Capítulo VI
Casimiro
tiró del hilo de las tierras y encontró el ovillo. Parece ser que las dichosas
vides estaban en medio de las fincas de ambos: el cardenal y el señorito.
Estaban entre las tierras de los Ayalas, que habían comprado el cura con el
dinero del cardenal, se supone, y la linde del marqués de Sierra y ¡oh
maravilla! las tierras en cuestión a punto estuvieron de ser recalificadas para
convertir el viñedo en el núcleo de una urbanización de lujo. Las vides
pertenecían a una familia que hacía años habían emigrado a Suiza y allí se
quedaron sin mantener apenas contacto con el pueblo. Hasta Lucerna viajaron
emisarios de ambas familias para adquirir las fincas a precio de saldo porque
no servían para nada, nunca habían dado buena uva ni la iban a dar. Aquellas
eran tierras de cereal…
__ ¿Y entonces por qué tanto empeño en
adquirirlas?__ se preguntaron los actuales propietarios.
__Para que no queden en tierra de nadie
aisladas en medio de dos latifundios y pierdan todo el valor.
__ ¡Que considerados!
Los herederos intentaron vender las tierras
a la supuesta constructora que no apareció por ninguna parte. Alguien iba a
construir, de lo contrario para que querían las vides los Sierra y los curas,
pero aparentemente nadie estaba interesado, nadie sabía nada, incluso en el
consistorio local se burlaron de ellos cuando insinuaron lo de la urbanización.
__No les vendría nada mal ¿eh?
__Queremos hablar con el alcalde.
Hablaron con él tras varios días de espera,
para nada. El alcalde les juró que
alguien les había engañado, o ellos tenían demasiada imaginación y les
dio su palabra de político honrado de que nadie, nunca, bajo ningún concepto,
había pensado en recalificar semejantes terrenos en medio de la nada rodeada de
cereal y reses. Los suizos se volvieron al país de Heidi decepcionados, pero
como habían desarrollado una mente práctica, por mimetismo tal vez, se pusieron
en contacto de nuevo con los compradores subiendo el precio de las tierras,
pero dejando margen suficiente para que los compradores hicieran negocio y
pagaran las mordidas. Así por lo menos ganaban todos. Los curas hicieron la
puja más alta y se llevaron el gato al agua, pero casi al mismo tiempo hubo
elecciones municipales y autonómicas y el marqués de Sierra resultó elegido
alcalde y su primo político presidente de la Comunidad y los viñedos
continuaron siendo solamente eso, viñedos con mala uva.
__Según me contaron las lumis del lupanar,
ese día don Antonio blasfemó como un carretero y juró por su jefe y todo el santoral que don Pedro de
la Sierra, ese sifilítico hijo de la gran puta, se iba a arrepentir, ya lo creo
que si__ refirió Casimiro a la hora de la comida que era la hora también de
mostrar resultados.
__ ¿Cuánto hace de eso?
__Seis meses más o menos. Fue después de las
elecciones.
__No creo que haya sido como para matar a
las niñas…pienso yo, aunque nunca se sabe.
__De todos modos, los disparos no los
hicieron ellos, quiero decir ni el cura ni el cardenal. Tuvo que ser un
sicario…
__Eso para Alejandro sería facilísimo__
aseguró la abuela__ en el Vaticano habrá pistoleros a mogollón. Y ya os digo
que ese secretario o lo que sea, tiene mala pinta.
Se hizo el silencio en la mesa tras
semejante aseveración. Todos estaban de acuerdo, no era necesario rebatir nada.
Lo que no estaba claro era el móvil. Ni Aníbal, ni García, aunque habían visto
cosas muy raras a lo largo de su vida profesional, lo daban por bueno. Con el crimen no se
conseguía nada. El dinero estaba perdido y los ánimos más enconados y el
alcalde ya no tenía nada que perder y en consecuencia, no había nada para
negociar.
__Pero se han vengado__ insistió la abuela.
__No los considero tan simples__ terció
García.
__Mafia pura.
__No. La mafia negocia con la muerte. No
mata a una niña a cambio de poner las cosas aun peor. Pudieron ser ellos, sí,
pero por otro motivo. Además nosotros pensamos que a quien trataban de matar
era a Elisa no a Sofía…hay algo raro que se nos escapa. Vamos a rebobinar.
Elisa abuela nos contó que las niñas se hablaban y que Elisa aseguraba que su
media hermana era una envidiosa…
__Si__ interrumpió la abuela__ hasta el
punto de querer la ropa que llevaba Elisa. Nuestra niña es muy guapa, mucho más
de lo que era la pobre Sofía y cualquier cosa que se pone le sienta bien. El
día que la mataron Sofía llevaba una chaqueta igual a una que Elisa se compró
en el mercadillo de los domingos. Hizo que el servicio de la casona fuera a
buscarle una igual al mercado de los martes del pueblo de al lado…
Aníbal y García levantaron la cabeza del
plato.
__ ¿Iba vestida igual que Elisa? Eso no lo
sabíamos. ¿Cómo no lo dijo antes abuela?
__Se me olvidó…bueno no, no lo sabía…mi
prima Elisa me lo comentó ayer o anteayer…cuando me contó lo rara que está la
niña y hablábamos del robo de las recetas del Inda… Por cierto he leído el
informe sobre el autismo que te trajo Isabel y he aprendido cosas interesantes.
__¿Como cuáles?
__Como que a estos chicos no les falta
inteligencia y que suplen las carencias de comunicación desarrollando otras
aptitudes. Son buenos observadores, tienen memoria y lógica. Pueden ser
excelentes matemáticos, son capaces incluso de
interpretar claves y mensajes cifrados. Son minuciosos y pueden
sustituir el lenguaje por el dibujo, por ejemplo. Y eso es cierto porque le he
escuchado a Dolores que el chico se entretiene mucho dibujando y que tiene un
cuaderno donde pinta cosas y que no se separa de él ni cuando duerme.
__ ¿Quién pinta? __ preguntó Casimiro que se
había ausentado a por café.
__ El Indalecio.
En ese preciso momento, como si hubieran
dicho las palabras mágicas, Elisa madre irrumpió en la cocina. Se sentó al lado
de Isabel, frente a Aníbal y espetó casi sin aliento.
__Han robado en la farmacia las pastillas
del Inda. La boticaria iba ahora a avisar a los civiles.
__ ¿Cómo sabe que falta la medicación del
Inda precisamente?
__Porque es muy específica y ella la guarda
junto con las medicinas de la Genara y las de la bruja que también lo son. Las
pone todas juntas en un cajón en cuanto le llegan y faltan las del Inda.
__ ¿No habían robado las recetas a Dolores?
__Si.
__ ¿Y?
__Pues lo habrán hecho para reconocer la medicación
exacta. Esto es un pueblo, supongo que la gente se habrá fijado en donde guarda
la boticaria las medicinas raras…El ladrón no sabe cuáles son las del Inda
precisamente y no quiso llevárselas todas…
__Muy considerado.
__ O sea, que alguien sabe dónde está el
Inda.
__O alguien lo tiene retenido.
García, Aníbal y Casimiro cruzaron una
mirada.
__No creo que esté retenido. Alguien lo
tiene escondido.
__¿Quien?
__Tengo una teoría__ afirmó Aníbal.
__Y yo__ corroboró García, mientras Casimiro
asentía con la cabeza.
Elisa y María estaban sentadas donde Aníbal
les indicó que lo hicieran, frente a él y a García. Casimiro había ido a por el
hermano de María, llamado Juan, y se había encerrado con él en el granero.
__Vamos a ver quien empieza a contar la
verdad. No me voy a andar con rodeos. No hay tiempo. ¿Dónde tenéis oculto al
Inda?
Ellas ni se inmutaron.
__Cuanto más tiempo pase, peor va a ser. A
estas alturas todo el mundo sabe con certeza que el Inda sabe lo ocurrido, que
el Inda lo vio todo.
Aníbal hizo esta afirmación con total
osadía, sin saber a ciencia cierta qué quería decir todo, pero seguro
también de que la afirmación iba a hacer mella en las niñas, como así fue. Para
otro observador la reacción de ellas pasaría inadvertida pero no para García ni
para él.
__Decid ya de una vez el lugar donde tenéis
al Inda. Cuanto primero lo encontremos mejor para él, porque si lo encuentra el
asesino se acabó.
Silencio. Elisa estiró el brazo casi
imperceptiblemente y se agarró al borde de la
chaqueta de María.
__Estamos esperando…
El mutismo de las niñas era parejo con la
impaciencia de Aníbal.
__Escuchad… ¿Qué vais a hacer cuando se
acaben las medicinas que habéis robado, que medicación le vais a dar? Seréis
responsables de lo que le ocurra.
__No entendemos de que nos habla__ respondió
María con cierta insolencia.
__¿Que no entendéis?…mecagoenlaputa….
De pronto del granero salieron unos gritos
desgarradores, y tras ellos una voz suplicó a grito pelado:
__Nooooo, no me pegue más por Dios que me va
a matar, lo diré todo, lo voy a decir todo, nooooo…
Aníbal y García se miraron.
__Esto se pone cada vez más feo, será mejor
que habléis…
En el
granero continuaban los golpes y los gritos. La abuela había salido al corral y
se había puesto a llamar a Casimiro.
__Casimiro déjalo, lo vas a matar. No es más
que un niño. No son maneras. ¡Aníbal por Dios detén esto, Aníbal!
__Abuela, no interfiera, ¡vuelva para
casa!__ le grito Aníbal desde la ventana.
__Es que lo va a matar…
__Abuela regrese para la casa, ¡déjenos a
nosotros! ¡Vuelva!
Isabel abuela continuó plantada en el mismo
sitio mirando a la ventana. El detective le hizo una seña para que volviera a
la casa, pero la abuela ni se movió.
__Abuela, hágame caso, todo está bajo
control.
En el salón continuaba el silencio. Las
niñas miraban hacia el suelo sin decir ni pio. García y Aníbal esperaban. De
pronto en el granero sonó un disparo. El detective y el policía palidecieron.
María saltó del asiento y comenzó a dar puñetazos y patadas a Aníbal.
__¡Lo habéis matado hijos de puta! Juan,
Juan….
Aníbal la sujetó sin saber muy bien lo que
había sucedido, la abuela entró en la habitación pálida como una muerta,
seguida por Isabel.
__Esto ha ido demasiado lejos__ balbuceó.
__Yo diré donde está el Inda, yo lo diré. Se
lo diré a él__ Dijo Elisa señalando a García__ Hablaré solo con él.
__Rápido__ apremió Aníbal__ no nos hagas
perder más tiempo.
__¡No digas nada todavía!, si han matado a
mi hermano no hablaremos, matarán al Inda. Quiero saber qué pasó con mi
hermano__ gritaba María mientras Aníbal la arrastraba fuera de la habitación.
Las dos Isabeles estaban pálidas mirando al
detective como inquisidores.
__ No ha ocurrido nada irreparable, tu
hermano está bien, te doy mi palabra.
__Quiero verlo.
Aníbal llamó al móvil a Casimiro.
__¿Era necesario el tiro?
__Ya lo creo. Es que este jura que no sabe
dónde está el Inda, que son ellas las que lo saben, que él solo robó las
recetas y después las medicinas y que se las dio a María. Si ellas no cantan no
avanzamos…
__De acuerdo, asoma al chico a la puerta para
que vean que está bien. Están dispuestas a hablar.
El hermano de María apareció encogido y
temeroso por un resquicio de la puerta. Fue visto y no visto, porque Casimiro
tiró de él hacia dentro y ocupó su lugar para decir:
__Si tengo que volver a disparar, no lo
volveréis a ver con vida.
Aníbal meneó la cabeza con desaprobación y
Casimiro se encogió de hombros.
__Dímelo ya de una vez__ apremió García__ no
hay tiempo. Te lo ruego, haz un esfuerzo…
__Lo tenemos escondido.
__Eso ya lo sé. ¿Dónde?
Elisa dudó. Miró a García con ojos todavía
incrédulos, con el deseo ferviente de confiar y de sentirse segura y protegida
y a salvo y de que, por la misma razón, el Inda lo estuviera también. Aunque el
policía inválido le inspirara confianza, tantos años de miedo cerval no podían
desaparecer así de golpe. No obstante, pensó que si no confiaba, si no hacía un
esfuerzo para volver a abrirse, nunca volvería a ser libre. Así que…
__En el desván de mi casa.
__Anda la hostia…
El sargento de la guardia civil fue a casa
de María a buscar a los chicos, sobre todo a Juan, porque la boticaria lo vio
salir huyendo poco antes de descubrir el robo, y porque con las prisas dejó
abierto el cajón. Por eso, se presentó de improviso en la casa de Isabel, porque
la madre de Juan y María le había dicho que los detectives de la capital se los
habían llevado para interrogarles.
__ ¿Para interrogarles? ¿Qué dice? ¿A santo
de qué? Ya se me adelantaron esos cabrones.
Cuando entró los tres niños estaban sentados
merendando en la cocina con la abuela de Isabel y la de Elisa, como si tal
cosa.
__ ¿Donde están los detectives?
__Andan por ahí, investigando…lo que no hace
usted__ respondió Elisa.
__He escuchado disparos.
__Casimiro practica tiro en el corral. Le
estuvo haciendo una demostración a Juan ¿verdad?
Juan asintió sin levantar la cabeza.
__Contigo tengo yo que hablar. La boticaria
te vio. Tienes que contarme muchas cosas.
__No pierda el tiempo sargento__ le aconsejó
Isabel abuela.
__ ¿Estáis bien?__ preguntó a los chicos.
Los tres niños asintieron convencidos con la
boca llena de bocadillo de salchichón.
El sargento se puso serio y en posición de
firmes.
__Por cierto, doña Isabel, dígales a los
detectives que quiero verlos en mi despacho ya, que considero que entorpecen la
investigación oficial y por tanto deben darme una explicación, sin más
dilación.
Las dos abuelas sintieron ganas de cuadrarse
y saludar. El sargento percibió la coña. Por eso, relajó la postura para decir:
__ Dígales también que me acabo de cruzar
con el lugarteniente del cardenal, un italiano con pinta de matón. Se había
ido, pero acaba de regresar. Esto se pone cada vez más feo.
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