La leyenda del pueblo de los hombres nujer

Capítulo VI





__ ¿Son los que tenían que haber llegado ayer?
   __Si señor.
   __¿Que excusa han dado?.
   __Que se extraviaron en la niebla.
   __ ¿Cree que…?
   __Seguro que sí.
   __Dichoso pueblo, siempre aparece cuando no debe. ¡Qué cruz de montaña!
   __ ¿Qué quiere que hagamos?
   __Nada. Esperaremos a ver qué pasa. Luego obraremos en consecuencia.

   Juan se duchó y se acostó. Cerró bien los postigos, por si acaso. Tardó en dormirse, pero al final lo consiguió. Soñó que estaban en una isla del Pacifico y unas hormigas gigantes se los comían. Despertó sobresaltado. Esto si era un sueño, gracias a Dios.
   __Creo que terminaré por desarrollar una entomofobia.
   No obstante volvió a dormirse haciendo esfuerzos por soñar con Charlize Theron . No lo consiguió, pero no lo hizo tampoco, con insectos.
Ana se vistió adecuadamente y se fue a dar una vuelta por el recinto. Hoy no tenía cuerpo para esquiar. Tras el paseo, se acercó a la cafetería para comer algo; mientras hacía cola en el self service, puso la oreja en las conversaciones de la gente. No escuchó nada que despertara su atención. Se sentó con su humeante plato de cocido montañés  al lado de la ventana, contemplando el paisaje grandioso y relajante.
   __Mirando la montaña nadie diría que la muerte acecha. En cualquier parte puede estar escondida. Este es un lugar ideal para eso.
   En ese momento, como si sus pensamientos se materializaran, vio llegar la funeraria.
   Subió  pausadamente por la empinada ladera y aparcó frente al hotel. Ana dejo la comida a medias y se fue corriendo. Pregunto al chofer quien se había muerto.
   __Parece ser que un chico joven. Seguro que un deportista. Un caso de muerte súbita. Son más corrientes de lo que la gente piensa__ Dijo el hombre de corrido, como si estuviera acostumbrado a dar explicaciones sin que se las pidieran.
   __ ¿Vienen a menudo a la estación?
   __Hombre a menudo yo no diría. De vez en cuando, si.
   __ ¿Siempre son casos de muerte súbita?
   __La mayoría sí. El corazón falla debido a la altura. La gente no lo piensa. También hay algún que otro accidente.
   __ ¿Son hombres o también mujeres?
   El funerario pareció sorprendido.
   __Son hombres. Si, son siempre hombres. Mire…no había caído.
   A Ana ya le bastaba con aquello. Decidió, sobre la marcha, quedarse unos días y observar más detenidamente. Pensó con razón que si había muertes extrañas, desde hacía años, algún medio tenia que haberse interesado.
   __Tiene que haber periodistas o en su defecto, alguien investigando tratando de pasar desapercibido por si acaso.
   Pensó un modo de atraer la atención de los posibles investigadores. La idea se le ocurrió caminando por la nieve. El frío le aguzaba el intelecto.
   “El pueblo fantasma de los hombres-mujer” y debajo “ 533”. Fue el posit  que se encontraron los huéspedes sobre el espejo del ascensor. La mayoría no entendieron nada. Pero quien debía entender lo hizo a la primera. No tuvo que esperar mucho. Cuando abrió la puerta de la habitación, por la tarde, reconoció al periodista. Era un colaborador del mejor programa de misterio de la televisión. Pedro León, se llamaba, un tipo alto y corpulento, que inspiraba confianza. Tenía publicados varios libros sobre temas paranormales. Fue muy fácil entenderse con él. Ya sabía muchas cosas, conocía la leyenda del pueblo desde hacía años, aunque no se había tropezado con él, a pesar de haberlo intentado en varias ocasiones. Se quedó fascinado con la historia.
   __Que suerte has tenido. Me cambiaba por ti ahora mismo.
   __ ¿La mariposa continua matando?
   __Desde luego. ¿Por qué te crees que estoy aquí? Mucha gente la vio.
   __¿No saben lo de pintarse la cara?
   __Nadie quiere creerlo. Piensan que estamos locos o que queremos sacar  partido de la historia haciendo un show  televisivo, con los hombres pintados de mujer. A nosotros han llegado a decirnos que nos financia una marca de cosméticos.
   Le dio la razón: la mariposa era alguien que se transformaba y posiblemente, fuera capaz de vivir cientos de  años, o tal vez para siempre. Corroboró la hipótesis de la destrucción del pueblo.
   __Si, el ejercito lo arrasó cuando las autoridades supieron lo que habían hecho con los mendigos. Ni detenciones, ni juicios, ni leches. Destrucción por sorpresa. No quedó nadie con vida, de los veinte vecinos que vivían allí en aquel momento. También habían deducido que era alguien que se transformaba, así que pensaron matar dos pájaros de un tiro,  pero por lo que se ve, ella sobrevivió. Nadie por estos lares quiere hablar del tema. Todo el mundo guardó silencio durante años, pero yo encontré una evidencia escrita. Alguien de los que participaron en la destrucción del pueblo, lo anotó en una especie de diario. Un día, ya en trance de muerte, se lo entregó al cura del valle posiblemente bajo secreto de confesión.. El debería haberlo destruido pero, por suerte para nosotros, lo guardó entre los legajos de la rectoral. El nuevo párroco es amigo mío, lo encontró y me lo hizo llegar.
   __ ¿Tienes alguna “sospechosa”?
   __Tengo la evidencia, en el escrito que te he dicho__ Dijo sonriendo.
   __¿Es alguien del pueblo?
   __Desde luego fue del pueblo. Una antepasada de la patrona, precisamente.
   __Pero…ella me dio un rifle para que le disparara.
   __Por eso, quieren que la maten. Así dejará de sufrir. Por esa razón se les aparecieron y dejaron que la vieran. Lo hacen siempre que pueden. Para que alguien acabe con ella.
   __ ¿Por qué no lo hacen ellos?
   __Porque ya no existen.
Ana se quedó pensativa. Desde luego no había quien se creyera la historia. Sin embargo era real. Ellos la habían vivido.
   __ ¿Que se puede hacer?
   __Contarle a la gente la verdad. Hoy ha habido una muerte. Anteayer hubo cinco, nada menos. Pero lo llevan en secreto. Siempre encuentran una excusa, los jóvenes de ayer, sin ir más lejos: dijeron que habían muerto de sobredosis. La estación cerraría si se corriera la voz. Aunque ya hay sospechas y muchas.
   __Puedes contarme porqué se dice que es una antepasada de la patrona.
   __Desde luego. Te lo resumiré. Ocurrió hace muchos años. Ella era una chica muy guapa y muy querida en el pueblo. El hijo del dueño de la mina se enamoró de ella y se casaron en contra de la opinión de la familia de él. A la pobre niña le hicieron la vida imposible, tanto, que el muchacho decidió sacarla de la zona de influencia de la familia, antes de que enfermara de melancolía. Le suplicó al padre el traslado al sur de África, donde la compañía acababa de adquirir varias concesiones mineras. El padre accedió a regañadientes, mas le hubiera gustado que abandonara a la chica, pero como eso era imposible a todas luces, le dejo ir con su aparente bendición. Desde que llegaron, ocurrió toda una serie de sucesos extraños. Hay quien dice que el hechicero de una tribu a la que habían expulsado de sus tierras les hizo vudú, hipótesis corroborada por el resto de empleados, ya que desde siempre, ocurrieron cosas muy extrañas en los campamentos. A esto se unía la visión de un ser alado de la selva que según los nativos comía las almas de la gente y que pudo haberse  introducido en la muchacha. Esto es lo que yo creo que realmente pudo ocurrir. Lo cierto es que el chico falleció de muerte súbita y ella regresó a España, destrozada anímicamente y completamente cambiada. Se había transformado en una mujer huidiza y taciturna; Su familia política no quiso nada con ella y  regresó a la montaña con los padres. Fue a partir de ahí cuando comenzó a aparecer la mujer mariposa come almas. Parece ser que en el pueblo sospecharon de ella cuando vieron una información que consiguió el maestro. La observaron y controlaron durante meses y una noche ¡por fin! la vieron transformarse. No se si no quisieron o no pudieron matarla, tal vez lo último y por eso decidieron traerle comida. Luego, cuando la estación se construyó la dejaron ir libremente. Parece ser que alguno se fue de la lengua y se corrió la voz; a pesar de lo extraño del caso, las autoridades lo creyeron exigiendo a la familia primero y al municipio después, la entrega de la muchacha. Ante la negativa reiterada,  arrasaron el pueblo, pero ella escapó, como muy bien sabemos tu y yo y algunos más, aunque no lo quieran reconocer.
   __Si en otros pueblos la vieron ¿Por qué no la mataron?
   __Recuerda lo que te pasó a ti. La gente se quedaba paralizada del mismo modo. Es como si tuviera un campo de fuerza alrededor. Todo se queda en suspenso. Sólo ella y su poder para apoderarse del alma de los hombres. El miedo, la impotencia y por fin la muerte. Eso es lo que la rodea.
   __ ¿Crees que me han elegido para matarla?
   __Pudiera ser. De todos modos es difícil ya te lo dije.
Ana se quedó pensativa. Quizá fuera la elegida para acabar con ella. Todo se había confabulado esa noche: No solían ir a esquiar, ni les gustaba demasiado la montaña, ese día salieron tarde, les sorprendió la noche, se perdieron en la niebla…demasiadas casualidades.
__Mi programa y yo tenemos un plan. Te lo explicaré porque es fundamental que colabores, aunque también debo advertirte de los riesgos. Me gustaría hablar con tu marido.
__Eso va a ser complicado.

__No te preocupes. Estoy acostumbrado a las complicaciones.


Continuará...

La leyenda del pueblo de los hombres mujer

Capitulo V




La noche fue larga. Parece increíble lo que tardan en pasar las horas, incluso los minutos. Ana se durmió después de un rato, pero Juan estuvo el resto de la velada dándole vueltas a la cabeza. Parecía una broma absurda. No podía ser verdad lo que les había sucedido. Seguro que estaba en una pesadilla. De un momento a otro se despertaría en su cama y todo habría sido un mal sueño.
Pero, amaneció y todo continuaba igual, Ana se despertó, a la vez que la patrona y su marido, ya con la cara lavada, aparecieron en el salón.
   __Vamos a desayunar y podrán irse. Hace un sol espléndido.
   Juan no se había dado cuenta de que la niebla se había disipado por completo. Mientras preparaban el desayuno salió a la calle. Instintivamente, miró hacia arriba. El cielo era de un azul limpísimo y la luz tenía un brillo muy especial. Nada que hiciera recordar los sucesos de la noche anterior. Todo estaba en silencio. Le extrañó no escuchar ni siquiera el canto de un pájaro a aquellas horas tempranas y con aquel día magnifico.
   El coche estaba aparcado delante. Por lo visto Ana lo había movido del sitio en el que lo dejaran anoche.
   La fonda era la última casa habitada a ese lado de la calzada. En frente estaban los restos de lo que parecía haber sido la escuela. Se notaba por la forma del edificio típico de los años sesenta, con la vivienda de los maestros encima. Juan era arquitecto técnico; aquellos edificios siempre le habían parecido un modo magnífico de aprovechar el espacio. Eran un ejemplo de funcionalidad y de integración. No desentonaban en ninguna parte, tuvieran alrededor, la arquitectura que tuvieran.
   Siguiendo la calle hacia la izquierda, se llegaba a la plaza. Al fondo, estaba la iglesia cerrada, con la espadaña medio derruida y casi invadida por el bosque que aparecía inmediatamente detrás. La campana, abollada y herrumbrosa, estaba colocada delante de la puerta. El gran tejo desde donde, según el relato de la patrona, se descolgaba la mariposa, se veía en cambio verde y frondoso, como un triunfo de la naturaleza sobre lo construido por el hombre. El resto de las casas estaban medio derruidas. Algunas, con un poco más de suerte o de solidez, aún conservaban las fachadas en pie, aunque la techumbre se había venido abajo, ayudada, muchas veces,  por derrumbes de la montaña.
   __Que desolación de lugar.
   Había algo que le chocaba, no sabía decir el que, pero notaba algo extraño en todo el conjunto. Estaba tan embotado después de los acontecimientos y de la noche de vigilia que no tenía la mente clara.
   Regresó a la casa, al oír que Ana le llamaba.
   __Venga, vamos a desayunar para poder irnos. ¿No tenías tanta prisa?
   Desayunaron en silencio. De pronto a Juan se le ocurrió preguntar.
   __¿Cuantos vecinos hay en el pueblo?
   __Nosotros nada más.
   __ ¿Como ustedes? Ayer vimos por lo menos otras dos casas con gente.
   __Imposible. No hay nadie más. Todo el mundo se fue hace años.
   Juan miró a Ana, pero estaba concentrada en el café como si tuviera delante una bola de cristal que le fuera a mostrar el futuro de un momento a otro. La tocó con el pie por debajo de la mesa, pero ni se inmutó. De pronto se levantó, como accionada por una palanca y le instó a irse ya de aquel lugar.
   __Vale, vale…
   Se despidieron de la patrona y su marido, que no quisieron cobrarles bajo ningún concepto. Ni aceptaron una propina, siquiera por la comida.
   __Vamos, vamos, déjalo ya__ Insistía Ana, que parecía tener de repente mucha prisa. Se sentó al volante antes de que Juan tuviera tiempo ni de abrir la puerta.
   __El retorno de Ana la rápida.
  __¡Déjate de tonterías! Tú no has dormido y la carretera es peligrosa. Conduzco yo. Punto.
   Juan no se atrevió a llevarle la contraria. Al abandonar el pueblo por donde habían llegado ( no existía otro camino), le chocó no ver más casas en pie.
   __Vete despacio, quiero ver la primera casa donde llamamos anoche. La patrona dirá lo que quiera, pero ayer…
   __No te molestes, no existe. Ya lo comprobé esta mañana, cuando fui a buscar el coche.
   __ ¿Entonces?
   __Entonces, nada. Es todo muy extraño. Cállate y salgamos de aquí cuanto antes.
   Siguieron en silencio. Ana miraba continuamente por el retrovisor, quizá esperaba que el pueblo desapareciera de pronto como por arte de magia. Fue entonces cuando Juan cayó en la cuenta.
   __Las casas, las casas…__exclamó de pronto chasqueando los dedos.
   __ ¿Que dices?
   __Las casas, es como si las hubieran bombardeado. Están todas destruidas del mismo modo. No es que se fueran cayendo; es que arrasaron el pueblo. Ahora lo veo claro.
   __ ¿Con que objeto?                                                                      
   __Quizá para matar a la mariposa.
   Ana detuvo el coche. El pueblo ya no se veía.
   __Arrasaron el pueblo para matar  a la mariposa. ¿Por qué motivo? No creo que viva en el pueblo. ¿Dónde iba a esconderse un ser así? A no ser…
   __ ¿A no ser…?
   __Que algún vecino se transforme como los hombres lobo o como los vampiros. Por eso nunca dieron con su escondite y por eso nadie le disparó, porque averiguaron quien era.
   __Tú no has podido hacerlo.
   __No, pero entre varios si hubieran podido. Mientras uno la distrae los otros le disparan. Además le trajeron comida. ¿Recuerdas?
   __Si, también la gente de la estación.
   __No lo creo. Ni en la estación ni en los otros pueblos. La patrona nos mintió.
   __ ¿Y por qué no dejaron que me matara?
   __Pienso que quieren que conozcamos la historia. No sé por qué motivo, pero estoy segura de que quieren que sepamos lo que pasa. Voy a dar la vuelta.
   __ ¿Queee? de ninguna manera.
   __Te apuesto lo que quieras a que tampoco existe la fonda.
   __No vuelvas. ¿quieres que esta vez nos maten?
   __¿Quienes? Estoy segura de que no hay nadie. Ayer los vimos, pero hoy ya no, no te preocupes.
    Era inútil discutir. Ana comenzó a maniobrar. Juan se vio volando montaña abajo con coche y todo; tuvo intención de bajarse, pero Ana era capaz ¡ya lo creo!, de dejarlo allí abandonado.  Ella era una buena conductora y logró dar la vuelta apenas sin problemas. Condujo en silencio. Al dar la última curva donde el pueblo dejara anteriormente de verse, éste no apareció por ningún lado. Juan estaba mudo y pálido como un muerto
   __Quizá sea la siguiente__ pensó Ana en voz alta.
   A la siguiente tampoco apareció el pueblo. Continuaron un buen trecho. No había ni rastro. Comenzaron a cruzarse con otros vehículos.
   __Hoy hay tránsito por esta carretera, es extraño.
   __Ya teníamos que haberlo encontrado. Te lo dije, no está.__ Ana seguía concentrada en lo suyo.
   __Fue una visión. Ya lo sabía.
   __De eso, nada. Ayer fue real por completo.
   __¿Y por qué no está hoy?
   __Pues, porque no.
   __Ah. La montaña del pueblo fantasma, que aparece y desaparece como la isla de san Balandrán…
    De pronto, vieron muy en la lejanía, las torres del parador con su techumbre de pizarra.
   __No puede ser. No puede ser, es  increíble.
   __Continua por aquí. Quizá hayamos venido por este lado.
   __No, llegamos por el otro. Recuerda como estaba aparcado el coche esta mañana.
   __Esto es todo una broma…
  __¿De quién? Hemos vivido lo que hemos vivido. Un suceso extraordinario y paranormal.
   __Hemos tenido una alucinación y punto. Lo cierto es que se me quita un peso de encima. Cuando lleguemos sigues de largo. Nos vamos a casa.
  Ana asintió no tenía ganas de discutir. Juan se quedó relajado y después de un rato se durmió. La visión del parador le había sedado.
   __Genial__ pensó ella__ Por lo menos estará callado.


   Llegaron tras casi media hora. Juan continuaba dormido. El sitio era precioso, la paz era tan evidente que casi se podía tocar. Ana salió del coche y sacó el equipaje antes de que su todavía novio, se diese cuenta. Cuando él despertó, tuvieron una bronca de mucho cuidado. Tanto, que llamaron la atención de modo tal, que la gente salía de las cafeterías, a pesar del frío, para ver que estaba pasando.
   Al final Juan decidió pasar allí la noche y regresar a casa al día siguiente a primera hora. Podría haberse marchado ese mismo día, pero no sabía por qué no quería dejar allí sola a Ana, de momento, aunque pidió otra habitación.
   __ ¿Otra habitación, para qué?
   __Es que no quiero ni verte delante.
   __Esto es totalmente ridículo, Juan…
   __Aquí la única ridícula eres tú. Tú y tus alucinadas visiones. No discutas, no quiero verte ni volver a hablar del tema. Allá te las compongas. Mañana me iré en el Bus a primera hora.
   __Acuérdate de maquillarte por la noche__ le gritó Ana cuando él ya estaba en el ascensor.

   El recepcionista la miró por encima de las gafas con mucha curiosidad.        
   Cuando Ana se fue avisó al director.


Continuará...

La leyenda del pueblo de los hombres mujer


Capitulo IV



Juan no podía contener la risa. Ana no solo había perdido el conocimiento, se había hecho todo encima. Tan resuelta y valiente y al final como todos, cagada de miedo. Estaba en el baño, ayudada por la patrona. El viejo continuaba dormido. El se levantó del  sofá y cerró los postigos. Ya la habían visto; con una vez era más que suficiente.
   Cuando regresaron las mujeres al salón, evitó hacer comentarios jocosos. Ana estaba desencajada. Además era evidente que algo muy extraño estaba sucediendo. La patrona le dio una tila caliente y la envolvió en una manta.
   __Quédese aquí al lado de la chimenea mientras les preparo la cama.
Juan se sentó a su lado y le cogió la mano. Estaba temblando.
   __Te juro que jamás se me olvidará esta visión. Ha sido pavoroso.
   __¿Por que has mirado?
   __Porque quiero ver que es lo que pasa verdaderamente, no como tú. Además era una buena ocasión para librarse de ella o lo que sea.
   __¿Tu qué crees que es?
   __Lo que dice esta gente: una mujer mariposa.
   __¿Y de dónde ha salido?
   __Yo que sé, si ellos no han llegado a ninguna conclusión en años, no voy a hacerlo yo en unas horas.
   __ ¿Y piensas que en todo este tiempo no han intentado matarla, que has tenido que llegar tu para eso?

   Ella hizo como que no escuchaba. Cuando regresó la patrona, no tenía ganas de irse a dormir, prefería saber más sobre la visitante.
   __Cuéntenos a que conclusión llegaron en el pueblo.
   La mujer se sentó enfrente de Ana. No parecía estar asustada, después de años de convivencia con el ser estaba más que acostumbrada.
   “Como les decía discutieron largamente sobre el asunto del alma. El médico dijo que podrían ser rayos que quemaran a la gente por dentro.
   __Si, pero ¿sólo a los hombres? Eso no puede ser__ argumentó con mucha lógica el alcalde.
   __Solamente quiere el alma de los hombres. Es eso. No le den más vueltas.      Voy a rociar el pueblo entero con agua bendita y voy a rodearlo de cruces. Si es el diablo lo tendrá crudo. Ya tenía que haberlo hecho.
   El alcalde no replicó. A estas alturas ya admitía cualquier posibilidad, incluso dispuso una cuadrilla para ayudar al cura a levantar las cruces. Excuso decir que no sirvieron de nada. La mariposa volvió siempre que le dio la gana o cuando necesitaba almas. Lo bueno fue que como estaban prevenidos y los hombres se pintaban nada mas anochecer, no hubo más muertos. Entonces sucedió algo.
   Juan y Ana continuaban expectantes mirando a la patrona.
   __ ¿El que?__ pregunto Juan.
   La mariposa se fue a otro pueblo. Lo supo el médico, cuando su colega le pidió opinión acerca de unas extrañas muertes súbitas que se producían desde hacía un tiempo y unas aterradoras visiones que estaban teniendo los vecinos. El médico le contó lo del maquillaje y todo lo que ya ustedes conocen.
   __ ¿Y, le creyeron?
    __Naturalmente. Ya habían extraído conclusiones como en nuestro pueblo. Adoptaron con premura lo de pintarse la cara.
   De este modo, cada vez que el problema irrumpía en un pueblo, el remedio le seguía de inmediato y la mujer mariposa lo iba teniendo difícil. Los meses se sucedían y los años. Aquí en el pueblo hacía más de uno que no venía, aunque todos los hombres siguieron maquillándose. Ya era una rutina más. Lo fue desde entonces. Por aquellos días, comenzaron las obras para hacer la estación de esquí.
   Los pueblos de la comarca convinieron en que sería una buena cosa para el desarrollo de la zona­­. Pero claro la mariposa era un inconveniente y muy serio.
   Entonces pensaron en hacer batidas todos juntos, para dar con el nido. Algunos pueblos, ya lo habían hecho por su cuenta. Sin resultados, obviamente. Peinaron la montaña entera. No quedó resquicio que no controlaran. Jamás divisaron rastro de la mujer. Terminaron por convencerse de que, o venía del espacio cada noche o vivía bajo las nieves perpetuas del glaciar. Pero sobre tierra o en los árboles o en las grietas no había ni rastro de ella.
   __Va a ser un inconveniente para la estación. Paralizarán las obras.
   __Hay que pensar en algo__ dijeron a la vez los alcaldes.
   Estuvieron reunidos varios días y al final tomaron un determinación muy drástica. Traerle comida.
   Traerle comida mientras duraran las obras. Para que dejara a los obreros en paz.
   __ ¿Y como lo hicieron?
   __No sé si les gustará saberlo.
   __Tiene que decírnoslo de todos modos.
   Se fueron a las ciudades, cada pueblo a una diferente, y recogieron a todos los mendigos que encontraron. Los alojaron en las casas, como  a los comediantes, y una noche cada tres días o cuatro días , el médico sedaba a uno que era abandonado en la plaza para que la mariposa lo viera. De este modo entre todos los pueblos dieron abasto al bicho que esperaba dócilmente por la cena.
   __Lo convirtieron en un animal doméstico__pensó Juan en alta voz.
   __Mas o menos si__ convino la patrona.
   __¿Y dio resultado, los mendigos no sospechaban?
   __Si. Al final hubo que mantenerlos sedados a todos, porque más de uno trató de escapar.
   __Tuvieron suficientes hasta el final__ asintió Ana
   __Si, suponemos que la mariposa vigilaría a la gente de las obras, pero para que esforzarse si tenía la comida asegurada.
   __¿Y, al inaugurarse la estación? Porque naturalmente no habría indigentes para seguir con el plan eternamente.
   __Una vez en marcha, el problema ya no era solo de los pueblos. Cuando se percataran tendrían que hacer algo.
   __¿Como sucedió?_ _Inquirió Ana__ ¿Comenzó a morir gente o la vieron o    que …?
   __Comenzó a morir gente.
   __ ¿No les advirtieron lo de la pintura?
   __No. Porque entonces les culparían por no haberles avisado.
   __Vamos a ver, un momento__ Dijo Juan un tanto sobresaltado__ ¿Quiere decir que la mariposa mata en la estación, que es adónde vamos y ustedes no han advertido a nadie?
   __Ya le dije que no. Hace cincuenta años que está abierta la estación. ¿Se cree que no se han dado cuenta?
   __Esto es el colmo. Y que han hecho ellos. ¿Sabe usted si han tomado alguna medida, si le echan de comer también, por ejemplo?
   __Si.
   __¿Si, qué?
   __Que le pusieron comida. En aquel tiempo, ahora ya no lo sé. Como va tanta gente aunque muera alguien de vez en cuando… Además a la sombra del esquí crecieron los pueblos.
   __Este no, por lo que vimos.
   __No este no, pero la mayoría, los que estaban más cerca, si.
   __¿Quiere decirme como hicieron para darle de comer en la estación?
   __Utilizaron la cárcel y el cuartel. Algún recluso y algún militar de los que visitaban la enfermería y para no levantar sospechas la dejaban cazar por las noches en el recinto, de vez en cuando. Se sabe que los alcaldes hablaron con la dirección y creo que ellos si se pintaban por las noches. Recientemente hubo más de un comentario jocoso por haber descubierto algún jefe con la cara maquillada, pero ellos prefieren pasar por travestis, que contar la verdad.
   __¿La mariposa lleva aquí todos estos años?
   __Naturalmente.
   __¿Y cómo la alimentan ahora que ya no hay cárcel ni cuartel?
   __No lo sé, la verdad y tampoco me importa.
   __¿ Por qué no me han puesto a mí de cebo?
   __ ¡Juan!
   __Porque ya no lo hacemos. Ahora no es asunto nuestro.
   __Tu haz lo que quieras__ le dijo a Ana__ pero yo no me duermo. Yo no cierro los ojos  por nada del mundo. Esperaré aquí sentado hasta que amanezca.
   Se quedaron en silencio. Después de un rato, la patrona le dijo a Ana.
   __Ya le advertí que no iba a gustarles el relato. Vayan a dormir, no hay  ningún problema, ya se ha convencido de que no hay hombre nuevo. No volverá.
   __¡Y una mierda!. No nos movemos de aquí.
   __Bien. Como quieran. Tienen ahí la leña. Aticen el fuego. Hay café en la cocina. Les traeré mantas…
   La mujer les proveyó de mantas y almohadas, atizó la lumbre y se fue a dormir.
   __Buenas noches.
   __Buenas noches __respondió solamente Ana__ Que cosa ¿verdad? Si lo contamos nadie nos creerá.__ le dijo a Juan tras comprobar que la patrona se había ido.
    __Ya lo creo que sí. No has oído que en la estación los jefes se maquillan. Lo que sucede es que no podremos contarlo o le serviremos de cebo. Haremos una cosa: nos iremos directamente a casa, sin pasar por el parador y nos olvidaremos de esto.
   __Olvidarás tú, yo no creo que pueda. Además deberíamos advertir a la gente.
   __ ¿Cómo? Te tomarán por loca a las primeras de cambio.
   __ ¿Cómo justifican las muertes?. Llegamos, observamos lo que pasa y actuamos en consecuencia.
__Vamos a ver, Sherlock, piensa…La gente que dirige ya lo sabe. Tú tendrías que decirlo a los visitantes y en cuanto abras la boca, los de arriba, te la cierran para siempre. Pareces tonta. Además, la inmensa mayoría, te tomará a chirigota.
__Encontraré el modo. Ahora duerme si quieres, yo velaré.
__Prefiero enfermar de insomnio crónico, antes que dormirme aquí. Así que no te molestes. En cuanto a lo de ir, irás tú sola.
__Vale, buenas noches.

__Lo serán para ti….


Continuará...

La leyenda del pueblo de los hombres mujer


Capitulo III




Ana y Juan estaban cada vez mas intrigados con la historia. No podía ser cierta, pensaba Juan, pero era entretenida. Aquella gente tenía mucha fantasía y la patrona contaba bien los hechos. Sabía darles interés.
   __¿Y a que conclusión llegaron?__ preguntó Ana__ Me refiero a que, ¿para que mata hombres?
“Le dieron muchas vueltas al asunto.  El cura tenía la teoría de un demonio salido del infierno. Culpaba a la mina, decía que habían cavado muy hondo y  por allí se habían escapado los diablos. El alcalde le prohibió asistir a las reuniones si no cambiaba de argumentos.  Estaba hasta las narices de sahumerios, de sermones y de demonios. El maestro, más lógico,  buscó y rebuscó en sus libros. Incluso hizo un viaje a la ciudad para documentarse”.
   __Que pena, no existía Google.
   __ ¿De qué habla?
   __De nada, señora. No lo escuche, continúe.
“Le llevó su tiempo. Mientras, la mujer mariposa aparecía cada varios días. Como ya nadie salía a su encuentro, adquirió  la costumbre de acercarse a las casas y mirar por las ventanas. El primero en verla fue mi abuelo. Se llevó un buen susto, cuando se acerco al cristal para ver porqué ladraba tanto el perro y se encontró dos ojos enormes, brillantes y rojos, que le traspasaron. Retrocedió tambaleante.
   __Está ahí, en la ventana. No miréis…no miréis.
   Mi abuela se acercó y sin levantar la vista, cerró los postigos.
   __Me miró muy adentro. Siento como si me faltara el alma.
   Murió esa noche.
   __Vengo diciéndolo desde el principio. Son demonios__ afirmó el cura, atreviéndose a opinar de nuevo.
   __En todo caso, serán demonias__ dijo el alcalde__ Y sólo nos faltaba que fueran más de una.
   Esto último dejó preocupados a los vecinos. Hasta el presente todos habían imaginado una sola mariposa. Tampoco se les ocurrió  pensar que deberían pintarse la cara incluso para estar en casa. La mujer, o la demonia, o lo que fuera, al no encontrar a nadie por la calle se acercaba a las viviendas y miraba por las ventanas. Así que, una de dos: o se pintaban o se encerraban a cal y canto.
   La noche del día que murió el abuelo, el pueblo reunido en el velatorio, tomó la decisión de que los hombres, sin excepción, se maquillaran cada noche. Hubo quien propuso contar los intervalos de las apariciones, pero convinieron en que no eran de fiar. Se aparecía de modo bastante arbitrario. Así que decidieron, por unanimidad, pintarse las caras y dejar las contraventanas abiertas para que la mariposa viera que no había hombres y se fuera a buscarlos a otro pueblo.
   __Al valle, por ejemplo.
   __No, al valle no, que después nos linchan
   Transcurrieron dos  semanas en las que no murió nadie. Una tarde el maestro se presento en el ayuntamiento con un montón de papeles en una carpeta y varios libros.
   Los extendió sobre la mesa y procedió a explicarse con el alcalde. En las láminas se veían dibujos de hombres alados, pero ninguna mujer. Hizo referencia a unos… ¿cómo se dice... cistozologos?
   __Criptozoólogos__ aclaró Ana.
   Eso es. Unos hombres de ciencia que en Africa observaron seres alados que se movían durante la noche por las neblinosas selvas y se acercaban a los poblados, para llevarse el alma de las mujeres.
   __ ¿De las mujeres?__ preguntó el alcalde.
   __Si, de las mujeres. Las citas que pude hallar son todas referidas a mujeres que ven un enorme hombre alado. Como este__ dijo el maestro, señalando una de las láminas.
   __Y ¿ Que hacía con las mujeres?
   __Les robaba el alma
   __ ¿Y morían?
   __Si. Como los hombres de aquí, sin ningún signo de violencia.
   __Y… ¿Qué son esos seres?
   __No lo sé. Hay varias teorías. Parece ser que hace muchos años, alguien traspasó la puerta hacia otra dimensión y por ésta o a través de él salieron estas criaturas.  Estas, los vampiros, los hombre lobo; en fin, todo tipo de seres extraordinarios inimaginables por los humanos y con poderes que no podemos comprender. Unos refieren que engañaron al viajero y lo convirtieron en uno de ellos, multiplicándose luego dentro de  él, otros dicen que sacó la semilla y los esparció sin querer por el mundo. Primero en Africa y luego por otras zonas. Son un grupo que, hasta el presente se mueve con libertad y no está amenazado por nadie”.
   __Si__ dijo Juan que ya estaba muy interesado__ como los Mothman en Estados Unidos. Hay mucha gente que los vio. Pero éstos predicen catástrofes…
“Estos, según el maestro, se alimentan de las almas y para que el alma se separe del cuerpo primero los mata”.
   __Tal vez no__ dijo Ana__ a lo mejor les roba el alma y por eso mueren.
“Lo mismo pensó el cura, lo cual dio origen a un encendido debate con el alcalde y el maestro sobre lo que pudo ser antes: la muerte del cuerpo o la marcha del alma”.
   __ ¿A qué conclusión llegaron?
  ___A ninguna.
“Discutieron durante días y noches. Resultaba extraño verlos debatir a los tres con las caras pintadas. El cura y el maestro decían que si el alma nos abandona morimos en el acto.
   __Como los del pueblo. De muerte súbita__ afirmó muy contento el médico de que por fin le hubieran dado la razón.
   El alcalde decía que la mujer mariposa los mataba, aunque fuera de miedo, antes de llevarse el alma.
   __Si es así como sucede, que me cuesta creerlo.
   __¿Y por qué no mueren mujeres?
   __Quizá son más valientes. O quizá los hombres tienen alguna dolencia cardiaca que desconocen o desconocemos y mueren con el susto. Estaría bien que les hiciera un chequeo, doctor, antes de seguir haciendo conjeturas.
   Después de un silencio durante el cual contemplaron absortos los dibujos. El alcalde preguntó.
   __ ¿Y de donde cree que vino y como sobrevivió y donde se esconde por el día? Si encontráramos el nido, solucionado el problema.
   __ ¿Tendrá un nido?
   __Llámele nido o lo que sea. Tendrá un lugar donde vivir.
   __El infier…__se interrumpió el cura, cuando el alcalde lo fulminó con la mirada.
   Lo primero fue lo primero: comprobar el estado del corazón de los hombres del pueblo. No se halló ninguna dolencia en ninguno excepto en el cura, que tenía un poco de arritmia.
   __No los mata el susto__ sentenció el médico
   __No  mataría  a estos, pero quizá los otros sufrieran algún problema. Recuerde que en una casa murieron el padre y todos los hijos.
   __¿Entonces el bicho mata sin querer, mata para nada?
   __¿Y por qué tendría que querer matar?.
   __Y entonces, ¿para que se aparece, a que viene al pueblo y por qué se acerca a las casas si no salimos? Necesita vernos, es evidente y será por algo.
   __¿Será una sola?
   __Seguro que sí. Si no vendrían en manada.
   __Puede ser un vestigio de algún animal prehistórico. No sabemos todo lo que hubo antes de que se extinguieran los dinosaurios. También pudo haber llegado del espacio exterior.
   __¿Cómo?
   __No lo sé. Quizá con un meteorito. Puede venir de algún planeta extinguido, o ser explorador de alguna civilización que piensa visitarnos.
   __¿Comen almas los extraterrestres?.
   __¡Yo que sé!. Sólo son suposiciones. Son tan dignas de tener en cuenta como los hombres come almas de Africa”.

   Juan y Ana seguían absortos el relato de la patrona. Nadie se había levantado de la mesa. En ese momento, volvió a oírse el alarido.
   __Ya está aquí, de nuevo. ¿Quiere verla?__ Pregunto a Juan la patrona.
   __No,…no se…yo no sé si….
   __Yo si quiero__ dijo Ana.
   __Muy bien abriré los postigos. Usted tiene que ponerse aquí, al lado de mi marido, para que ella vea que no hay ningún hombre en la casa.

   __Tanto como eso…                                            
   __Bueno, usted ya me entiende no sea suspicaz.
   __Oiga una cosa__ dijo Ana__ ¿tienen un arma?
   __¿Se refiere a un rifle?
   __Si. Yo podría dispararle. ¿Nunca lo han intentado antes?
   La mujer dudó. __Si, pero en el momento preciso se quedaban paralizados. Nunca nadie fue capaz de disparar.
   __Traiga el arma. Yo lo haré.
   __Tu te has vuelto loca por completo__ dijo Juan.
   La patrona trajo el rifle y la munición. Mientras Ana lo cargaba, retiró las gruesas trancas y abrió los postigos de par en par. Comprobó que los dos hombres estaban en el campo de visión de la mariposa y se colocó al lado de Ana.
   Se oyó todo igual a la vez anterior: el grito, el golpe seco, los pasos…
   El visitante descubrió las ventanas abiertas y se acercó a mirar.
Un extraño rostro de mujer, con las facciones  remarcadas  por una sombra negra y el contorno difuminado entre un fondo de pelaje corto, parduzco y aterciopelado, ocupó el cristal. Unos ojos rasgados, enormes y penetrantes que se fueron transformando de color a medida que miraba hacia el interior, lo traspasaron como un par de infrarrojos.
   Los ojos carmesí de la mariposa se fueron posando en todos y cada uno de los presentes, observando con mayor detenimiento a los hombres.
   A Ana se le erizaron todos los pelos del cuerpo, incluso los que se acababa de depilar. Tuvo que contenerse para no desviar la mirada.  Sintió que los rayos la traspasaban y encogió el estómago como si la quemaran. El marido de la patrona parecía dormido y Juan tenía los ojos cerrados con saña, lo mismo que si le fuera la vida en ello. Levantó el rifle y apuntó hacia el cristal. Intentó presionar el gatillo. Su dedo no obedecía: el cerebro daba la orden, pero su cuerpo la ignoraba. Escuchaba su voz distorsionada diciendo: dispara. Sonaba como un vinilo a muchas menos revoluciones de las debidas rallado, gangoso, moribundo: d—i—s—p—a—r—a.
  La vieja, a su lado, no osaba ni siquiera moverse. Ni respiraba.
Fue un instante, pero a Ana le pareció una eternidad. La mujer con alas retiró el rostro del cristal, una especie de garra arañó el vidrio, produciendo un chirrido escalofriante. Al poco, se escuchó el siseo, sopló el viento gélido y luego el silencio denso y cortante en la noche neblinosa, fría y terrorífica.
   Ana se desmayó.


 Continuará...