Conseguir mudarse a esa parte de la
ciudad era el sueño de casi todos, desde que aquel alcalde tan imaginativo y
tan recordado tuviera la idea décadas atrás. Pero para hacer realidad el deseo
había que ganarse el sobrenombre o, sería mejor decir, el nuevo nombre. El que
fuera. El caso era tener uno. Hubiera sido preferible que estos sobrenombres
hicieran honor a la bondad o a la grandeza de espíritu o a la creatividad, a
cosas positivas en definitiva. Pero no siempre era así. Las mas de las veces, respondían
a razones muy diferentes a estas. Había
gente apodada Maledictum o Latronis , aunque estos últimos elegían para vivir
latitudes mas tropicales. Para que pasar frío pudiendo estar con el trasero al
sol el año entero. Con lo que habían robado tenían mas que suficiente para
vivir donde quisieran incluso para tener residencia en varios paraísos: Punta
Cana, por ejemplo o las islas del Indico, donde pasaban mas desapercibidos.
Al principio el sobrenombre
aparecía en los censos tras el nombre original. Era un gran honor. Quien
tuviera uno era considerado la élite de la ciudad, incluso del país. Pero mas
adelante se convirtió en un problema debido a que podía hacer mención a rasgos
de personalidad poco aconsejables para hacerse públicos como ocurría con los
apodados Carnifex, que pese al deje latino que tenían casi todos los
apodos, era fácilmente identificable
como alguien doctorado cum laude en muerte o en el manejo de materiales
susceptibles de matar, que no siempre tenían porqué ser armas de fuego o
blancas. Podían ser drogas o similares que dejaban un reguero de muertos y
marginados y hacían mas daño a la sociedad que las bombas de los terroristas,
alguno de los cuales vivía tambien en el barrio y gozaba de apodo
reivindicativo: Miserabilis.
Los por entonces llamados
ay-untamientos ( apodo ganado también a pulso), decidieron en pleno
extraordinario y urgente, tras el ultimo desaguisado por culpa del apodo, que
no podía hacerse ostentación pública del mismo. Decretaron entonces, tras días
de deliberaciones, que los residentes llevaran una marca que les hiciera
reconocibles, pero sin explicitar el motivo. Es decir una marca idéntica para
todos.
En otro pleno anterior habían
tratado de prohibir el acceso de la gente corriente; pero sin publico que los
admirara y se diera con el codo cuando aparecían por la calle, para que servía
el sobrenombre y vivir en el gueto. Para nada. Era mejor esta última opción,
aunque tenía un inconveniente: cualquier tatuaje, marca o similar podía ser
copiada y parecer así que toda la ciudad era especial, cuando la realidad era
otra muy diferente. Las élites siempre son minoría, faltaría mas.
Los ediles del ay-untamiento se reunían cada
día tratando de dar con el remedio, mientras el barrio se cerraba a cal y canto
a los visitantes. De pronto, el concejal de basuras recordó algo: Un científico
que en ese momento estaba en la cárcel por tratar de implantar un chip a los políticos
ladrones para que la cara se les pusiera roja, como de vergüenza, y así los
votantes les reconocieran fácilmente y les pudieran apedrear o lo que
considerasen oportuno, podía ser la solución. (Debo hacer notar que en aquellos
tiempos solamente se iba a la cárcel por cosas así. A los ladrones y demás
delincuentes se les premiaba con el barrio). El alcalde mandó traer al inventor
y le ordenó exponer todas las propiedades del chip si es que tuviera mas de una
o en su defecto mostrar otros artilugios con diferentes habilidades. El
inventor disponía de varias opciones. Al final tras espesas y ásperas deliberaciones,
se optó por implantar uno que cambiaba el color de los ojos.
¿Cómo es eso? Preguntó el alcalde,
como si fuera muy entendido en el asunto.
El chip actúa sobre el EYCL2 que se encuentra
en el cromosoma 15 8 explicó
el sabio, y transforma la melanina del iris a otro color; en este caso un color
imposible de encontrar en el ojo humano: el amarillo rojizo.
O sea el naranja, corrigió el
alcalde.
Llámelo como quiera. Eso se
consigue alterando el pigmento del epitelio del iris que en todos los ojos es
producido por la eumelanina. Pues bien mi chip la sustituye por la
feomelanina-no se crea que es broma, se llama realmente así-lo cual produce ese
color peculiar que les dije.
Nadie mas poseerá el invento.
Desde luego que no.
De acuerdo.
Alguien puede utilizar lentillas,
observó el concejal de cultura, haciendo honor al titulo.
Muy difícil conseguir ese color
mediante lentes de contacto. Además, serían muy dañinas para la vista, se
defendió el inventor.
Si descubrimos a alguien en
cualquier momento utilizando lentillas, le sacamos los ojos, así de claro,
amenazó el alcalde que era admirador desde siempre del ojo por ojo bíblico.
Hubo que reunir un equipo
capacitado a fin de ayudar al sabio en la implantación del micro-micro chip, lo
cual llevó tiempo, antes de comenzar con las operaciones que se realizaban de
modo ambulatorio, sin precisar ingreso hospitalario. No obstante teniendo en
cuenta la población del barrio, animales domésticos incluidos, transcurrió mas
de un mes trabajando a destajo, hasta que todo el mundo tuvo los ojos color
naranja.
Fue maravilloso.
La gente se apartaba respetuosa cuando
veía avanzar alguien con ojos cítricos. Una mirada por encima de las gafas de
sol y cualquier empleado, fuera de donde fuera, al reconocer el color, sufría
una especie de transformación, acompaña de un ligero temblor de piernas, que cambiaba la impertinencia en servilismo
de modo automático. Las mejores mesas en los restaurantes, la mejor tribuna en
el futbol, la mejor barrera en los toros, los mejores sitios en iglesias,
bares, teatros, etc, eran para esa gente excelsa, diferente, poderosa e
influyente de ojos color Fanta de naranja.
Fue lo máximo entre lo máximo,
porque además nadie sabía si eran carnifex o pius, indoloros o dolendus,
miserabilis o magnánimus. Todos estaban magnificados por el color del iris, sin
que corrieran riesgos de venganzas ni rencores.
Es la rehostia, dijo el alcalde. Lo
mas grande que ha salido de este ay-untamiento.
Y eso que habían salido cosas.
Sobre todo millones de euros.
Así transcurría la vida feliz para
todos, admirados y admiradores, hasta que ocurrieron dos hechos simultáneos: surgió la
resistencia, por un lado, y mi primo Genaro se empeñó en conseguir unos ojos
anaranjados, por el otro.
Continuará la próxima semana...
6 comentarios:
Estas lentillas naranjas parecen de lo más interesantes.... si lo sé, se las hubiera encargado a mi optico del barrio, en lugar de las lentillas progresivas que le encargué hace unos dias jejejeje.... Un beso Mª Jose, esperaré a la segunda parte para ver como transcurre la historia,
Cuidadin que el alcalde saca los ojos a los que lleven lentillas, asi que tu verás...
Confio en que la segunda parte te interese también.
Muchas gracias y un besin.
Esto promete. Lo de los ay-untamientos esta muy bien traído.
Conozco yo a tu primo Genaro????.
¡¡¡Y dale!!!
¿Conoces a alguien que haya inventado un chip para cambiar el color de los ojos?.
La rehostia es la imaginación que pones en tus cuentos Mª José. Todo ese ladronicio y sinvergüenzas que crecen como setas,yo creo que se lo han llevado calentito a Punta Cana o a los paraísos de m, sin falta de difraces ni ocho cuartos. Se lo llevaron porque tienen un morro que se lo pisan. Un beso grandote.
Es que me siento fatal ante todo este latrocinio a cara descubierta donde el que no roba es tonto del culo. Me indigna sobre todo, ver como echan a la gente de sus casas ante la pasividad de las autoridades "incompetentes" que no hacen nada a favor de la gente. Solo se preocuparon de salvar a la banca.
En cuanto pueda me voy del país, te lo digo en serio...
Muchas gracias por compartir conmigo puntos de vista.
Besinos.
Publicar un comentario