva?
   __No debería mofarse__ afeó la patrona__ la historia no tiene gracia.
   __¡Cállate!__ dijo Ana, dándole un manotazo__ Continúe señora, haga el favor.
   “Pues eso, que salieron a ver qué pasaba. No vieron absolutamente nada. La noche estaba tan tranquila como fría. Un niño, el mayor del tío Ignacio, comenzó a gritar que la había visto”.
   __ ¿Dejaron salir  a los niños?
   __Y si no los dejaron, salieron solos.
   “Como le decía comenzó a gritar: la he visto, la he visto.
¿El qué? ¿Qué es lo que has visto?
La mujer mariposa, la he visto, la he visto, la he visto, la vi, repetía histérico. Su madre, mujer resuelta, llegó y le dio un bofetón__ para que se calme__ explicó a los vecinos. El chico, se tranquilizó con el cachete y contó que había sentido un siseo detrás de él, como si lanzaran un cohete y al volverse a mirar vio una mujer muy alta que se elevó en vertical para luego salir volando con unas alas enormes.
Para cohetes estamos, dijo el alcalde.
 Bueno, la fantasía de los chicos, terció el maestro, ya se sabe.
 La he visto, la he visto, una mujer enorme, con alas…
Su madre se lo llevó a casa a rastras. Antes de entrar se lo advirtió: Deja ya de decir chorradas, si no quieres cobrar de verdad. Y te vas a la cama sin cenar, por embustero.
 Mama, te lo juro…
El niño se calló cuando vio a la madre coger la escoba. Se fue de refilón a la cama sin rechistar. Al día siguiente su padre subió a buscarlo al ver que no estaba para desayunar.
Este chico. Hay que salir con las cabras. Siempre hace lo mismo.
Se lo encontró muerto, dormido tranquilamente, sin ningún signo de violencia. Muerte súbita, dijo el médico. Se da a todas las edades, explicó antes de que le preguntaran si eso no era más propio de bebés”.
   Ana y Juan no habían comenzado a cenar, escuchaban absortos a la patrona.
 “Días más tarde, cuando aun rezaban el rosario cada tarde por el pequeño difunto, volvió  a escucharse el grito. Esa noche los niños y las mujeres se encerraron en las casas y todos los hombres salieron en grupos de a cuatro a patrullar por el pueblo, armados con  lo que tenían a mano. Dieron varias veces la vuelta al recinto sin observar nada raro, hasta que, de pronto el tío Genaro y sus tres hijos, sintieron un siseo a la derecha de donde se hallaban.
El zumbido del cohete, dijo el más joven.
Chissst.
Sigilosos se dirigieron al lugar de donde procedía el ruido; una repentina ráfaga de viento helado les detuvo al tiempo que una mujer envuelta en algo membranoso se elevó ante ellos y antes de que reaccionaran, desplegó unas enorme alas y se perdió en la noche”.
   __¡Que buena está esta la sopa!__ exclamó Ana que necesitaba decir algo.
   __A mi todo me sabe a pintalabios.
   La patrona miro de reojo a Juan y siguió con su historia.
 “Aquí, aquí, está aquí.
¿Que habéis visto?
La enorme mujer que vio el niño. Salió volando. Era cierto. Nosotros hemos notado un viento frío.
Estamos en octubre. Es normal.
El padre se había apoyado en un árbol. Le costaba respirar. Nunca jamás en sus muchos años de cacerías y noches a la intemperie había visto cosa igual. Ni siquiera la hubiera podido imaginar.
 Ahora sí, estoy seguro de que el mundo se acaba. Lo dice la Biblia: veréis señales. Pues yo las he visto. Quiero confesión, que venga el cura.
No hizo falta esperar mucho, el sacerdote estaba allí mismo. También se había unido a la expedición armado con un hisopo y una cruz.
Lo mejor contra los vampiros, además del ajo.
¿Pero son vampiros?
No sabemos, lo seguro es que son criaturas del demonio.
Estos siempre encuentran trabajo, dijo el alcalde, que era ateo.
Hizo bien el viejo confesarse. Aquella noche falleció, lo mismo que sus tres hijos. Muerte súbita, volvió a decir el médico.
¿Usted no sabe diagnosticar otra cosa?
Es lo que es. Muerte súbita.
Míreles el cuello a ver si los ha mordido un vampiro.
No diga tonterías.
Coño, míreles ¿Qué trabajo le cuesta?
No, no tenían marcas de mordeduras ni ninguna otra señal. Era una muerte plácida; ni se enteraban. Pero la gente comenzó a atemorizarse. En todas las conversaciones se referían los hechos del mismo modo: Se oye el alarido, salen los hombres y los que ven a la mujer, mueren. El pueblo acordó no salir de casa oyeran lo que oyesen. Pasaron los días y el grito no volvió a escucharse. Los vecinos recuperaron un poco la calma.
Pero la última semana  antes del día de difuntos, un alarido lastimero retumbó en el hielo de la noche y se coló en cada morada. Los vecinos habían acordado no salir, pero la tía Calixta que sabía que sus días en este mundo estaban contados, hizo una sugerencia no exenta de lógica.
Hasta ahora han sido hombres los que la han visto y han muerto. Pero ¿y si la ve una mujer, que sucedería? Voy a salir a comprobarlo. Además no quiero morirme sin ver algo extraordinario.
Sus hijos protestaron, pero ella les convenció con el argumento de que estando desahuciada, como lo estaba, no importaba morir unos días antes. Posiblemente se ahorrara sufrimientos inútiles. De modo que, cogió su cachava y salió a la noche, bien abrigada eso si  para no pillar un resfriado, en el momento en que el grito volvió a escucharse.
Así y todo, tiene un par de huevos__ sentenció el alcalde.
Se encontró a la  mujer mariposa justo delante de la iglesia. Pareció descolgarse del viejo tejo. Sin miedo ninguno se miraron ambas. La mariposa se inclinó hacia delante para verla mejor y logrado el propósito, se escucho el siseo y se elevó en vertical, tan alto, que la tía Calixta no la pudo ver emprender el vuelo.
Regresó a casa y convencida de su final, se despidió de la familia.
Llamad al cura que me administre los sacramentos y luego dejadme sola.
A la mañana siguiente la oyeron gritar llamando a su hija. No se había muerto. Vivió aun bastantes meses. Esto hizo que la gente llegara a una conclusión:
Sólo mueren los hombres.
Por alguna razón que desconocían la muerte súbita era para los varones que veían a la mujer con alas.  Del mismo modo desconocían quien o que era la mariposa y de donde había surgido, pero ahora les intrigaba mas porque morían los hombres y no las mujeres.
Tampoco está claro. Sólo ha ocurrido una vez, no es porcentaje suficiente, razonó el maestro.
Tiene razón, convino el alcalde, lo cual era raro porque no estaban de acuerdo en nada. El edil consideraba al maestro un meapilas inaguantable.
Haciendo cábalas se sucedieron los días. Noviembre ya estaba ahí, vendrían los comediantes”.
   __¿Venían comediantes al pueblo?__ preguntó Ana__ lo mismo que en el de mis abuelos cuando mi madre  era niña. Recuerdo que me hablaba de una familia que se llamaban Los Magdalenos. Ella era amiga de la hija más pequeña. Se llamaba Amparito. Un día enfermó y mi madre hizo su papel. Le dieron una bolsa enorme de caramelos.
   Juan la miraba con su cara pintada. Ana no dejaba de sorprenderlo. Ahora resultaba que su madre había sido comedianta de niña.
   __Que vida tan interesante habéis tenido.
   __Mas que la tuya, niño de barrio pijo. Recuerdo que interpretó al hijo de Genoveva de Brabante__ dijo entornando los ojos con nostalgia.
   __Interpretaría a la hija.
   __Hizo de hijo.
   __ Claro, una buena actriz hace cualquier papel.
   __Vete a la mierda.
   La patrona les miraba sin perder la paciencia. Su marido después de comer un buen trozo de tortilla, se había dormido.
“Les decía que vinieron comediantes”.
   Juan y Ana, que se observaban con el cuello estirado como gallos de pelea, volvieron a prestarle atención. La vieja prosiguió.
“La gente acordó no hacer mención a los sucesos. La vida volvió más o menos a la normalidad. Las comedias se representaban en la iglesia, pero los actores vivían esos días repartidos por las casas, de allí salían ya maquillados para la función. No eran suficientes, así que cada uno podía hacer varios personajes en la misma obra. Una noche uno de los hijos venía perfectamente caracterizado de mujer, le acompañaba otro hermano que hacía papel de hombre. Estaban representando “El perro del hortelano”. Todos lo escuchamos. El muchacho llegó pálido a pesar del maquillaje, el otro se hizo las necesidades encima. Juraron entre sollozos haberla visto: si, la mujer con alas que vieron antes los muertos. Nadie se atrevió a decir la verdad. El cura se les acercó y con disimulo les administró la extremaunción o algo parecido.
Se suspendió la función por indisposición de dos actores. Pero nadie del pueblo se fue a su casa, se quedaron haciendo apuestas sobre lo que sucedería esa noche.
Me juego la mula a que muere el hombre.
Hombres son los dos.
Si, pero el otro parecía una mujer. Recuerda lo de la tía Calixta.
La mariposa sabrá diferenciar entre una mujer y un hombre pintado de mujer.
O no.
A la mañana siguiente todo el pueblo esperaba la noticia del fallecimiento de alguno o de ambos. La hermana salió llorando a buscar a los padres que  dormían en otra casa.
Mi hermano, mi hermano, está muerto.
¿Cual, cual hermano?
Manuel
¿El que iba vestido de mujer?
No, el otro. Mama, papa, por Dios…
La familia de actores itinerantes, se cansó de preguntar a todo el mundo que había sido aquello.
¿Que aquello?
Eso, lo que habían visto los hijos.
La gente había convenido no soltar prenda. Ahora ya estaba muerto el chico ¿para qué decir nada? Se correría la voz y vendrían gentes de la ciudad a investigar. Capaces serían de fumigar el pueblo con ellos dentro. Todavía recordaban cuando años atrás, un águila enorme descendió sobre el valle y se llevó en sus garras un niño del cesto en el que lo tenía su madre, mientras trabajaba en el huerto. Los huertanos subieron montaña arriba culpándoles de criar pajarracos y soltarlos sobre el valle para acabar con ellos. Gracias que la Providencia hizo que unos militares estuvieran realizando prácticas de escalada en un lugar cercano y se apercibieran de los sucesos, encaminándose hacia el pueblo para defenderlos de sus agresores, si no, no lo hubieran contado. De todos modos se vieron obligados a montar guardia por las noches durante mucho tiempo.
Oye y ahora que caigo. ¿y si fue un bicho de estos en vez de un águila lo que vieron en el valle?.
No lo creo, esta mariposa no se lleva a nadie.
Bueno, ahora en lo que estamos es en descubrir si mata mujeres. Es muy importante. Nos va la vida en ello. Sugiero que la próxima vez, sean mujeres las que salgan  a la calle.
Cobardes, eso es lo que sois.
Necesitamos estar seguros.
Oye__ dijo la tía Honoria__ ¿Y por que no salen hombres vestidos de mujer? Parece que al comediante fue eso lo que lo salvó.
Si, si. Tiene mucha razón.
Esta bien, que no se diga que somos caguetas. Yo me disfrazaré de hembra, la próxima vez__ se ofreció el tío Ramón.
Pues no se hable más.
Además llevaré la escopeta y le pegaré un tiro. Por ahí deberíamos de haber empezado.
La mariposa tardó tres días en aparecer de nuevo. En casa del tío Ramón, el maquillaje estaba preparado; su mujer que nunca se pintó, había comprado todo lo necesario. Hasta esmalte para las uñas. En cuanto se oyó el grito, se pusieron manos a la obra. El resultado fue ridículo por completo. Si no fuera el temor, la mujer se hubiera reído con ganas. Además Ramón se había puesto un vestido que había pertenecido a su suegra con un pañuelo por la cabeza, para que el pelo no lo delatara, que le picaba y se le caía sobre los ojos. Si la mujer mariposa tuviera sentido del humor, se hubiera divertido con la visión. Y si tuviera amor propio se llevaría un berrinche con la visión del hombre-mujer. Habían pensado engañarla con un mamarracho armado con un rifle. ¡Qué cutres!. Pero la mariposa o era miope o carecía por completo de sentido de la estética.
Cerca de la era se encontraron. Ella lo miró con detenimiento y él se orinó encima. No recordó para que servía el arma que llevaba abrazada, mientras hacía ímprobos esfuerzos por no salir corriendo. Al final la mujer con alas se fue con la misma escenografía de siempre y el tío Ramón corrió para casa aunque sólo fuera para cambiarse de calzoncillos. No murió esa noche. Y quedó como un héroe para algunos y como un cagueta para los más.
Al final el pueblo se convenció: sólo mueren hombres. Pero ¿Por qué? La mariposa no se los come. Entonces ¿Qué gana con su muerte?
Ese fue el siguiente dilema”.

Continuará,,,,


No hay comentarios: