El renglón torcido



Capítulo I





__ ¿Tendría que ir al pueblo?
   __Si, claro, porque investigar desde aquí va a ser complicado.
   A Aníbal Manero no le gustaban los pueblos, del mismo modo que no le gustaba el cine, ni los toros, ni los políticos. Pero si la abuela de Isabel, a la que quería como propia, le pedía el favor no podía negárselo.
   __De acuerdo. Cuénteme lo que le dijo su prima y ya veremos si hay caso o no.
   __Hay caso, ya te lo digo yo.
   __Abuela no te extiendas, cuenta lo esencial. Aníbal te preguntará según vaya viendo.
   __Lo contaré como una película.
   __ ¡Ay Dios!
   __Pues verás, la hija de mi prima tiene a su vez una hija, que es hija del señorito del pueblo, a donde iba a servir hasta que la preñó, muy obvio ya lo sé, pero es que estas cosas continúan sucediendo…
   __Abuela…
   __Si no me interrumpieras… vale, prosigo; luego la madre del señorito, o sea la otra abuela de la niña, la echó a la calle con cajas destempladas llamándola puta y más que puta, acusándola de quedar preñada de no se sabe quien para cargar el muerto a su hijo, un santo que tiene novia formal, una señorita de buena familia y buenas costumbres y…
   __ ¡Abuela, por Dios! Te hemos dicho que abrevies.
   __Expongo los antecedentes__ la abuela, desde que habían conocido a Aníbal había desarrollado maneras de detective, con léxico y todo__ Son muy importantes para deducir el móvil. Nada es nimio en una buena investigación.
   Isabel y Aníbal se miraron.
   __Tiene razón, prosiga abuela.
   __Ya me habéis cortado el rollo. Bueno, que la echó a la calle y por supuesto no quiso saber nada del niño que resultó niña y ahora tiene dieciséis años o diecisiete, no me acuerdo…
   __ ¿Y?
   __Que han querido matarla.
   __ ¿A la madre o la niña?__ preguntó Isabel.
   __A la niña, coño. Por eso os he hablado de ella.
   __¿Han intentado matarla disparándole o algo así?
   __Si. Le han disparado mientras iba en bicicleta a casa de una amiga en las afueras del pueblo. La hirieron en el brazo. No le acertaron de pleno porque el perro del pastor la atacó y ella asustada casi se cae de la bici. El disparo apenas la rozó. Ya estaba cerca de casa de su amiga y pudo ponerse a salvo.
   __ ¿Y la guardia civil?
   __Detuvo a unos gamberros del pueblo que se entretienen matando perros y gatos con las escopetas. Juran y perjuran que no han sido ellos.
   __ ¿Y?
   __Y, a los pocos días, apareció muerta de un disparo la hija del señorito.
   __ ¿Del que preñó a la Elisa?
   __Si.
   __ ¿Todas las mujeres de la casa se llaman Elisa?__ Quiso saber Aníbal, más que nada para no confundirse.
   __Si__ la abuela se había vuelto lacónica de repente.
   __No han detenido a nadie…__pensó en alta voz Aníbal.
   __No. Pero echan la culpa a un chico medio tonto que espía a las mujeres cuando van solas por los caminos escondido tras las zarzas. Alguna histérica la ha dado por decir que es un violador. El chico ha desaparecido y lo andan buscando. Pero mi prima Elisa no cree en absoluto que ese sea el criminal. Ni siquiera tiene escopeta.
   __Pudo haber cogido la de un familiar.
   __Vive con su abuela anciana. Los padres murieron hace años en un accidente de autobús. El mismo en el que murió mi hija, la madre de Isabel, al poco de enviudar. Iban de excursión a Fátima, mira tú… La abuela tiene el dinero de la indemnización en el banco con la orden de que lo administre el párroco  cuando ella no esté, para que al chico lo ingresen en un buen sitio donde lo cuiden.
   __ ¿Cuántos años tiene el chico?
   __Es de la edad de la segunda Elisa, más o menos. Treinta y muchos.
   __ ¿No cree que deberíamos esperar a ver qué pasa? Esperar a ver cómo se desarrolla la investigación e intervenir luego, si eso…
   __No. Mi prima no se fía de los guardias. Iba a venir un teniente de la UFO o algo así…
   __De la UCO. La unidad central operativa…son muy buenos.
   __Pues por eso; alguien ha movido los hilos y la investigación la va a llevar el cuartel del municipio y según mi prima andan dando palos de ciego o peor aún: andan empeñados en arrimar el muerto al tonto del pueblo. Así que hemos considerado conveniente investigar nosotros.
   __ ¿Nosotros?
   __Si, nosotros. ¿O acaso yo no colaboro? Además la niña de nuestra familia, la tercera Elisa, no quiere salir de casa, está histérica.
   __No me extraña__ dijo Isabel.
   __Es que hay algo más.
   __Pues dígalo abuela. No nos deje a medias__ apremió Aníbal.
   __Es que me cortáis. Elisa hace tiempo presenció algo…
   __ ¿Elisa su prima o la nieta?
   __La nieta, coño. Estás muy espeso, Aníbal. Presenció una violación. Uno del pueblo violó a una joven y luego el novio lo mató de un disparo. Elisa tenía seis años o por ahí y no pudo identificar al hombre, no le vio la cara.
   __Con seis años de los de antes no sabría que la estaban violando.
   __No, pero sabía que el hombre le estaba haciendo daño, mucho daño a la Irene, porque gritaba y lloraba. Se lo contó a su abuela y esta decidió que era mejor guardar silencio, por el bien de la niña. Además el novio hizo justicia rápidamente. Desde entonces es una niña rara. Yo les dije que la llevaran a un psicólogo, pero mi prima la llevó a hablar con el cura. Ya sabéis, los pueblos. Iba a hacer la primera comunión y su abuela le dijo que debería contar al padre Antonio todo lo que vio aquella tarde, que de este modo su cabeza y su alma se liberarían del peso de lo sucedido, Dios la perdonaría si había algo que perdonar y podría comulgar en paz y en gracia de Dios y todo el mundo contento. Así lo hicieron y hasta hoy. Pero Elisa, ya te digo, siempre ha sido rara.
   __Siendo del mismo pueblo ¿No tiene trato con su padre?
   __No. A pesar de que con los años al ponerse de moda lo del ADN, solicitaron una prueba de paternidad que resultó positiva en un noventa y nueve por ciento y su madre reclamó para ella la parte que le corresponde de la posible herencia, naturalmente.
   __ ¿Tiene otros hijos su padre?
   __Si, tiene dos. La niña asesinada, más joven que Elisa, que nació de su matrimonio y otro hijo que tuvo con una actriz de la capital, que también reclamó la paternidad. Este es mayorcito. A lo mejor quiere ser hijo único.
   __A lo mejor.
   __ ¿Qué ocurrió con el novio homicida?
   __Se ahorcó en la cárcel. No aguantó ni un año…
   __Vaya por Dios. ¿Y la chica violada?
   __ ¿La Irene? Desapareció del pueblo y nunca más volvió.
   __Que ¿Hay o no hay caso?
    __Desde luego que sí. ¿Hay fonda en el pueblo?
   __Llamaré e mi prima y le pediré que nos adecente un poco la casa que tenemos allí. Quisimos venderla cuando necesitamos liquidez, pero con la crisis fue imposible y ahora mira, nos puede servir. Porque ¿Irás con Casimiro, verdad?
   __Si, incluso me plantearé que venga García. Le sentaran bien unos días en el campo.
   __Vamos a ver, un momento__ preguntó Isabel__ como que nos puede servir ¿No pensarás ir tú, abuela?
   __Naturalmente que sí. Es mi prima Elisa. Pienso ir y de paso veré como está todo y trataré de vender las tierras, que me dijo Elisa que hay alguien interesado. Aunque no den mucho ¿para que las queremos?
   __No me parece bien, puede ser peligroso.
   __No lo creo__ terció Aníbal__ tu abuela estará en la casa. Organizará la intendencia. Estará en retaguardia, no correrá peligro.
   __Iré de todos modos os parezca bien o mal. La casa es mía y punto.
   __Si viene García se harán compañía.
   __Y yo estaré menos preocupada.
   __Hablaré con él.
   __Okey__ remató la abuela.

   Salieron de la ciudad un martes por la mañana temprano; tras casi una hora de autovía torcieron a la derecha por un desvío, para acceder a una carretera secundaria con buen firme y bien señalizada, para asombro de Aníbal, por la que tras otra hora más o menos, llegaron al pueblo. Isabel se había quedado en la ciudad, no podía abandonar su trabajo en la joyería, pero se trasladaría al pueblo el próximo fin de semana. Eso fue lo acordado. Aníbal iba a echarla de menos. Seguro.
   __Que buena carretera, para variar.
   __Es por el cardenal__ dijeron a dúo la abuela y García.
   __ ¿El cardenal, que cardenal?
   __El que tenemos en el pueblo. Hijo de soltera también…
   __Hijo de puta…
   __ ¡Casimiro, hombre!
   __Esto es muy corriente en los pueblos.
   __Y en las ciudades abuela__ terció García a guisa de disculpa.
   __En las ciudades menos. Las chicas tienen más información.
   __No sabía lo del cardenal.
   __Si hombre. Tengo entendido que es papable.
   __Si, si. Salió muy listo el hijo de la Engracia, la sobrina del cura.
   __ ¡Ay Dios!
   __ ¡Casimiro!__ volvió a reprender Aníbal.
   __ ¡Déjalo, hombre! No va desencaminado. Cuando la Engracia quedó preñada la casaron de prisa y corriendo con un primo lejano, bastante maricón, que luego se tiró a un pozo, creo…ya no lo recuerdo bien. Nadie se creyó que ese fuera el padre, en fin…Al niño, que se llama Alejandro, lo llevaron al seminario bien pronto, yo creo que nunca tuvo vocación, pero por lo visto es un hombre inteligente y listo también. Mira si no adonde ha llegado. Anda por aquí estos días.
   __ ¿Ah sí?
   __Si, por eso está la carretera tan asfaltada y tan bien señalizada y el pueblo limpio como una patena, según me contó la Elisa y bastante revolucionado con la llegada del cardenal, que por lo visto se pasea vestido de paisano como un gañán más del pueblo, con un lugarteniente que parece un mafioso.
   __Será su ayudante…o su guardaespaldas.
   __ ¿Para qué necesita un guardaespaldas y menos en el pueblo?
   __Nunca se sabe. Ya ve cómo se las gastan.
   __Se llama como el papa Borgia__ informó García__ Confío en que no sea de su misma ralea.
   __Por ahí le andará__ dijo la abuela__ sobre todo si sale al padre.
   __ ¿Al maricón?
   __No hombre, Casimiro. A su verdadero padre.
   __ ¿Sabemos quién es?
   __Naturalmente. El mismo que tú estás pensando.
   __ ¿Dónde se aloja?__ quiso saber Aníbal.
   __ ¿Dónde va a ser?, en la Rectoral; hace años que está transformada en una mansión, desde que Alejandro prosperó en Roma.
   __ ¿Vive en Roma?
   __Si, pertenece a la curia vaticana. Es un…
   __ ¿Mafioso?
   __ ¡Casimiro,¡ la has tomado con el clero.
   __Iba a decir consejero papal. Pero no está mal tirado lo de mafioso.
   __Vaya par de herejes.



Continuará...

  

El renglón torcido


Aqui está lo prometido: una nueva historia de mis detectives Aníbal y Casimiro. Quienes no los conozcan, sepan que hay más historias publicadas, la última el "Misterio de la Torre Sur" con fecha 5/9/2014. En el archivo del Blog las encontrareis.




Introducción





El teléfono sonó como si fuera el último día sobre la tierra y alguien a quien le importaras más que todas las cosas, sintiera la necesidad inaplazable de hacértelo  saber. Pero no era un mensaje de amor, ni la voz que escuchó al otro lado era una voz amable: su jefe trasmitía cualquier otro sentimiento menos amor precisamente.
   __Eres un inepto Giuseppe__ rugió el león como le llamaban sus subordinados en el Vaticano__ un inepto y un grandísimo hijo de puta. Te voy a hacer borrar de la faz de la tierra.
   __Señor yo… ¿Qué he hecho?
   __Dirás mejor que no has hecho, imbécil.
   __ ¿Que no he hecho, señor?
   __Has matado a la niña equivocada, ¿te parece poco? Has errado dos veces, dos veces ¿Qué voy a hacer contigo?
   __Señor…yo…no puede ser…
   __Si puede ser, imbécil. No me discutas encima…
   __No es mi intención, jefe…Es que no puede ser, la vi claramente, era ella.
   __No, no lo era. Ella, no volvió a salir de casa. Tenías que haberla matado allí, en la casa. La niña a la que disparaste era otra, casualmente era su medio hermana, estúpido…Ya te perdoné una traición, esto es demasiado…
   __Volveré, regresaré y…
   __ ¡Ni se te ocurra! No quiero verte más por aquí…
Hubo un silencio largo e incómodo. Giuseppe se levantó de la cama sin despegar el auricular de la oreja y miró por la ventana. El cielo de Roma estaba casi azul, el día parecía que iba a ser bueno, menos para él, claro, porque la voz, y sobre manera el silencio, del cardenal no auguraba un futuro dichoso, ni próximo ni lejano, porque el cardenal español no olvidaba con facilidad ni perdonaba errores así como así. En efecto ya le había perdonado una equivocación, una traición para el cardenal, que no había sido tal, solamente un error de apreciación, un error de adivinación ¿Cómo iba a saber él con absoluta certeza que el arzobispo español iba a ser designado cardenal con tan poca edad? Corría el rumor, pero todos los cardenales eran casi ancianos. Natural que quisiera irse con el ruso…todos tenemos derecho a prosperar.
   __ ¿Estás ahí cabrón?
   __Naturalmente señor…
   __Escucha…no se aun que vamos a hacer…pero estate disponible por si acaso. Y si tengo que volver a llamarte más te vale no errar esta vez…
  __Desde luego, monseñor, descuide__ respondió el sicario al aire, porque el cardenal ya había colgado desde España.


En casa de los marqueses de la Sierra, a los dos días del crimen, había desaparecido cualquier sentimiento de pena. Al menos visiblemente. La frialdad era absoluta en cada cara, en cada actitud, en cada habitación. Hasta el servicio andaba taciturno y silencioso. Solamente se escuchaban en la capilla los sollozos ahogados del marqués cada noche.
   __Ya está ese pusilánime plañendo como una puta. Si se hubiera cuidado de su mujer, si le hubiera puesto coto, si la hubiera puesto en la calle cuando se quedó preñada de otro…porque la niña es el vivo retrato de su verdadero padre, hay que joderse. Este inútil tuvo mucha puntería hasta que se casó, luego esa meretriz se los puso bien puestos y al final nos endosó una niña que no es de la Casa. Eso está más claro que el agua clara. Bueno ahora ya no está, con lo cual no tenemos, por lo menos, una heredera bastarda. Y este cretino la llora como si fuera suya ¿A quién querrá engañar? Salió igualito a su padre: putero y gilipollas.
   A la mañana siguiente a esa noche, la marquesa tuvo otra alegría. Su nuera había decidido irse. Verdaderamente para que quedarse allí. No podía tener más hijos “puta y estéril, que paradoja” y como no amaba a su marido, más bien todo lo contrario, la permanencia en la Casa no tenía sentido. Además no manejaban dinero. Para todo dependían de ella. Los dos. Ella y el calzonazos de su hijo. Y como no estaba dispuesta a abrir el grifo…pues eso, estaba mejor en otra parte.
  __Ponte a trabajar para variar o que te mantenga tu amante ahora que ha ascendido en el escalafón.
   __No necesito nada suyo.
   __ ¿De quién, de mi o de él?
   __De ninguno de los dos. Además no le consiento que me insulta del modo que lo hace. No soy ninguna puta.
  __Eso solamente lo dices tú. Todo el que te conoce opina lo contrario. No obstante, celebro que tengas tan buena opinión de ti misma, querida.
   __ ¡Basta! ¡Basta ya por Dios!__ suplicó el marquesito__ Madre respeta nuestro dolor, aunque tú no quisieras a la niña.
   __Esa bastarda…
   __ ¡Madre!
  __Ella la mandó matar. Estoy convencida. Ella ordenó a alguno de los criados matar a la niña.
  __No digas tonterías Ana María. Mamá no es un monstruo. No empeores las cosas.
   __Incluso pudo hacer venir un sicario.
   __ ¡Ana María!
  __Haré como que no he escuchado nada. Comprendo que estés enajenada, querida. Sin embargo tú Pedro, no comprendo por qué ese dolor ¡si no era tuya!
   __ ¡Madre! Veo que no tienes misericordia__ sollozó el marqués levantándose de la mesa.
   __Me iré de esta puta casa, señora, pero le juro por la memoria de mi pobre hija que demostraré que usted la mandó matar y conseguiré que le den lo que se merece.
   __ ¿Quién te va a ayudar tu amigo el verdadero padre?
   La pregunta se quedó sin responder, aunque para Sofía de la Sierra, la respuesta estaba clara como el agua clara, no era necesario que su nuera se molestara en descifrar el futuro próximo, cosa que, obviamente, no iba a suceder porque su nuera había abandonado el comedor dando un sonoro portazo.

   __ ¡Puta!



Continuará...

La leyenda del pueblo de los hombres mujer



Capítulo IX y último



Hoy, el mismo día del cierre de la estación,  regresaba a la casa que habían compartido para recoger el coche. Juan la vio bajarse del taxi, puntual como siempre, y llamar a la puerta. Cuando le abrió la notó entristecida, no era la misma Ana habladora y extrovertida de antes. Estaba guapa, pero diferente.
Se saludaron muy fríamente. Juan estuvo tentado de enseñarle el periódico pero pensó que quizá ya ella lo había leído. Además para que remover la historia.
   El coche, reluciente, brillaba bajo el sol de la tarde, aparcado en  el jardín. Ana que no había soltado el trolley, abrió el maletero y tras guardarlo se subió al todo terreno azul marino que había comprado dos años antes. Antes de abrir la puerta miró a Juan por última vez, con una mezcla de curiosidad y pena,  y echó un vistazo de soslayo a la casa.
   __Adiós
   __Adiós.
   Así, de ese modo tan escueto y gélido,  terminaban por completo diez años juntos. Ana contuvo las ganas de llorar. Juan no sabía cómo definir lo que sentía. Hubiera querido decirle muchas cosas, pero ya era tarde. Tuvo deseos de preguntarle si no llevaba encima la pistola con balas de plata, no fuera ser que se le apareciera la mujer mariposa, pero le pareció innecesariamente cruel.
Ana iba darle al contacto, cuando se detuvo para buscar algo en el bolso. Juan se quedó de piedra al verla sacar precisamente la pistola y guardarla en la guantera. Le invadió, entonces sí, una gran tristeza. Comprendió que ambos tenían la vida totalmente condicionada por los sucesos de aquella noche que él nunca quiso reconocer como reales. A los dos les había cambiado la existencia para siempre. El coche se alejaba y Juan se sentía cada vez peor.
   Tuvo deseos de salir corriendo tras el  todoterreno, incluso pensó subir a su propio coche e ir al puerto a despedirse de Ana como era debido, a decirle que lamentaba no haberse puesto de su parte y a disculparse por haberla  tratado tan mal intencionadamente, solo para hacerle daño, porque en el fondo le molestaba que ella tuviera razón, que fuera más inteligente y más resuelta que él y que se estuviera yendo de su vida.
   Ana continuaba con la mirada en el retrovisor, esperando inútilmente que Juan diera alguna muestra, aunque débil,  de querer detenerla, de tratar de impedir que se  fuera. Creyó percibir un amago de salir tras ella, pero fue solo eso: un amago, tal vez producto de su imaginación o de su deseo.
   Ya en la avenida de camino al puerto, mientras interrumpía  con el dedo la trayectoria de una lágrima que había decidido dar un paseo por su mejilla, Ana vio a una mujer que hacia auto stop; era raro, hoy en día ya casi nadie utiliza esta forma de viajar. Le recordó sus años de jovencita cuando hacia dedo con las amigas para moverse de un lugar a otro. Aunque supuso que, quizá, la chica hubiera preferido que parara un hombre, detuvo el coche y la invito a subir.
   __Voy al puerto ¿si te sirve?
   __Si, yo voy también al puerto.
   La muchacha subió al coche. De cerca se veía más mayor. Era una belleza rara, como antigua.
   __¿No iras a tomar el Ferry para Plymouth?
   __Pues sí, precisamente.
   Ambas se miraron divertidas.
   __¿Te conozco?__ preguntó Ana.
   __S i y yo a ti también.
   __Es que tú cara me suena de algo, por eso te lo digo.
   __Es que nos hemos visto antes.
   __ ¿Dónde?
   __ Aquí
   __ ¿Aquí?, yo falto desde hace tiempo.
   __Si aquí, Bueno no del todo…
   Ana la miro inquisitiva.
   __En realidad me has visto en la montaña, hace un año.
   Hubo un silencio. A Ana la montaña no le traía buenos recuerdos, precisamente. No se atrevía a preguntar de qué forma se habían conocido. Desde aquella noche funesta en la que se habían extraviado en la niebla, su vida había dado un giro de 180 grados y no para mejor, por cierto. Así que fueran las que fueran, las circunstancias en las que se habían conocido, serían desagradables, seguro. Volvió a mirarla. ¿Era Gloria, la cámara? No, que va, aquella chica era muy diferente. Pero lo cierto es que le recordaba a alguien. Tal vez fuera alguien de la cadena de televisión, alguien de producción o de redacción…
   __Pues la verdad ahora no caigo…
  La viajera se volvió hacia ella y la observó despacio, sus ojos azules reflejaban el rojo del atardecer, y la miraron tan profundamente que Ana notó un estremecimiento y detuvo el coche, incapaz de continuar.
   __ Hace un año, estuviste un buen rato apuntándome con un rifle__ le contestó suavemente la mujer mariposa.   




Fin

La leyenda del pueblo de los hombres mujer

Capítulo VIII



Gloria permaneció bastantes días en el hospital. Al salir corriendo a la calle se había dado un golpe contra un arcón de hierro que, obviamente, no había visto. Tenía dos huesos rotos en la rodilla y ésta visiblemente deformada. Además, padecía un fuerte shock nervioso. Ana le hizo compañía hasta que llegó su familia.
   Juan y Pedro permanecieron con ellas en el centro. Mientras, el periodista trató de convencerle  de que se uniera a ellos en un programa especial en el cual advertirían  a la gente del riesgo que entrañaba la estación, con el ser moviéndose  por allí a sus anchas. Juan no quiso colaborar bajo ningún concepto. A punto estuvieron de llegar a las manos. El escándalo fue de tal calibre que el personal del hospital les advirtió que a la próxima, llamarían a seguridad y les echarían de allí sin misericordia.

   Aunque la cámara nunca apareció, en cuando Gloria estuvo en condiciones de acudir a un plató prepararon la emisión.  Desde hacía varios días, Pedro se pasaba cada tarde por casa de Ana, para escribir el guión y revisar toda la información de modo que no quedara ningún cabo suelto. Desde los sucesos había surgido una fuerte amistad entre ambos, que a Juan no le gustaba nada, ni  las visitas tampoco y procuraba llegar a casa una vez que el periodista se hubiera ido.
   La relación entre él y Ana iba cada vez peor. No iba, para ser exactos. Ella se creía elegida por el destino para acabar con el maleficio de la montaña o dicho de otro modo más expeditivo, para pegarle un tiro a la mariposa.
   Una tarde Ana estaba enfrascada en el ordenador cuando Juan le anunció que su madre estaba al teléfono. A ella había acudido Juan a raíz de los acontecimientos, a buscar ayuda, pero la madre era para eso aun peor que la hija; era una creyente convencida en todo tipo de aparecidos: ovnis, vírgenes, licántropos, vampiros y por supuesto hombres y mujeres polilla. Faltaría más. Así que tomó partido por la niña y afeó con ella la conducta de Juan que había visto y sin embargo no había creído.
   __Eres peor que Santo Tomás.
   El harto del tono bíblico que iba tomando el asunto se había desentendido por completo de todo y no había vuelto a preguntarle a Ana nada sobre nada relacionado con el puto pueblo con su mariposa y su periodista embaucador.
   __Que les den a todos.
   Pero esa tarde, le pudo la curiosidad y se acercó para ver que estaba haciendo todo el santo día  metida en la Red. Se quedó atónito cuando comprobó que estaba en E-bay, tratando de adquirir lo que se anunciaba como “un kit para cazar licántropos y otros seres similares”. Entre varias cosas pintorescas como una botella de jugo de ajo, un rosario con caja de latón, una cruz de madera con libro de salmos, ad hoc, colmillos caninos y otras idioteces por el estilo, Juan vio algo que le inquietó bastante: una pistola y su correspondiente munición de balas de plata, especiales para matar hombres lobo y demás individuos de especies parecidas.
   Cuando Ana dejó el teléfono tuvieron una bronca monumental, la mayor de todas las que habían tenido, la mayor de las broncas jamás tenida por pareja alguna. Ella cogió las llaves del coche y se largó con un portazo, él le siguió gritando desde el umbral:
   __¿Pero cómo es posible que te creas que has sido elegida, imbécil? Piensas que eres un mesías que va a redimir al mundo de una amenaza. Y una vez que logres matar al bicho ¿Qué vas a hacer, crucificarte cabeza abajo? Ah no, la asociación de periodistas esotéricos y paranormales del mundo te dará una medalla y los esquiadores te harán un monumento y…
   __Y vete a tomar por el culo.
   Desde ese día Ana no volvió a la casa. Juan pensaba que estaba en la de Pedro, pero no, se había instalado, provisionalmente, con una amiga.
Dos días antes de la emisión del programa, la madre de Gloria llamó al director: su hija sufría, según los médicos,  un hematoma subdural  crónico como consecuencia del golpe del accidente y  presentaba un cuadro de desorientación y amnesia, además de vómitos y otros síntomas. La habían vuelto a ingresar.
   __No, no. Está en una clínica privada. No, no diré donde. Dejadla en paz. No contéis con ella.
   Sin grabación y sin testigo directo de la aparición. Sólo contaban con Ana.                  
   Si Juan quisiera colaborar…
   Volvieron a intentarlo, pero fue inútil. No quiso ni hablar con ellos. En la estación continuaban muriendo hombres de la misteriosa muerte súbita y cada vez se oían más testimonios de gente que aseguraba haber visto una mariposa enorme, pero no querían testificar ante las cámaras.
   Tenían miedo. Alguien los intimidaba, era evidente.
   Por otra parte, cada vez iba menos gente a esquiar y los que acudían procuraban no pernoctar en la estación.
   A Ignacio, el párroco que también la había visto e iba a contarlo ante las cámaras, le trasladaron fulminantemente a África. Por lo visto allí era más útil, según el arzobispado. Pedro visitó a su madre por si podía facilitarle alguna dirección u otra forma de ponerse en contacto. Pero, o era cierto que no la tenía o la habían amedrentado.
   El mismo, comenzó a tener la sensación de ser seguido por alguien. Desde los sucesos del valle estaba en guardia, pero hasta ahora todo había estado tranquilo, más o menos.
  Comenzó a tomar precauciones obvias: no ir siempre por la misma ruta, llegar a casa a horas diferentes cada día, cerrar bien, revisar cada mañana los bajos del coche. Mandó instalar una alarma. No obstante, no se sentía seguro. Aunque no quería preocuparla se lo contó a Ana y le sugirió también estar alerta. El día de la emisión del programa la cadena había decidido ponerles escolta.
   __Nunca está de más tomar precauciones. No sabemos a qué o a quien nos enfrentamos.
   Por la noche todo estaba preparado en el estudio. Ana llegó puntual con su guardaespaldas, sin embargo Pedro se retrasaba.
   __Es que cambia de ruta a diario y posiblemente la de hoy sea más larga o tenga más tráfico…
   Pasaban los minutos como cuentas de rosario y el director ya no sabía que pensar. Le llamaban al móvil con insistencia, pero una voz grabada les advertía que estaba fuera de cobertura. Lo mismo sucedía con el celular del escolta.
   __Avisa a la policía.
   __Pero…
   __Avisa, ya están advertidos.
   No obstante, tuvieron que comenzar sin él.
   El presentador leyó la exposición de los hechos preparada por Pedro y antes de abordar la entrevista con Ana, expuso el súbito y casual empeoramiento en la salud de Gloria, la mujer que había filmado el incidente de aquella noche más la desaparición no menos misteriosa de la cámara y  el sospechoso retraso de Pedro, “cosa que jamás ocurrió en los doce años que llevamos haciendo el programa”.
   __Están preparando la escenografía__ pensó Juan al escuchar todo aquello.
    Por supuesto no estaba al corriente de las sospechas de Pedro ni de que la cadena les hubiera puesto escolta. No había vuelto a hablar con Ana.
   Ella contó su historia. Esta vez no había tampoco ningún testigo que la corroborara. Parecía que todo estuviera preparado para darle misterio y credibilidad a una historia de por si poco creíble.  El programa no fue precisamente un éxito de audiencia. La estación les acusó de hacer un montaje burdo para desprestigiarlos no se sabía con que oscuras intenciones y les amenazó, por supuesto, con una demanda.
   El público se dividió entre los que creían a pies juntillas la historia de la mujer mariposa y los que pensaban en un montaje de “gente que carece de argumentos y quiere seguir en el candelero a toda costa”. Porque “salir en la tele da mucha fama y luego se venden libros a porrillo, aunque sean infumables”, decían los críticos que siempre habían sido muy intolerantes con el contenido del programa y muy envidiosos con los éxitos del presentador y de Pedro León, un periodista muy respetado entre el gremio de seguidores de lo paranormal.
   La prensa sensacionalista acosó a Ana sin piedad en las semanas siguientes. Programas basura de cadenas privadas le ofrecían dinero por aceptar careos con escépticos sobre temas esotéricos. Cuanta más violencia verbal más dinero. Si llegaban a las manos, el doble de lo acordado en principio.
   A estas alturas Ana estaba totalmente asqueada porque sabía que los hechos eran ciertos y que la gente continuaba muriendo y le dolía que prevaleciera la frivolidad de la audiencia fácil sobre la necesidad, perentoria para ella, de esclarecer los sucesos de una vez por todas. Le sorprendía y le lastimaba a la vez, la falta absoluta de ética de los medios de comunicación en general.
   Pedro no volvió a aparecer.
   Lo mismo que si se lo hubiese tragado la tierra. No dejó ni rastro tras de sí. Fue imposible hallar nada, ni el coche, ni una mínima pista. Nada.
   __Seguro que aceptó dinero por desaparecer, tonta que eres tonta__ Le decía Juan sin piedad alguna, cebándose con ella en una pobre venganza, de la que más adelante se arrepintió.
   Ella estaba segura de que no había sido así. Algo terrible y definitivo le había ocurrido. Estuvo semanas pendiente del teléfono, por si la cadena o la policía tenían alguna noticia. Luego, todo se precipitó. La televisión suprimió el programa de misterio. Los hombres continuaron muriendo en Silos. Las autoridades peinaron la zona buscando algo y Ana se cansó de todo y aceptó el trabajo en Londres.

Continuará...


La leyenda del pueblo de los hombres mujer




Capitulo VII



Hablaron con Juan, que no sólo no quiso colaborar, sino que continuaba negando la existencia del pueblo a macha martillo.
 __Pero, si lo has vivido, tío__ argumentaba Pedro, sin poder creerse la obstinación en la negativa.
   __Tú no sabes lo que he vivido o dejado de vivir. Así que métete en tus cosas. Te lo advierto Ana, no estoy dispuesto a secundarte, ni se te ocurra mencionarme. Ni me nombres. Como aparezca mi nombre en un programa de televisión de este calibre, te demando por difamación, por atentar contra mi intimidad o por lo que sea. Te lo advierto, no lo tomes a broma.
   __A ti es imposible tomarte a broma. Eres la seriedad con patas.
   __¿Quieres que te diga lo que pienso? Ahora que he visto a esta gente por aquí, pienso que todo fue un montaje para engañar a personas crédulas como tú. Fue pura escenografía. Una representación para montar un puto programa basura y lograr audiencia o quizá con peores fines. Me largo de aquí. Te lo repito. Ni mu de mí.
   __Vete a la mierda.
   __Vete tú, el puto pueblo y este periodista de pega de programas paranormales.
   __Oiga, oiga, no se ponga faltón.
  __Debería darle vergüenza embaucar así a la gente__ gritaba Juan, mientras Ana lo empujaba fuera de la habitación.
   __Hala, lárgate y que te vaya bien.
   Ana y Pedro se miraron y se encogieron de hombros. Al periodista  le costaba creer que Juan negara lo evidente con tanta obstinación. Pero bueno, así son algunas personas; se engañan a sí mismos y viven más tranquilos. Había acordado con la emisora entrar esa noche en directo con los testigos que había contactado antes de aparecer Ana. Ahora con el  testimonio de ella todo sería más espectacular. En el estudio tenían preparadas las estadísticas de las muertes y de los avistamientos del ser alado. Pedro haría una pequeña exposición para situar el tema y luego entrarían los testigos. Ana sería la última en intervenir. Su testimonio iba a ser demoledor.
   Sobre las ocho recogieron sus cosas y se fueron. La unidad móvil estaba abajo, en el valle. Habían decidido emitir desde allí, porque les ofrecía más garantías de seguridad. Llegar hasta la ciudad y hacerlo desde  el estudio central no era posible, no tenían tiempo.
Ana llamó por teléfono a Juan y le puso al corriente. Los periodistas la acompañarían hasta casa esa misma noche después de la emisión. No querían quedarse ni un minuto más en la montaña, les parecía peligroso y no por la mariposa, precisamente.
   __Así que te dejo el coche, no hace falta que viajes en autobús.
   __Haz lo que te dé la gana, yo me voy mañana temprano. Recuerda lo que te dije: No me menciones.
   Ana le colgó, recogió sus cosas y se marchó con ellos hacia el valle.
Pedro había pensado en principio hacer el programa con público desde la iglesia de su amigo el párroco. El periodista le explicó a Ana que había estado un tiempo en el seminario, de ahí conocía a Ignacio. Pero luego con el cariz de los acontecimientos, las muertes de ayer y la aparición de nuevo del pueblo, decidió que era mejor no llamar demasiado la atención. Por eso iban a emitir desde un pequeño saloncito de  la rectoral, sólo ellos y los testigos.
Juan cenó algo en el comedor y subió a la habitación. No tenía ganas de hablar con nadie. Tampoco tenía sueño. Conectó el televisor. ¿En cuál canal emitirían estos farsantes? A las once hizo un zapping hasta que los encontró. Precisamente ya estaba hablando el tal Pedro. Junto a él a su derecha estaba Ana y del otro lado había otros dos “testigos”, que habían visto la mariposa.
Pedro León iba relatando la historia de la mujer convertida en mariposa por un ser alado africano…
   __¿Cómo es posible que tengan audiencia y que la gente se crea estas cosas? El estaba convencido que los sucesos de la noche anterior habían sido meras alucinaciones o una tomadura de pelo en toda regla. Estos de la tele ponen y quitan decorados y montan una farsa en un santiamén. Su mente era muy racional, no como la de Ana, que parecía haber encontrado en ese payaso de la tele, su alma gemela.
   Se sentó cuando Ana comenzó a relatar su historia. Dijo que iba sola en el coche y que se había perdido por la montaña debido a la niebla. En el momento en el que iba a relatar la visión del hombre-mujer de la primera casa,  la imagen comenzó a oscilar, mientras que en vez de la voz de Ana, se escuchaba un sonido ensordecedor, como un terremoto.
   __Pero que pasa__ Juan se levanto y miró por la ventana. Todo estaba tranquilo y el hotel no se movía, no podía ser un movimiento sísmico.
   __Pedro, algo ocurre__ dijo el de sonido__, no estamos emitiendo. Dice Luis que hay algo  sobre la unidad móvil.
   Ignacio ya había salido a la calle. Se dio la vuelta horrorizado y se tropezó de bruces con Pedro que salía.
   __Es ella, la mariposa. Está destrozando la furgoneta.
    __Gloria, Gloria, ven a filmar esto. ¡Corre, coño, date prisa!
   Cuando Juan volvió a mirar  a la pantalla, la emisión desde el valle se había cortado,  y un sorprendido presentador trataba de explicar lo ocurrido, mirando indeciso a la cámara, mientras se llevaba la mano derecha al pinganillo y con la izquierda hacía un gesto como de espera a los espectadores.
   Gloria adelantó a  Pedro, al que Ana estaba tratando de sujetar.
   __No vayas, no debes mirarla. Entra, por favor.
   La mujer de la cámara, con mucho valor, se acercó a la furgoneta para poder filmar lo que pasaba; cuando se detuvo, un ser alado enorme saltó desde el techo del vehiculo, que estaba a punto de hundirse por completo. La mariposa se plantó en el suelo a pocos metros de la mujer, que aunque hizo un amago de salir corriendo, el pundonor profesional o el terror, cualquiera sabe, la obligaron a permanecer clavada en el sitio mientras la cámara recogía en primerísimo plano el rostro de lo que parecía una mujer con las facciones contorneadas de negro, cuyos ojos rojos como brasas ígneas intentaban traspasar el cuerpo de aquel ser que la miraba impasible y aterrorizado a sólo unos metros. Tras un momento que pareció un siglo la mariposa se elevó en vertical, desplegó una alas enormes y redondeadas y desapreció en la noche. Un alarido resonó en el valle y rebotó como una pelota en cada cumbre multiplicándose, mientras una brisa gélida hizo temblar de frío a la mujer de la cámara antes de caer desplomada. Pedro, que había visto la escena desde el umbral de la puerta agarrado por Ana, no tuvo tiempo de llegar para sujetarla y la chica se abrió una brecha en la cabeza que necesito muchos puntos de sutura.
   Alrededor de la unidad de televisión se había organizado un pequeño tumulto, cuando la gente del bar observó los sucesos por el televisor, igual que Juan en el hotel. Sin embargo nadie vio a la mariposa. Toda había sido muy rápido.
   __Pero ¿habrán oído el grito, no?__ preguntaba Ana.
   __Ese mismo alarido lo hemos escuchado antes, señorita, es algo bastante normal aquí.
   __No importa. Todo el país lo habrá visto, por fin la hemos pillado en directo__ exclamó un Pedro eufórico abrazando a Ana__ La hemos filmado. El mundo entero la verá.
   Bastante desconcertados aun por lo sucedido, se fueron en el coche de Pedro al centro de salud. Un vecino les precedía en el suyo para mostrarles el camino. Desde allí trasladaron a Gloria en ambulancia al hospital. Tenía una brecha importante en la cabeza, además de huesos rotos en la rodilla.
Pedro llamó desde el centro a la cadena. Los móviles no tenían cobertura en el valle. Allí le detallaron lo ocurrido. No se había visto nada de nada.
   __No preocuparse, está grabado. Ahora nos vamos con Gloria al hospital y después os llevaré la grabación. Esta vez la tenemos, además está la testigo y Gloria que la ha visto y filmado. Esta vez, si…
   Al colgar Pedro parecía súbitamente preocupado.
   __ Luis ¿tienes tú la cámara?
   __Yo no, pensé que tú la habías recogido.
   __Ay, la hostia, a ver si la hemos perdido.
   __Perdido no, quizá la dejamos en el bar, cuando….
   __Yo no la recogí, tu tampoco ni mucho menos Gloria…ay Dios. Me cago en la puta. Vete con ellas al hospital. Yo regreso al pueblo. Ya nos veremos.
   En el pueblo se tropezó con Juan y le puso al corriente de lo sucedido. Fueron al bar preguntar por la cámara.
   __Tranquilo__ le dijo el dueño sonriente__ La recogió uno de sus amigos del coche negro.
   __¿Que coche negro?
   __El que llegó detrás de ustedes y se estacionó un poco más abajo. Creí que eran del equipo.
   Pedro salió corriendo a la calle. Obviamente no había ningún coche negro por ninguna parte. Se desahogó blasfemando y dando patadas contra la maltrecha unidad hasta que se cansó.
   __Ni ha salido al aire ni tenemos la grabación. Debí figurarme que podían seguirnos. Bueno, de hecho me lo figuré, pero estaba tan entusiasmado con la aparición, que lo olvidé por completo. ¡Mierda! Joder que asco de vida.
    __Me gustaría ir al hospital a recoger  a Ana.
   __Le llevaré.
   __Iré en mi coche, si no le importa.
  __Bueno, si la cámara no aparece tenemos el testimonio de Gloria y el de Ana__ dijo Pedro, hablando solo__ De todos modos voy al cuartel a denunciar el robo….



Continuará…