Los crímenes de las cuatro estaciones


La venganza, última


En casa de don Pedro de Picos Erizados había una gran consternación. Ahora si habían acudido sacerdotes; unos cuantos, cuando ya no se necesitaban para nada. También había acudido el Corregidor para disponer el entierro de su padre adoptivo.
   __Vamos a enterrarle aquí, en el lugar que los reyes tienen destinados para los altos dignatarios de la corte. Es un honor que me ha hecho el nuevo rey. Es difícil tras el diluvio hacer el viaje hasta León con un cadáver. Luego, con el tiempo, trasladaré sus restos para que descanse con su esposa. Les avisaré de cuando son los funerales por si quieren acudir.
   __Por supuesto.
   Don Nuño no acudió a saludarle, no tenía valor para verlo, temía que la rabia lo delatara y temía también lanzarse contra el llamándolo asesino, lo cual no era aconsejable, mayormente porque no tenía pruebas, solo la confesión de un muerto.
A mediodía llegaron Cirilo y Jacinto. Don Nuño y Josefo les recibieron con abrazos y el marqués preguntó a  Cirilo si había novedades.
   __Todo ha concluido. 
   Don Nuño y su criado hablaron en privado durante un buen rato, mientras Jacinto ponía  a Josefo al corriente de lo sucedido. Se sorprendió cuando el escritor le confesó haber visto la armadura la noche antes de partir para la capital
   __Han muerto todos y ya sabéis, se los ha llevado el río. Por cierto señor, se me había olvidado la dama por la que os habíais interesado, no os lo vais a creer. Era la esposa de Guzmán, bueno ahora la viuda. Está libre señor. Alegraros.

   Josefo ya no sabía que pensar. Los acontecimientos se habían precipitado en torrente como la lluvia y habían causado en el ánimo estragos parecidos. Habían removido conciencias, desenterrado recuerdos, arrastrado vidas y se habían ido igual que llegaron  dejado a su espalda muerte, porquería  y desamparo.
   El viaje de vuelta iba a ser difícil puesto que tenía mucho que preguntar al marqués y se mareaba en la litera.
   Don Nuño decidió irse y no esperar al entierro del conde del Páramo. Se despidieron todos de todos. Josefo prometió regresar a casa de don Pedro para visitar a los hijos de quienes se había hecho amigo sobre todo de Pedro, el mayor, aficionado  a la astronomía al tiempo que le instaba a visitarlo también en Saláceres. Don Nuño prometió a don Pedro pensar con calma en la confesión de don Julián  y tomar
 la decisión acertada o hacer todo lo posible por lo menos. El otoño estaba entrando, al menos sobe el calendario, que era lo preocupante.
    Una vez en camino Josefo que no había comido apenas para no tener un viaje difícil  no sabía por dónde empezar a preguntar; lo hizo por la armadura. Don Nuño le respondió a todo aunque sin entusiasmo. Apenas tenía voz, el terrible secreto que compartió con don Julián le había minado el espíritu.
   Era Almanso Vivar mi alférez del tercio. Un gigante como ya sabéis, que medía  más de  dos estados. Cuando portaba la bandera esta era visible por encima de las picas lo que desconcertaba y desmoralizaba al enemigo.
   Fue mi mano derecha durante años,  un hombre valiente y fiel al que quise como a un hermano. Con el tiempo comenzó a tener problemas de salud. Extraños, problemas extraños. Comenzó por hacerle daño la luz en los ojos. Esta dolencia fue aumentando de intensidad  hasta verse obligado a  utilizar  unos anteojos negros como si fuera ciego. A la vez el vello  se fue extendiendo hasta el punto de tener todo el cuerpo cubierto de pelo, un pelo negro y tupido como el de la cabeza, que unido a la estatura le daba un terrible aspecto de oso. La gente, ya sabéis, comenzó a ver la mano del diablo.
Menos mal que en aquellos tiempos la inquisición italiana solo se ocupaba de perseguir protestantes por toda la isla y le traía sin cuidado el exceso de pelo de Almanso y los contubernios con el diablo de los supuestos brujos.
   Pero eso no fue lo peor, lo más difícil sobrevino cuando la luz del día le afectaba a la piel que no estaba cubierta de pelo como parte de la cara y  las manos Es una extraña enfermedad. Se vio obligado a llevar celada y manoplas siempre que tuviera que estar al aire libre.
   Estaba casado desde bastante joven, cuando aún no había ni rastro de la enfermedad y tenía un hijo que ansiaba también ser soldado como el padre. Tomamos la decisión de licenciarlo y que viviera en su pueblo medio oculto, porque ya os digo que la imaginación corría pareja con la ignorancia y al Santo Oficio de España no le hacía falta más que una ligera insinuación de pacto con el diablo para poner en marcha toda su poderosa maquinaria.
  Yo le sugerí trasladarse a Hispatania dado que aquí no hay inquisición y la gente  acepta la diferencia sin grandes aspavientos y eso hicieron, viviendo aquí en mi palacio mientras yo estaba en la corte haciendo de doble del rey. Supongo que recordareis el episodio, porque prefiero pasar de largo por el. Cuando me embarqué de nuevo para Italia,  él se ocupó de mis asuntos aquí y a mi vuelta, herido, mi casa y mi hacienda estaban  en perfecto orden. Cuando me repuse y me fui a Madrid a vender mis pertenencias, el vino conmigo para ver a su hijo, ya soldado, que iba a llegar de permiso. Viajábamos por la noche dentro de la litera y durante el día descansábamos en cualquier pueblo. Nuestra última noche en Madrid regresando a mi casa unos delincuentes nos asaltaron en plena calle, matando a su hijo. Almanso partió en dos de una estocada al asesino y casi al otro, que no obstante logró huir. Su mujer que había viajado con nosotros hasta Salamanca para visitar a sus parientes perdió la razón al recibir la noticia y no quiso separarse del lado de su hijo. Hubo que arrancarla por la fuerza del cementerio y no fue posible convencerla para regresar a Saláceres. Alquilaron una vivienda lo más próxima al camposanto que encontraron y allí permanecieron estos años. Pudimos averiguar que uno de aquellos delincuentes fue nada menos que Guzmán Ibáñez, quien trató de asesinar a Almanso en su propia casa, sirviéndose de unos sicarios, un tanto chapuceros por suerte.
   Su mujer falleció hace un mes y yo envié a Cirilo a buscarle para que se ocupara de vengar la muerte del hijo y de paso, la violación de la hija de mi sirvienta que es sobrina suya y para terminar de una vez por todas con el problema de los alguaciles aunque no era esto lo que habíamos planeado. Solamente pretendíamos matar a los alguaciles tal y como se hizo: cercenándole la cabeza de un tajo a Tadeo  y luego Cirilo  dando buena cuenta de Benito para que terminaran de una jodida vez los asaltos a mujeres. Lo que no se es como se enteraron las damas de la Liga. Cirilo no pudo aclarármelo, aunque yo pienso que si lo sabe. Pienso, incluso, que él les hizo llegar la información. Creo que tiene buen trato con la hija del curtidor, la que estuvo en casa ¿recordáis?
   El viaje de Almanso fue todo un acontecimiento. En estos momentos ya no solo es la luz lo que le hace daño, incluso el aire  le causa una espacie de quemadura en la piel. Así que cuando tiene que salir a la calle debe hacerlo embutido en una armadura ¿Comprendéis? En su pueblo se hizo correr el bulo de que está loco y que se cree invisible dentro de la armadura de ese modo la inquisición ni se preocupa por él.  El viaje fue harto complicado. Almanso era excesivamente corpulento para hacer el viaje dentro de la armadura a lomos de un mulo. Hubo que pensar en otro medio de transporte. Además era aconsejable que nadie lo viera.

   Tuvimos que contar con la complicidad del boyero para que en su carro lo trajera metido en un ataúd y la armadura en otro. En el puesto de la frontera se dijo que era el ataúd para el rey ¿Para el rey? preguntó el oficial. Si, para el rey. Se hacen venir dos de Portugal y dos de España y en palacio esperan otros dos. Así nadie sabe en cual  va a ser enterrado y no se le puede hacer un sabotaje. Un sabotaje ¿Cómo qué? Preguntó el oficial. Pues no tengo ni idea. Pero así lo hacen y estos son los dos del lado español. Traigo un salvoconducto, como si dijéramos y le enseñó un papel que elaboramos en palacio con mi sello que es parecido al del rey, para que pudiera pasar sin abrir los  ataúdes, por supuesto. También habíamos dispuesto una bolsa de doblones, por si acaso había algún mal entendido. El dinero, no sé por qué, pero todo lo allana.
Almanso viajaba envuelto en una sabana y respiraba mediante una caña hueca introducida en su boca cuyo extremo asomaba justo en el centro de la cruz de fina taracea, consiguiendo que ni siquiera se adivinara  desde afuera. En el otro ataúd viajaba  la armadura enorme como habréis deducido. No hubo problemas. Cuando vos lo visteis venia caminando desde casa del boyero. A esa hora no hay nadie por las calles. Cirilo y otro criado se cercioraron de que no estuvieran los alguaciles y el boyero les acompañó llevando las pocas pertenencias de Almanso en su mulo. Al alférez lo habíamos instalado en casa en una habitación en la planta baja que hemos cerrado herméticamente  para no se cuele ni una brizna de aire. Allí estaría todo el tiempo que deseara vivir, porque me había comunicado su intención de quitarse la vida. Algo que yo respetaría, por supuesto.
   Josefo estaba fascinado por la historia. Podría escribir la biografía del alférez, le hacía mas ilusión que narrar la historia del hijo del conde de Cumbres Apuntadas. Se lo hizo notar a don Nuño y a este le apreció perfecto. Os daré todos los detalles que preciséis.
Josefo le habló al marqués de la mujer de Guzmán y de cómo se había enamorado y de que ese día no prestó atención alguna al fraile porque Raquel había sido su horizonte no existiendo nadie más en la iglesia para él esa mañana.
   Don Nuño se rió con gana por primera vez en muchos días, lo cual sirvió para levantarle un tanto el ánimo. Por una vez a su amigo asturiano le cuadraban las cosas con una mujer casada puesto que antes de iniciar la relación ya se había muerto el marido. Esta vez no habrá problemas de cuernos, ni huidas precipitadas.
   __Habéis tenido suerte.
   Bruscamente la litera se detuvo. Hubo que dar la vuelta porque enormes rocas se habían desplomado sobre la calzada y era imposible avanzar. Tuvieron que regresar e instalarse en el palacio de Cumbres Apuntadas. Allí esperaron a que se despejara el camino. Josefo aprovechó para tomar notas y comenzar la redacción de la historia, lo que agradó sobre manera al noble. Cuando pudieron reanudar el viaje ya era veintidós de septiembre, el asesino podía haber vuelto a matar.

   En Saláceres,  las mujeres de la  Liga sabían  que el camino estaba interrumpido. Dorotea, la hija del curtidor, echaba de menos la presencia de Cirilo. El sabría cómo impedir que el fraile volviera a matar. Con el aquí todo hubiera sido más fácil, habría ideado un plan que pudieran seguir. Ellas tuvieron que improvisar a toda prisa. Era veinte de septiembre, no quedaba tiempo, hubo que pasar a la acción. Antes, comprobaron que no estuviera en la villa ninguno de los amigos españoles del fraile, eso hubiera hecho la tarea más difícil aun.
   Se hizo imprescindible secuestrar al monje. Para ello, dos mujeres de la Liga se presentaron en el convento al anochecer solicitando ver al boticario. Tenían que hacerle una consulta. Resulta, le dijo Dorotea que mi padre tiene una fuerte reacción en los ojos, quizá sean los productos que utiliza para curtir las pieles, pero lo cierto es que nunca le había sucedido. Los tiene enrojecidos y apenas puede abrirlos. No ve nada ahora mismo. El tiene mucha fe en vos, mas que en el médico y me ha pedido que venga a rogaros que paseéis a verle un momento y le deis algún ungüento o cualquier otra cosa que consideréis que le pueda hacer bien. Ya sabéis que vivimos cerca. Os ruego que me acompañéis. Os lo ruego.
   El fraile accedió de buena gana. Era cierto que conocía al curtidor y en más de una ocasión le había dado algún remedio para las afecciones generalmente de la piel que le producían con frecuencia los productos empleados en el ejercicio de  su rentable profesión. Luego el hombre siempre se mostraba generoso con la comunidad, lo cual era muy tenido en cuenta. Así que el toledano se fue con Dorotea de buen ánimo.
   __Mi padre está en el taller.
   __¿Como no lo habéis llevado para la casa? No le conviene tener cerca la sustancia que le provocó la irritación.
   __Es muy terco. No ha querido ir.
   Cuando entraron algo se abalanzó sobre el boticario. Una sartén impulsada por la hilandera, que le dejó inconsciente en un amen. Cuando despertó se hallaba acordelado a una silla con un montón de soga alrededor del cuerpo, las manos atadas a la espalda y las piernas sujetas también con firmeza, una a cada pata. Una venda tapándole la boca, tornaba imposible cualquier intento de pedir ayuda.
   __¿Que carajo han hecho conmigo estas putas?. ¿Qué intenciones tendrán? __pensó, porque pensar si que podía, por desgracia, porque se le pasaron un montón de posibilidades desagradables por la cabeza.

   Nadie vino a interesarse por él, aunque notó que había mujeres en la puerta, único hueco con el que contaba el cuartucho, como montando guardia. La noche fue larga, aunque de madrugada y en vista de la tranquilidad se durmió un tiempo. Cuando despertó ya era de día. Transcurrido un buen rato escuchó la voz de Dorotea. Parecía alterada.
   __Mierda, mierda y mierda. No es él.
   __¿Que dices?__ preguntó otra voz.
   __Ha vuelto a matar, no es él. Rosalía, la mujer del jardinero del conde, ha aparecido muerta como las otras. Aunque esta vez nadie ha visto el fraile.
   __Porque estaba aquí.
   __Entonces ¿Quién ha matado?
   __Yo que sé, un imitador, quizá.
   __No lo creo. Ha sido el asesino de siempre. Entremos a ver al fraile.
   __A lo mejor se ha ido.
   __¿Por dónde y cómo, quien lo iba a desatar?
   __A lo mejor el diablo.
   __No digas tonterías. Nos hemos equivocado.
   Entraron comprobando, en efecto, que el boticario estaba tal y como lo habían dejado. Dorotea le quitó la mordaza.
   __Lo siento, padre, nos hemos equivocado.
  __ Supongo que alguien me explicará que es lo que está ocurriendo.
   Dorotea le refirió lo sucedido. El fraile no daba crédito. Porqué iba a ser el asesino, solo por ser alto y con buen porte. El no llevaba zapatos y lo más importante, no era un criminal.
   __ Si, os habéis equivocado por desgracia para esa pobre mujer. El criminal continúa matando. Pensad en otro.
   __¿Vais a denunciarnos?
   __¿A quien? Ya no hay alguaciles, ni alcalde mayor, que no ha regresado del entierro, ni tampoco Corregidor. El pueblo está sin autoridades, aunque bueno, nadie los echa de menos. Reconozco que vuestras intenciones eran nobles. A mí también me gustaría que cesaran los crímenes. Desatadme y dejadme ir en paz, que yo os perdono.

   Las mujeres de la Liga estaban descorazonadas  y totalmente perdidas. El único sospechoso que tenían no era el criminal. Cuando volvieran Cirilo y el marqués tendrían que reconocer que se había equivocado. Estaban peor que al principio. Lo que desconocía Dorotea es que don Nuño ya sabía quién era el criminal, aunque ignoraba el modo de hacerle confesar. Eso iba a ser tarea ardua por no decir imposible, algo que el marqués no quería contemplar bajo ningún concepto.

   El día veintidós de septiembre pudieron continuar camino. Llegaron por la tarde a la villa. Esta vez nadie salió a recibirles. Don Nuño le pidió a Josefo que se quedara en palacio.  Mandaremos recado a Raquel y a su hermano para que nos visiten mañana y le ofreceré mi casa si quiere quedarse en la villa una vez que sepa que vos la amáis.
Josefo no sabía cómo agradecerle todo lo que el marqués hacía por el. Nunca se había sentido tan respaldado por nadie ni siquiera por su padre que siempre le andaba recriminando por todo lo que hacía, nunca nada de provecho, según opinión paterna.


   Virtudes les dio la noticia cuando se disponían a entrar.
   __Ha vuelto a matar.
   __¿Como habrá logrado llegar con el corte del camino?
   __Posiblemente antes de que ocurriera__ dijo Cirilo.
   __Si estaba organizando el entierro de su padre.
   __Pues ha estado aquí, seguro.
   Al poco llegó Dorotea buscando a Cirilo. Le contó lo del fraile. Habéis tenido mucho valor le dijo Cirilo, no llores. Has hecho todo lo que has podido. Posiblemente cojamos pronto al criminal, creo que hay pistas fiables, pero no corras la voz. Debe ser un secreto. El criminal podría enterarse y huir. ¿De acuerdo?
   __Si.
   Don Nuño visitó el cadáver de Almanso que aguardaba entierro en la capilla de palacio y luego acordó con Cirilo enterrarle al amanecer.
   __Haremos el funeral aquí en la casa y tras ello le daremos sepultura en el panteón de mi familia. Para mi será un honor que descanse allí.
   Al entrar en el comedor para la cena  don Nuño saludo efusivamente a don Gonzalo, la armadura, y le resumió las vicisitudes del entierro del rey.
   __Dice que el rey siempre tocando las narices a todo el mundo. Tiene razón.
Luego le hizo otra sinopsis de la confesión de  don Pedro del Páramo, obviando los detalles eróticos. Para que tentar a una armadura.
   __Piense vuestra merced en el modo de hacerle hablar.
   Josefo, ya no se extrañaba de estas cosas. A estas alturas andaba convencido de que don Nuño era muy peculiar, pero no estaba loco ni nada parecido. Cuando comenzaban a cenar Virtudes llegó con una misiva. Don Nuño la abrió y en principió pareció alegrarse, pero luego la alegría mudó a fastidio.
   __Vaya un momento más inoportuno. No estoy para visitas.
     __¿Que sucede?__ quiso saber Josefo.
   __Mirad, para vos sí es buena noticia. Viene la compañía de Jerónimo Velázquez con Elena Osorio, por supuesto. Van a actuar a Madisboa en los actos de la coronación, a los que no tendré más remedio que acudir, maldita sea. Pernoctarán aquí en palacio, bueno creo que permanecerán un día o dos según dice la misiva__ Don Nuño releyó el texto—no estamos para visitas. Maldita sea. Supongo que vendrá Granvela. Pobre Lope.
   Cenaron en silencio. A los postres Josefo tuvo ¡por fin! una idea. Una idea que había que madurar, pero en principio parecía buena.
   __Tal vez sea muy conveniente para el otro asunto que nos ocupa la llegada de los cómicos.
   __No entiendo.
   __Acaba de ocurrírseme una idea. Creo que es la única oportunidad de lograr que don Julián confiese sus crímenes.
   __¿Y qué pinta la compañía de Velázquez en todo esto?
   __Pinta muchísimo.
   __Explicaros, voto a Dios.
   __Pues, veréis.




Continuará...





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