Todo este tiempo había estado
residiendo en Hawai. Allí trabó amistad con un veterano de la guerra de Vietnam. Un
octogenario devoto de la Asociación Nacional
del Rifle y del Tea Party, que odiaba a todo aquel ciudadano que no fuera
blanco, mormón y republicano. Genaro se lo ganó a base de jamón de bellota,
caviar iraní y whiskey americano. Estaba
seguro de que el yanqui conocía muchas cosas interesantes para sus propósitos.
No se equivocaba.
El napalm, muchacho, eso si que era
divertido. Achicharrar charlies, quemar sus cultivos, sus cosechas, las aldeas
enteras, el medio en general. Verlos salir ardiendo de entre los manglares. No
creo que se hallan recuperado aun de aquellos días gloriosos para el ejercito
americano. Que masacre ¡oh my God!. Fue maravilloso. Lastima que un cuáquero
como Nixon ganara las elecciones, debería haber ganado Reagan. Aunque la culpa
de todo la tuvo el judío de Kissinger. Lástima…Encima van esos europeos y le
dan el premio Nobel. Hay que ser gilipollas…
El yanqui se quedaba traspuesto siempre
que hablaba del Vietnam, como abducido por las nieblas del Mekong. Genaro le
tenía preparado un Jack Daniel´s y un plato de jamón para cuando regresaba de
la selva vietnamita.
Como me cuidas muchacho, te lo
agradezco. Nadie se preocupa ya por mi.
Hábleme del napalm.
Es una maravilla. Barato, fácil de
lanzar, huele que alimenta y una vez liberado, arde lenta e indefinidamente,
ayudado por el oxigeno del aire. No deja nada con vida.
¿Se necesita un avión especial?
Que va muchacho. Es muy fácil de
lanzar desde cualquier avión común y corriente.
¿Usted me conseguiría napalm?
Todo el que quieras.
Mi tía Gertrudis, la madre de
Genaro, estaba sentada en el excusado por la mañana temprano cuando vio pasar
un avión a ras de los tejados en dirección al barrio.
Que raro, el aeropuerto está en la
otra punta de la ciudad.
De pronto se oyó un zumbido
prolongado seguido por varios golpes rotundos y lúgubres, como campanadas a
muerto, tam, tam, tam; tras ellos una
humareda negra se extendió sobre las azoteas mezclada con un fuerte olor a
gasolina quemada.
Antes de que mi tía dejara su
asiento, el avión paso de nuevo en dirección al gueto. Otra vez el zumbido, los
golpes, el humo y el olor cada vez mas intenso. Y otra vez y otra y otra…
He vuelto.
He terminado con el barrio. Esta
vez si; me he ganado el puesto.
¿Que puesto?
El puesto en el barrio
En cual barrio si lo acabas de
destruir, imbécil.
Genaro se sentó pensativo en el
sofá del salón, la mirada perdida en un punto lejano, tal vez Hawai o quizá
Vietnam. No se lo creía ni él.
Pues va a ser cierto que soy
idiota.
Refundaré el barrio, dijo, mas para
animarse a si mismo, que para acallar a su familia de listos.
¿Y quien vivirá en el, tú solo? Además la resistencia no te permitirá ni
acercarte. Mas vale que cojas tu avión y te vayas por donde viniste.
¿Qué?
Que te largues mientras puedas,
respondió su padre hablando a gritos, porque
un ruido cada vez mas cercano y
atronador, avanzaba por la calle en dirección
a la casa.
Parece un escuadrón de elefantes,
dijo mi tía.
¿Has oído tú muchos escuadrones de
elefantes?, preguntó desabrido mi tío.
De pronto cesó el ruido y se
escuchó un grito unánime.
Libertador, libertador, libertador. Del barrio destructor.
Otro silencio.
Y de nuevo el grito:
Libertador, libertador, libertador.
Silencio.
Y el grito:
Libertador, libertador, libertador.
Genaro que llevaba puestas pinturas
de guerra, mas como los indios que como los marines, salió al porche y se quedó
mirando incrédulo a la multitud que se había detenido frente a la casa. En ese momento de duda, porque no quedaba claro
si eran amigos o enemigos, recordó a su admirado Mel Gibson y por una vez
lamentó no ser escocés. Llevar falda le hubiera facilitado las cosas. Se
volvió, se bajó los pantalones y enseño el culo a la muchedumbre.
Tía Gertrudis se tapó los ojos,
para no ver el linchamiento.
Se escuchó un silencio prolongado
de sorpresa y de pronto, un orfeón de
voces exclamó al unísono.
AU, AU, AU.
Han confundido a Wallace con
Leonidas, dijo mi tío Gervasio, hay que ser ignorante...
Por lo menos les gusta la historia,
comento mi tía, cuando recuperó la voz.
Creo que es mas bien el cine lo que
les gusta.
Pues si les gusta el cine, son
buena gente.
Siii, como Reagan y Schwarzenegger.
Por fin lo había conseguido. Era el
jefe, aunque en este caso, de la resistencia. No se apodaba Carnifex Maximus, aunque hubiera podido. De todos modos decidió
ponerse un seudónimo como lo habían hecho a lo largo de historia todos los grandes
lideres de la resistencia: Willy Brandt o Abu Mazen o Isidoro, sin ir mas
lejos. Le gustaban los nombres compuestos por eso decidió llamarse Gen Locus, aunque solo como nombre de
guerra, entre los camaradas. Para la nueva vida que se le avecinaba utilizaría
su verdadero nombre: Genaro López Custodio primer alcalde de la Nueva Era elegido por
aclamación popular.
La primera medida fue levantar otro
barrio, mas pequeño y modesto, para la elite conductora de los destinos de la
nueva época que acababa de instaurarse. Ya quedamos en que las élites no debían
mezclarse con la plebe. El gueto anterior quedaría en pie, como un ejemplo
actualizado de Sodoma y Gomorra, para que las futuras generaciones tuvieran
memoria de lo ocurrido y no repitieran errores pasados.
La idea fija del nuevo gobierno
ciudadano era lograr la regeneración de
la sociedad a cualquier precio. Se reformó la justicia para mandar a presidio a
todo aquel que delinquiera desde un
puesto público: a la cárcel y no al barrio como venía sucediendo desde
decenios. Se decretó transparencia absoluta en los ingresos de las clases
dirigentes. Cualquier atisbo de enriquecimiento ilegal era penado con cadena
perpetua en una prisión normal, tras devolver el dinero, por supuesto. Sin
devolución, la pena consistía en trabajos forzados en un penal de máxima
seguridad
Se prohibió ocupar puestos en
empresas privadas al abandonar la vida política, tuviera la duración que
tuviera. Se volvía a la vida anterior, ya fuera ésta de registrador de la
propiedad o de albañil.
Se respiraba moral, decencia,
transparencia, orden y concierto.
Se había comenzado bien; mas tarde
vinieron los excesos.
Genaro y sus compañeros se
convirtieron en los mister proper de la vida pública de la ciudad. Tanto
limpiaron, pulieron y abrillantaron que se les comenzó a gastar la olla.
Un día, llegaron a la conclusión de
que había demasiados extranjeros. Uno paseaba por las calles y los parques o se
iba a comer o a tomar una copa y se encontraba muchos negros y muchos moros y
muchos diferentes en general, fueran de donde fueran.
Expulsar a los que no tengan
papeles. A los que hayan cometido algún delito. A todos, en general. Así habrá
mas espacio y mas puestos de trabajo y menos gente en los hospitales. Y todo
será mas uniforme. Mas ordenado. Mas puro. Mas ario.
Se comenzó a presionar a los
masones, a los gitanos y a todo practicante de cualquier religión que no fuera
la católica.
Se puso a los judíos bajo discreta
vigilancia.
Otro día, con intervalo de años,
eso si, decidieron restringir el acceso a la universidad; había demasiadas
carreras. Era conveniente promocionar los oficios de toda la vida. Ya no se
encontraban fontaneros, ni carpinteros, ni albañiles y los pocos que había
cobraban mas que un ingeniero.
Esto es el mundo al revés ¿Dónde se
vio?
Mas tarde, pusieron trabas a que las mujeres ocuparan puestos
de trabajo; en la vida pública, primero, y luego en la empresa privada. Años mas tarde
se les restringió el acceso a los estudios superiores. Se quiso también moderar
su forma de vestir. Un poco mas tapadas estarían mucho mejor. Sería mas
decente, mas acorde con la nueva moral. Faldas mas largas, nada de pantalones y
el pelo recogido. O mejor, cubierto.
El cabello femenino es pura
tentación.¡Por Dios! Eso si, se podía cubrir del modo que cada mujer eligiera:
velo, pañuelo, gorro, sombrero. Faltaría mas.
A continuación, se prohibieron las músicas estridentes casi
diabólicas, como el rock, que secaban los cerebros de la gente. Quienes fueran
sorprendidos haciendo semejante ruido serían inmediatamente sancionado con
multas de un millón de euros. Los que osaran interpretar rap, serían
encarcelados durante años. Ante las protestas se prohibieron las reuniones de
mas de veinte personas. Con ello desaparecieron de un plumazo botellones,
verbenas, romerías e incluso procesiones.
Se cerraron salas de conciertos,
cines y teatros.
La contestación en la calle era
continua, a pesar de la dura, durísima, represión policial.
La resistencia organizada surgió
con fuerza cuando se prohibió el futbol.
La revolución estalló el día que se
suspendieron “ante las algaradas y por tiempo determinado” las garantías
constitucionales.
Se impuso un toque de queda
Es que no se os pueden dar
libertades.
Y quedaron prohibidos los partidos
políticos que no fueran afectos ciento por ciento al nuevo orden.
Este nuevo orden se sacó un mal
día, un decreto de la manga, mediante el cual se perpetuaban en el poder.
Mano dura. Vara larga. Leña al
mono.
Campana y se acabó.
Para entones mi primo Genaro
llevaba años enterrado.
Y yo también, por suerte.
FIN
5 comentarios:
Para pensar...
Pues pensemos...
Gracias por leer y comentar.
Bueno, un poquito deprimente el final, pero bueno, al fin y al cabo, en muchos aspectos, esa es la realidad que nos rodea. Un besin,
Hola Nieves, disculpas por el retraso. Anduve por ahí afuera, ya sabes.
Si que es deprimente el final,confío en que no tenga nada que ver con la realidad del posible futuro que nos espera...Ya sabes que tras situaciones tan dificiles, impuestas además por las "potencias vencedoras", suele aparecer un salvador o varios...Espero sinceramente no acertar.
Muchas gracias, como siempre y muchos besinos.
Coincido con los comentarios anteriores, que el final es un poco deprimente, aunque siempre es interesante disfrutar de una lectura. En mi experiencia, muchas veces decido quedarme en casa disfrutando de un buen libro y encargo mi cena a comida las condes
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