La fundación, capítulo VI y último




Los tiempos pintaban mal para las monarquías. La noticia del encarcelamiento de la familia real francesa causó inquietud en la Fundación.   Por años surtieron de consortes a la Monarquía de la flor de lis con bastante buena fortuna. Durante el reinado de Luis XVI, la fertilidad de las pupilas enviadas por la Fundación se había convertido en un problema dado que la consorte del Delfín, María Antonieta, no lograba quedarse encinta, mientras sus cuñadas y primas parían sin parar. La madre de la delfina, la emperatriz María Teresa, lo tomó como una afrenta personal por parte de la Fundación puesta ahora al servicio del Borbón que no perdonó jamás a la monarquía austriaca la pretensión del trono de España, que solo a el le pertenecía.
__Bastardos__les llamó la emperatriz con toda propiedad__solo quieran hacer de menos a mi niña.
__No comprendo por que protesta. Nosotros no tenemos culpa de que su hija sea presuntamente estéril.
__No es eso. Parece ser que el delfín no consuma.
__Razón de mas. Estos franceses no traen mas que problemas. Y encima la casa de Austria piensa que se trata de una conspiración. Dichosa guerra.
Por fin la delfina se quedó encinta, para alivio de todos. Sin embargo la  revolución echó por tierra el gozo de la dinastía.
El Consejo nunca entendió por que los revolucionarios franceses se empeñaron en prender y ajusticiar a los reyes. No había ninguna necesidad. Luis XVI y María Antonieta habían sido unos monarcas con muchos defectos, frívolos y dilapidadores en unos años difíciles para el país, es mas que cierto, pero, con haberlos destronado y enviado al exilio hubiera sido suficiente. Para  poder llevarlos a la guillotina, los revolucionarios tuvieron que acusarlos de lo único de lo que no eran culpables: de traición a Francia.
Robespierre probó años mas tarde la misma medicina que había obligado a recibir a la familia real.
__Quien a hierro mata…__fue la aguda observación de la presidenta de la Fundación en ese momento.

Una vez que Luis XVI de Francia y su esposa austriaca fueran guillotinados, los contratiempos parecieron cebarse con la Fundación. Los  consortes suministrados a otras cortes no daban los buenos resultados que cabía esperar dado el esmero con el que eran instruidos. Como los matrimonios se concertaban entre diferentes casas reinantes, un mal resultado era tomado como una afrenta personal de la Fundación a la corte afectada e incluso a los padres de ambos cónyuges, que culpaban al Consejo de errar a propósito para fastidiar o para provocar un conflicto y reclamaban los dineros pagados, que en algunos casos no hubo mas remedio que devolver, con el consiguiente perjuicio para las arcas de los naturales.
Andaban muy nerviosas y preocupadas las diferentes monarquías. Por cualquier nimiedad el pueblo podía amotinarse como habían hecho los franceses; no debían de proporcionarles excusas para ello. Se habían tornado excesivamente susceptibles las casas reinantes en aquel momento delicado. Escuchaban la palabra revolución y salían bufando como el demonio ante la cruz.
En esos años tan particulares de revueltas e ilustración, la Fundación estaba presidida por una mujer. Una culta y erudita dama hija bastarda de Carlos III. No era lo acostumbrado. Había habido graves disensiones dentro del Consejo, pero al final se acordó que siendo la mejor candidata, poco importaba el sexo. No fue la mejor época de la Fundación a nivel compromisos institucionales, por las circunstancias que atravesaban los reinos en Europa, pero fue la mas decisiva, dada la determinación que hubo que tomar.
Eran tiempos de cambios. En el mundo se sucedían los acontecimientos significativos. La revolución había triunfado nada menos que en Francia ¿quién lo hubiera pensado? Y al otro lado del mar océano una nueva nación acababa de nacer: Los Estados Unidos de America habían conseguido la independencia de Gran Bretaña, tras una larga guerra en la que había participado España ayudando a los rebeldes, como debía ser, dada la enemistad crónica con Inglaterra. Había surgido una nación joven con nuevas ideas y aires renovados de democracia, libertad e igualdad. Muy diferente de los estados de la vieja Europa.

La presidenta se hallaba despachando con su secretario. La Fundación andaba otra vez con apuros económicos. Habían tratado de remediar el mal comportamiento de los pupilos, echando mano de los criados en el exilio, fiándose de los informes de los diferentes Consejos formados por el mundo. El resultado fue bastante peor. La conducta de los jóvenes era una autentica anarquía. No eran ni tan siquiera cultos, ni menos aun educados. Parecían gañanes. Había que remediar aquello con prontitud. Estaba resultando muy difícil controlar a los pupilos exiliados, para lograr tener una instrucción uniforme que sirviera a un fin concreto: la buena marcha de la Fundación. A medida que pasaban los años, se iba haciendo muy complicado, casi imposible, traerlos de nuevo al redil.
__Así no vamos a ninguna parte. Esto es el caos. Es indispensable la unidad, la cohesión. No se puede actuar de modo independiente. ¿Cómo hacer que lo comprendan?.
__Va a ser difícil, señora. Como buenos españoles prefieren ser cabeza de ratón que cola de león. Necesitaríamos un milagro.
__Confiemos.

No tenían ni la mas remota idea de lo iba a ser el milagro americano. ¿Cómo la iban a tener?. Jamás se les hubiera pasado por la cabeza que la solución a la cada vez mas atronadora anarquía, iba a venir del otro lado del mar, de la mano del embajador de un tal George Washington, primer presidente de la nueva nación, que había surgido con ganas de comerse el mundo.
El Consejo pasó días con sus noches reunido deliberando, tratando de dar con la mejor solución; procurando conservar la mente fría y no errar al tomar la vía que conduciría a la probable salida  para la sociedad, que había permanecido durante siglos funcionando tal y como se pensó en el principio. Pero, los tiempos cambian y no siempre a mejor.
Al final se decidió vender, siempre y cuando la oferta colmara las expectativas aconsejables. No iban  a vender a cualquier precio. La duda ofendía.

Aquella tarde, la ilustrada presidenta y su secretario, amante y mano derecha, esperaban al americano-portador de una oferta que “no iban a poder rechazar”- con curiosidad y escepticismo y mataban el tiempo platicando acerca de él y sobre todo, acerca  de los malos resultados de los últimos casorios. Para la presidenta constituía un ejercicio de auto convicción. No le agradaba tener que ser precisamente ella, quien enajenara la Fundación.
__Esta gente de la nueva nación son ingleses en realidad ¿no?.
__Bueno, son de origen ingles, pero ya han nacido en las colonias. Son americanos.
__Son de familia inglesa, súbditos de Jorge III, educados en la monarquía. ¿Por qué esos aires republicanos?.
__Están de moda las revoluciones. Ellos piensan que la república  es el mejor sistema.
__Entonces ¿Por qué esta oferta?
__Misterios que el tendrá a bien explicarnos.
__¿Como van nuestros últimos envíos?
__De mal en peor.
__Explícate.
__El consorte enviado a Polonia, tiene el mismo problema que en su día tuvo el delfín de Francia: no consuma. No hay manera.
__Algo de culpa tendrá la esposa. No sabrá estimularlo convenientemente.
__Ten en cuenta que es casi una niña.¿Que va a saber?.
__¿Y la que enviamos a Hungría?.
__Esa es todo lo contrario. Le puso los cuernos al marido hasta con el mismo rey, su suegro. Han ordenado decapitarla.
__Que moda tan absurda de cortar cabezas. ¿Y el de Rusia?
__Se pasa el día en los fumaderos de opio y es adicto a otras sustancias que, por lo visto, le hacen entrar en una especie de trance, parecido al éxtasis de los santos. Está medio idiotizado. Dice que se le aparece San Pedro lanzando anatemas contra el papa. Su suegro ha ordenado encarcelarlo por blasfemo. Acabará mal.
__¿Y el de Turquía?.
__Ha salido ladrón.
__¿No lo habrán decapitado?
__No. Le han cortado las manos.
__¡Por Dios!.
 
La puerta se abrió y el ujier anunció al señor embajador de los Estados Unidos de America: Excelentísimo señor John McIntire.
Un hombre joven, alto y con impecable aspecto avanzó resuelto por el salón. Cuando llegó estrechó la mano de la presidenta con energía, haciendo a la vez, una ligera inclinación de cabeza. Reminiscencias del reciente pasado monárquico.
Una vez que tomaron asiento, el americano fue directo al grano.
__Como ya les habrán informado, mi gobierno está muy interesado en adquirir los derechos de explotación de la Fundación que usted preside.
__Hombre, explotación no me parece el término adecuado. Son seres humanos, no son bestias de carga.
__Perdón, señora, no ha sido mi intención faltar al respeto, es un modo gráfico de exponer las cosas. Nosotros hemos creado una sociedad transnacional para hacernos con el control de las distintas fundaciones que, como la suya, se ocupan de recoger e instruir a los hijos naturales de diferentes monarcas. Se que tras las revueltas y guerras que asolaron Europa, estos pupilos de varias nacionalidades se hallan esparcidos por el mundo con poco orden. Nosotros tratamos de agruparlos de nuevo en un territorio que ofrezca garantías de estabilidad. Hemos pensado en Gran Bretaña…
La presidenta iba a objetar algo, pero el embajador la detuvo con una sonrisa y un gesto de la mano; cortés pero tajante.
__En un lugar de la campiña inglesa iremos reagrupando a los diferentes naturales dispersos por el mundo. Los que permanecen en sus países de origen les dejaremos, de momento, en su sitio. Ustedes, por ejemplo, son necesarios aquí. Nuestra intención es distribuir por el mundo una elite preparada y capaz para asumir cualquier roll importante en el futuro, no solo como consortes sino como dirigentes al frente de los estados, los gobiernos y las finanzas, siempre al servicio, claro está, de los ideales americanos.
__Me gustaría conocer esos ideales.
__Están muy claros, señora. Libertad, igualdad y democracia.
__Algo parecido proclamaban los revolucionarios franceses y ya sabemos como terminó la monarquía.
__Le confesaré un secreto. Volverá la corte a Francia. Estamos trabajando en ello. Le doy mi palabra. Tenemos puestas mucha esperanzas en un pupilo corso.
__Me inquieta tanta perfección. ¿No se les irá de las manos?
__Puede ser que alguno sienta la tentación de ir por libre, ocurre siempre, pero la organización no vacilará. El castigo será ejemplar. Como ya han hecho ustedes en el pasado.
__Aun no hemos hablado de dinero. Sería conveniente conocer la oferta para no perder el tiempo.
El americano sacó un sobre del bolsillo interior de su levita y se lo extendió al amante secretario que previamente había alargado el brazo. Este se lo paso a la presidenta sin mirarlo. Cuando ella lo examinó puso los ojos en blanco y por un momento imaginó estar viendo visiones. Tantos ceros a la derecha la habían mareado. El secretario se alarmó. Pensó que le estaba dando un vahído a su amada. Ella le devolvió el papel sin decir ni una palabra. Se había quedado muda de la impresión.
__¿En efectivo?__preguntó cuando pudo hablar.
__Naturalmente.
__Hecho. Solo una curiosidad.
__Dígame.
__¿Y si no sale bien?
__Saldrá bien, señora, confíe en nuestra capacidad de organización.
__¿Sabrán manejarlos?. Son descendientes de reyes.
__Yo también.
__¿Ah si?. ¿De un rey ingles, supongo?
__No lo se. Ya conoce las normas.
El americano pidió permiso para hacer entrar a su ayudante; mientras este se acercaba con un baúl lleno de doblones de oro, él extendió ante la presidenta el documento de venta listo para la firma. Ella puso sobre la mesa los poderes otorgados por el Consejo para la sanción, mas los estatutos y el documento original  de constitución de la Fundación. Mientras ambos comprobaban los documentos, el secretario y tres funcionarios mas contaban el dinero. Cuando todo hubo concluido la presidenta acompañó al yankee hasta la puerta. En la despedida él volvió a inclinar cortésmente la cabeza.
Cuando ya se alejaba por el largo corredor, la bastarda del tercer Carlos preguntó de nuevo:
__¿Seguro que podrán?.
__Yes, we can__respondió el americano con energía.

__¿No estas contenta?__quiso saber el secretario al observar el ceño fruncido de la presidenta.
__No lo se. Creo que se les irá de las manos. Tengo el convencimiento de que tras estas buenas intenciones se solapan deseos de dominar el mundo.
__ No debe preocuparte, si sucede nosotros ya no lo veremos, ni siquiera nuestros nietos.
__Por suerte, porque no creo que me gustara el mundo en esa época. No creo que me gustara en absoluto.


FIN

La fundación, capitulo V



Tras una larga reconquista, España consiguió al fin la unidad nacional cuando expulsó al ultimo rey nazarí. La pareja real del momento llamados los católicos, estaban jubilosos. Mientras duró el avance y el cerco a Granada se detuvo la llegada de ilegítimos a la Fundación que ya para entonces abarcaba toda la península, Portugal incluido, y constituía casi una nación dentro de la nación que acababa de nacer.
Tras la contienda,  las arcas de Castilla quedaron esquilmadas y la reina que era la administradora, acordó con sus asesores de economía restringir gastos a toda costa- aunque el reparto de los bienes y tierras de los nazaríes proporcionó un respiro a la maltrecha hacienda- pero así y todo había que restar de donde se pudiera. El banquero lombardo que era su principal asesor hizo la propuesta: dejemos de financiar la FVI. Que se las arreglen como todo el mundo.
__Hay algún medio hermano del rey y creo que mío también.. Y recuerdo que durante el pleito con la Beltraneja la Fundación estuvo de mi parte. Incluso recuerdo que aportó dineros para armamento.
__¿Y que?. Vos lo habéis dicho. Tienen dinero, que se las arreglen. Ni un maravedí mas.
El lombardo era bastardo de un príncipe veneciano. No hay nada peor que la cuña de la misma madera. Así se hizo por tanto. La FVI dejó de percibir ayuda real. El Consejo se reunió como solía pero esta vez para un asunto doloroso, algo que no ocurría desde el alzamiento del pretendiente de la marca.
La comisión rectora puso el grito en el cielo y se presentó ante la reina. El lombardo sugirió a Isabel que no los recibiera. Que noten que ya no tienen predicamento. La católica, era de otro parecer y accedió a la audiencia. El portavoz de la embajada, primo de la monarca aunque no de modo oficial, como es de suponer, hizo valer el documento de fundación sancionado, entre otros, por uno de los ancestros de la reina, pero  Isabel no cejó ni un ápice. Era muy terca, parecía mas aragonesa que Fernando y cuando se trataba de dineros era también muy roñosa. Sabedores de que se había quedado sin alhajas para financiar la expedición a la India por el oeste, que un italiano visionario se había empeñado en llevar a cabo, los dirigentes de la Fundación le obsequiaron una tiara de esmeraldas, que formara parte de la dote de una de las hijas bastardas de Alfonso XI de Castilla. Recibiola la reina con mucho agrado, pero no cedió. Lo había dicho su asesor económico: ni un maravedí. Y ella era muy obediente cuando se trataba de negar dineros.
__¿Que esperáis?__preguntó Isabel al ver que los naturales no se retiraban.
__Nada señora, nada__respondieron resignados comprendiendo que no volverían a ver la joya.

 Pese a la grave crisis económica que propició la  prolongada guerra de reconquista, la Fundación salio adelante. Había remanente, estaba muy bien administrada desde siglos. No obstante la directora de bodas y alianzas, una bastarda de Juan II de Castilla, medio hermana por tanto de Isabel, tuvo una idea: Dadas las peculiares circunstancias económicas del momento cobraremos por cada boda. Cobraremos una cantidad por el novio o la novia. Es justo. Hemos tenido que criarlos, educarlos y formarlos durante estos años, amen de seleccionarlos convenientemente según la corte a la que vayan destinados. Todo ello constituye un arduo trabajo que lleva implícito un coste importante; supongo que todo el mundo lo comprenderá.
Así fue como desde 1492, con reticencias y regateos al principio, y con absoluta naturalidad mas tarde, la Fundación comenzó a cobrar por cada pupilo suministrado como consorte a las diferentes cortes europeas. Aquella tacañería de la reina católica se convirtió en un negocio de lo mas productivo. La Fundación siempre había tenido a los hados de su parte y en los peores momentos la fatalidad se trocaba en bonanza.
Pero todo cambia, incluso la suerte, y  lo peor estaba por llegar.

Tras la unidad nacional primero, y mas tarde, la grandeza del imperio logrado por Carlos I y Felipe II, la ineptitud de los últimos Felipes, o mejor de los validos de estos reyes, trajo la ruina a la hacienda y al país. Para mas colmo el rey actual, Carlos II, enfermizo, raquítico y de corta inteligencia, fruto de la consanguinidad de la dinastía, va a fallecer sin hijos, lo que hará extinguir la rama española de los Austrias, sin remedio.
España va a dividirse por ello, en una sangrienta guerra de sucesión entre los partidarios de los dos aspirantes al trono: Felipe de Anjou y Carlos de Habsburgo. Ambos eran nietos de infantas españolas, hijas de Felipe IV y Felipe de Anjou era además hijo de María Teresa  la hermana mayor de Carlos II, el ultimo Austria. Carlos de Habsburgo era hijo del emperador Leopoldo, primo de Carlos II. Temiendo un nuevo eje España-Austria como en el reinado del primer Carlos, las potencias europeas fuerzan el nombramiento como Príncipe de Asturias de un tercer candidato: José Fernando, hijo del Elector de Baviera. Pero el joven fallece prematuramente, y Carlos II presionado por Francia, hace testamento reconociendo como  heredero a Felipe de Anjou que en principio es bien recibido por el pueblo. Pero el intervencionismo y la prepotencia de Luis XIV da origen a una alianza internacional que reconoce al Archiduque Carlos como sucesor y desata una guerra europea en suelo español a la que se suma una guerra civil entre la corona de Aragón mas el papa de Roma, partidarios de Carlos, y la corona de Castilla con el clero nacional, partidarios de Felipe.

Como es de suponer los naturales, tanto españoles como de otras nacionalidades, se ven involucrados en el conflicto. En España los bastardos se dividen, pese a los esfuerzos del Consejo, entre los dos aspirantes.  A estas alturas, nadie sabe ya de que corte procede, así se da el caso de aragoneses apoyando a Castilla y viceversa. La fundación asiste impotente al enfrentamiento.
Un gran número de naturales fallecen en las múltiples batallas, quedando sus familias desasistidas y muchas de ellas aisladas en los territorios perdedores. La victoria de Felipe V aumenta los contratiempos y los sinsabores para la Fundación. El rey toma represalias contra la parte no afecta, retirando privilegios y reconocimientos y encarcelando a dirigentes y significados, leales a la corona de Aragón. Muchos, huyen  precipitadamente de España hacia Italia y el norte de África, intentando a duras penas, mantener el contacto entre ellos. La Fundación dentro de España queda reducida a menos de la mitad de sus efectivos, porque ocurre también, que una parte importante de naturales había sido destinada a repoblar Gibraltar y tras la contienda y en virtud del Tratado de Utrecht, el territorio pasa a manos de Inglaterra.
Los naturales trataron de huir hacia España pero la mayor parte fueron detenidos,  obligados a regresar y a adoptar la nacionalidad inglesa a cambio de mantener sus negocios y poder continuar con su vida habitual. De lo contrario les esperaba la expropiación de sus bienes y la cárcel.
El nuevo rey se incauta de todos las posesiones de la Fundación en los territorios rebeldes y obliga a la institución a pagar un canon  a las arcas reales por las ganancias que proporcionan sus bodas concertadas, ordenando además,  investigar a fondo los negocios de los naturales, una vez que fue sabedor de sus pingües beneficios.
Constituyó un duro golpe para la Fundación. Su rector de aquel momento falleció repentinamente de un ataque al corazón debido a los numerosos disgustos. No obstante los naturales eran disciplinados, como ya sabemos, y pusieron de inmediato manos a la obra para intentar reagruparse y establecer comunicación con las diferentes facciones dispersas por los alrededores, allende el Mediterráneo. Fue una labor intensa y complicada, por esa causa,  aun no lo habían conseguido cuando llegó la oferta. Pero no adelantemos acontecimientos.

Tras unos años de paz, y en vista de la política desarrollista y de las transformaciones, para mejor, en el ejercito y en la administración que se venían dando, comprobado en fin, el buen cariz que tomaba el reinado de la nueva dinastía, el Consejo decidió solicitar audiencia al rey para  interceder a favor de sus camaradas dispersos por el mundo, dado que la Fundación mantenía, además,  buenas relaciones con la corte francesa suministrando consortes para  príncipes e incluso funcionarios de alta gama. Tal vez por esto último el primer Borbón les recibió, no de muy buen grado, todo debe decirse.
No llegaron a ningún acuerdo. Felipe V no iba a perdonar infidelidades ni desafectos.
__Messieurs, todo el mundo debe atenerse a las consecuencias de sus actos. No hay excepciones.
__Majestad, señor, permitidme que os muestre el documento de fundación de nuestra institución. Esta sancionado por reyes de todos los reinos del momento, año 800 de nuestro Señor. Los pupilos cuentan con el reconocimiento de su procedencia regia;  están amparados por sanción real. Gozan de ese privilegio.
Fue una osadía reclamar privilegios ante un monarca absoluto, tan absoluto como era, además,  el quinto de los Felipes.
El rey alargó la mano de mala gana para alcanzar el documento que ni se molestó en leer, rompiéndolo en tantos trozos como fue capaz dada la dureza del pergamino.
__¡Majestad!, el documento…
__Je l´ai passé dans le cul.
Menos mal que era una copia. Los naturales no eran tan ingenuos como para presentarle el original.
__El rey solo rinde cuentas ante Dios. No lo olvidéis. Y ahora, fuera de mi vista.
__Muy ordinario para ser francés ¿no crees?.
__Si y para ser rey, también.
Fue el comentario de los embajadores al retirarse, una vez hubieron abandonado el salón de audiencias a toda prisa.

Continuará...

La fundación, capítulo IV



Natural de Rey crecía y prosperaba; su población aumentaba y la vida transcurría en paz. Muchos naturales hubieran sido buenos reyes de haber podido subir al trono; mejores que algunos de sus hermanos de padre. Varias familias eran desplazadas cada año a repoblar diferentes marcas, cada vez mas al sur.
A veces terminaban pereciendo  en alguna incursión musulmana, otras eran ellos los que hacían retroceder a los lugareños, aunque tenían ordenes precisas de llevar la vida en armonía con todos: moros o cristianos. Eran casos puntuales en los que no quedaba otra que aniquilar o sucumbir. Todo lo demás marchaba según lo dispuesto en las normas de la Fundación.
 Pero siempre surgen contratiempos. Por mucho celo que se ponga, si hay algo o alguien susceptible de salirse de lo establecido, se saldrá. Las normas están para no cumplirlas. Es inherente a la naturaleza humana.

Los naturales de rey supieron siempre que eran bastardos. Ocultarlo con tantas obviedades alrededor hubiera sido imposible, pero no se les informaba, como parece prudente,  sobre su corte de procedencia a fin de evitar curiosidades malsanas,  reclamaciones al trono u otras zarandajas. Sin embargo los que fueron sacados de la corte del primer Alfonso, ya creciditos, conocían de sobra su procedencia y aunque el prior les había advertido y el conde amenazado seriamente sobre la tentación de hablar mas de la cuenta, no pudieron resistirse a contar a sus nietos lo que habían ocultado a los hijos: la corte de origen. El residir en estos momentos, lejos de la villa original hizo que se sintieran a salvo, para cometer una imprudencia tan temeraria como esa. Y sucedió que uno de aquellos nietos se creyó con mas derechos a ocupar el trono que el actual Alfonso que acababa de proclamarse emperador. Echó cuentas y comprobó que su abuelo debería haber sido rey antes que el abuelo del tal Alfonso y se juramentó remediar tamaño desvío en la dinastía.
Los habitantes de la población fronteriza donde residía este aspirante, fuera del reino de Alfonso, por cierto, se dividieron en dos mitades cuasi simétricas. Los que estuvieron de acuerdo se dividieron en otras dos: Una de las partes procuraría alianzas con otros naturales de las marcas e incluso con otros reinos, moros mejor que cristianos, no fuera ser que estos se mosquearan con la pretensión, y la otra mitad proporcionaría armamento e intendencia para el ejercito que esperaban formar. La parte no afecta al alzamiento, se las ingenió para informar a la villa matriz de lo que se empezaba a preparar, pese a la vigilancia a la que se les sometió rayana en el acoso mas explícito. En principio, no se les perdía de vista ni cuando iban al corral a hacer las necesidades; mas tarde y ante la persistencia en no avenirse a razones, se les ajustició sin miramientos, por traidores a la causa justa de la reclamación dinástica. No se respetaron mujeres, ni niños, ni ancianos. Se decapitó hasta los perros, porque sospecharon que había sido un perro adiestrado quien viajó hasta Natural con el recado atado al cuello en una bolsa de cuero.
Nada mas leer el papel, el actual prior y su consejo de ancianos tomaron, por unanimidad,  la determinación de caer sobre los insurgentes y hacer un escarmiento. Porque, si el emperador o cualquiera de los reinos vecinos se enteraban de las pretensiones del bastardo, capaces eran, de llevar a cabo una razzia contra la villa y provocar una escabechina. Que había en aquellos tiempos monarcas muy feroces por los alrededores. Menos mal que los levantiscos habían tenido la prudencia de no solicitar ayuda de ningún reino cristiano.
El emperador, siempre con la corte itinerante por todo el vasto reino,  tardó en apercibirse. Cuando lo hizo, por una indiscreción  que un miembro del Consejo cometió en una casa de lenocinio que solía visitar, el asunto ya estaba zanjado. Enfadose Alfonso, menudo era- tenía el mismo carácter que su madre- y pidió airadamente explicaciones al Consejo; el presidente le hizo notar que la rebelión era un asunto interno. Exclusivamente. Los estatutos prohibían claramente, bajo pena de muerte, cualquier tipo de reclamación, fuera contra quien fuera. Y ellos ya lo habían resuelto. Además, no constaba en parte alguna que la reivindicación se dirigiera contra su trono, dado que como era fácil comprobar, se había producido fuera de su reino, casi en tierra de nadie.
__Si, pero habéis hecho componendas a mis espaldas con mis enemigos.
__No ha habido componenda alguna. Nadie ha pedido auxilio a ningún reino.
__Quiero que se haga un escarmiento.
__Ya se ha hecho, majestad.
El emperador amenazó con una razzia contra la villa.
__No os lo aconsejo, majestad. Tened en cuenta que residen en ella multitud de descendientes de varios reyes de los alrededores. Caer sobre ellos sería considerado una provocación y mas teniendo en cuenta que todo está ya resuelto y que, como ya os hice notar no consta que…
__Voy a suprimir los dineros que doy a la organización.
__Como gustéis señor.
__¡Quitaros de mi vista!.
Menos mal que andaba contento el emperador aquellos días por el nacimiento de su primera hija, una bastarda por cierto, a la que llamó Urraca como su madre. En vista de ello- tenía prisa por trasladarse a Asturias para conocerla- dio por zanjado el asunto con los naturales, pero  no consintió, en represalia, que la niña fuera entregada a la Fundación que se habría honrado y mucho, con la nueva vástaga del emperador. En consecuencia, Urraca la asturiana, se educó en León con sus tías, como una infanta mas.
El choque entre naturales había sido peor que aquel contra los moros en el origen de todo. Las tropas reunidas contra el pretendiente multiplicaban por diez  a las de este, que aunque disciplinadas y valientes terminaron por ser exterminadas sin que persistiera rastro alguno  para la posteridad, ya que los cadáveres recogidos del campo de batalla , fueron apilados por orden de la superioridad, en varias piras e incinerados. Ni las cenizas permanecieron dado que, tras la cremación, se desató una tempestad de viento y lluvia que borró cualquier rastro de las hogueras. Las familias de los sublevados fueron pasadas a cuchillo por los propios naturales. Iba en ello la supervivencia de toda la población. Estaban destinados a casarse entre ellos o con gente distinguida de las villas cercanas, o como comenzaba a suceder ahora, con algún príncipe o princesa extranjeros, pero jamás se les debería volver a ocurrir pretender el trono de sus ancestros.
Y jamás se les ocurrió. Por lo menos en España.
Con los siglos llegó a Paris un pupilo corso que se coronó emperador tras invadir y asolar media Europa. La tenaz resistencia de la pérfida Albión y el levantamiento popular en España fueron definitivos para detener a aquel militar bajito y codicioso que instaló, incluso,  a uno de sus hermanos en el trono de España, arrebatándoselo a su legitimo rey. Se saltó a la torera las normas de la Fundación que lo había encumbrado. Lo pagó caro. No obstante con los siglos bastantes pupilos mas se salieron de las directrices del Consejo, y éste en algunos casos, fue impotente para castigar la desobediencia.
Pero en ese tiempo la Fundación ya estaba en otras manos.

Se sucedieron los lustros con profusión de guerras entre cristianos, entre moros y entre unos y otros como había acontecido siempre. Los naturales supieron estar en su sitio. Lo cierto es que eran poseedores de una disciplina y un temple envidiables, incluso por sus hermanos reinantes, algunos de los cuales se interesaron por contar con un determinado medio hermano, de probada inteligencia, como asesor. Era una situación nueva no contemplada en los estatutos. Hubo graves deliberaciones entre los consejeros y al fin se decidió otorgar el permiso, puesto que encumbrar a uno de los pupilos hasta el Consejo privado del rey era un reconocimiento y un honor para la Fundación; además el evangelio sugiere ayudar al prójimo, cuanto mas a un hermano y cuanto mas si es el rey.
Hubo otra petición por parte de la reina para contar entre sus damas con alguna natural. Reuniose de nuevo el Consejo. Este acuerdo fue mas difícil de tomar. Sabedores eran, por propia experiencia, de lo que solía ocurrir entre las damas y el rey. Era el pecado original de la Fundación. Talmente como mentar la soga en casa del ahorcado.
Tras extensísimas y acaloradas discusiones se acordó denegar el permiso.
Protestó la reina. Secúndola el rey y el Consejo se reunió de nuevo. Ante la insistencia se llegó a un acuerdo puntual: permitir por esta vez, el envío de dos damas a palacio. Se eligieron con sumo cuidado. Primero, que no fueran parientes cercanas de la dinastía, por si acaso, evitando así la consanguinidad; segundo, que fueran virtuosas y disciplinadas y tercero, que no fueran excesivamente agraciadas. Eran cultas y bien educadas, pero un poco feuchas.
No hubiera sido necesaria tanta precaución. No ocurrió nada anormal; todas fueron tratadas con una delicadeza exquisita. Era la corte de Fernando III de Castilla y León, mas tarde santo y de su primera esposa la virtuosa reina Beatriz de Suabia. La vida en palacio fue dichosa para las pupilas, que terminaron por casarse con altos dignatarios de la corte. Algunos de sus hijos continuaron ocupando cargos de importancia en los consejos de sucesivos monarcas. Una de las hijas, de vocación religiosa, fundó varios conventos y terminó elevada a los altares. Fue la primera santa de la Fundación, aunque no la única. Constituyó aquella una grata experiencia, que no sería la última. Muchos naturales brillaron en las Cortes de sus medio hermanos y algunos casaron, incluso, con sobrinas lejanas. Muchos fueron requeridos para desposarse con segundones y segundonas de otras monarquías. Se fue terminando así con la costumbre de hacer profesar a las hermanas o hermanos de reyes, si no encontraban consorte adecuado. Ahora existía un amplísimo plantel de candidatos y candidatas de todas edades y condiciónes, instruidos en la disciplina y el deber sobre todo lo demás, para hacer honor a su procedencia real.
La Fundación se llenaba de gloria y aumentaba en prestigio lo cual redundaba en beneficio de todos.
Pero, siempre ocurren contratiempos. La felicidad nunca es eterna. Algo que sabían bien los naturales.


 Continuará...