Egilona



Fue la esposa de don Rodrigo, el último rey visigodo de Toledo. Egilona nació y murió en Sevilla (659-718).

Cuando muere Witiza (hay quien dice que asesinado por Rodrigo), sus partidarios nombran rey a su hijo Agila de 10 años. Pero el resto de la nobleza visigoda, temerosa de que el niño sea manipulado por sus parientes, se reúne en el Aula Regia y elige rey a don Rodrigo, duque de la Bética. ( Como se ve la monarquía era entonces electiva). El otro bando se levanta en armas y se inicia una nueva guerra.
Entre tanto don Rodrigo casado con Egilona, dama bellísima, a la ponía los cuernos constantemente, se encapricha de la hija del conde don Julián, Florinda, a la que su padre gobernador de Ceuta, había enviado a Toledo para que se educara en la corte.
Ceuta pertenecía al imperio Bizantino, pero mantenía excelentes relaciones con la monarquía visigoda para contener el avance arabe.

Don Rodrigo acosa a la joven Florinda, quien no le hizo ningún caso, hasta que un día el rey desesperado, “abusa torpemente de su honestidad”. O sea, que la viola.
Don Julián monta en cólera, no es para menos, y propicia la invasión musulmana de la Península, poniendo sus barcos a disposición del gobernador Muza, para cruzar el Estrecho.
Egilona estaba al corriente de los hechos, pero no pudo darle su merecido, ya que aunque exigió venganza, los acontecimientos se precipitaron y el rey muere en la batalla de Guadalete. Supongo que previamente a la invasión, la reina habría tenido tiempo de cantarle las cuarenta y darle con la corona en los morros o tirársela a la cabeza o lo que hicieran en aquellos años las reinas con sus consortes machistas.
Tras la muerte del rey, Egilona se refugia en Magacela, reinando sobre una fiel corte.
Su intención era llegar a Asturias, pero el rápido avance no le dio ocasión.

"….No cures llorar mi muerte,
No cures llorar tu estado
Procúrate de esconder
Allá en lo mas apartado,
Vete luego a las montañas
De aquel reino asturiano….
"

Resiste valientemente el empuje musulmán hasta que se ve obligada a entregar las llaves del castillo al emir Abb al Aziz Ibn Muza, quien se enamora de ella y le propone matrimonio, tratando de atraer con ello, además, a la nobleza visigoda. Egilona acepta tras prometerle el emir que respetará sus creencias religiosas. Se casan en el 712.
Abb al Aziz cumplió su promesa y cesaron las persecuciones a los cristianos. Este modo de proceder despertó las sospechas de algunos árabes fanáticos que le fueron con el cuento al califa Soleimán, insinuando que, probablemente, el emir planeara convertirse al cristianismo.
El califa envió a Sevilla a cinco oficiales dispuestos a acabar con la vida de Abb al Aziz. Se enteró Egilona por una confidencia y rogó a su marido esconderse hasta poder reunir un ejercito y hacer frente a los descontentos y persecutores. El emir no quiso hacer caso del peligro y los sicarios le decapitan, enviando su cabeza al sultán cubierta de sal. Sólo hacía dos años que se había casado con Egilona.