Capitulo III
Ana y Juan estaban
cada vez mas intrigados con la historia. No podía ser cierta, pensaba Juan,
pero era entretenida. Aquella gente tenía mucha fantasía y la patrona contaba
bien los hechos. Sabía darles interés.
__¿Y a que conclusión llegaron?__ preguntó
Ana__ Me refiero a que, ¿para que mata hombres?
“Le dieron muchas
vueltas al asunto. El cura tenía la teoría de un demonio salido del
infierno. Culpaba a la mina, decía que habían cavado muy hondo y por allí
se habían escapado los diablos. El alcalde le prohibió asistir a las reuniones
si no cambiaba de argumentos. Estaba hasta las narices de sahumerios, de
sermones y de demonios. El maestro, más lógico, buscó y rebuscó en sus
libros. Incluso hizo un viaje a la ciudad para documentarse”.
__Que pena, no existía Google.
__ ¿De qué habla?
__De nada, señora. No lo escuche, continúe.
“Le llevó su
tiempo. Mientras, la mujer mariposa aparecía cada varios días. Como ya nadie
salía a su encuentro, adquirió la costumbre de acercarse a las casas y
mirar por las ventanas. El primero en verla fue mi abuelo. Se llevó un buen
susto, cuando se acerco al cristal para ver porqué ladraba tanto el perro y se
encontró dos ojos enormes, brillantes y rojos, que le traspasaron. Retrocedió
tambaleante.
__Está ahí, en la ventana. No miréis…no
miréis.
Mi abuela se acercó y sin levantar la vista,
cerró los postigos.
__Me miró muy adentro. Siento como si me
faltara el alma.
Murió esa noche.
__Vengo diciéndolo desde el principio. Son
demonios__ afirmó el cura, atreviéndose a opinar de nuevo.
__En todo caso, serán demonias__ dijo el
alcalde__ Y sólo nos faltaba que fueran más de una.
Esto último dejó preocupados a los vecinos.
Hasta el presente todos habían imaginado una sola mariposa. Tampoco se les
ocurrió pensar que deberían pintarse la cara incluso para estar en casa.
La mujer, o la demonia, o lo que fuera, al no encontrar a nadie por la calle se
acercaba a las viviendas y miraba por las ventanas. Así que, una de dos: o se
pintaban o se encerraban a cal y canto.
La noche del día que murió el abuelo, el
pueblo reunido en el velatorio, tomó la decisión de que los hombres, sin
excepción, se maquillaran cada noche. Hubo quien propuso contar los intervalos
de las apariciones, pero convinieron en que no eran de fiar. Se aparecía de
modo bastante arbitrario. Así que decidieron, por unanimidad, pintarse las
caras y dejar las contraventanas abiertas para que la mariposa viera que no
había hombres y se fuera a buscarlos a otro pueblo.
__Al valle, por ejemplo.
__No, al valle no, que después nos linchan
Transcurrieron dos semanas en las que
no murió nadie. Una tarde el maestro se presento en el ayuntamiento con un
montón de papeles en una carpeta y varios libros.
Los extendió sobre la mesa y procedió a
explicarse con el alcalde. En las láminas se veían dibujos de hombres alados,
pero ninguna mujer. Hizo referencia a unos… ¿cómo se dice... cistozologos?
__Criptozoólogos__ aclaró Ana.
Eso es. Unos hombres de ciencia que en Africa
observaron seres alados que se movían durante la noche por las neblinosas
selvas y se acercaban a los poblados, para llevarse el alma de las mujeres.
__ ¿De las mujeres?__ preguntó el alcalde.
__Si, de las mujeres. Las citas que pude
hallar son todas referidas a mujeres que ven un enorme hombre alado. Como
este__ dijo el maestro, señalando una de las láminas.
__Y ¿ Que hacía con las mujeres?
__Les robaba el alma
__ ¿Y morían?
__Si. Como los hombres de aquí, sin ningún
signo de violencia.
__Y… ¿Qué son esos seres?
__No lo sé. Hay varias teorías. Parece ser
que hace muchos años, alguien traspasó la puerta hacia otra dimensión y por
ésta o a través de él salieron estas criaturas. Estas, los vampiros, los
hombre lobo; en fin, todo tipo de seres extraordinarios inimaginables por los
humanos y con poderes que no podemos comprender. Unos refieren que engañaron al
viajero y lo convirtieron en uno de ellos, multiplicándose luego dentro de él, otros dicen que sacó la semilla y los esparció
sin querer por el mundo. Primero en Africa y luego por otras zonas. Son un
grupo que, hasta el presente se mueve con libertad y no está amenazado por
nadie”.
__Si__ dijo Juan que ya estaba muy
interesado__ como los Mothman en Estados Unidos. Hay mucha gente que los vio.
Pero éstos predicen catástrofes…
“Estos, según el
maestro, se alimentan de las almas y para que el alma se separe del cuerpo
primero los mata”.
__Tal vez no__ dijo Ana__ a lo mejor les
roba el alma y por eso mueren.
“Lo mismo pensó el
cura, lo cual dio origen a un encendido debate con el alcalde y el maestro
sobre lo que pudo ser antes: la muerte del cuerpo o la marcha del alma”.
__ ¿A qué conclusión llegaron?
___A ninguna.
“Discutieron
durante días y noches. Resultaba extraño verlos debatir a los tres con las
caras pintadas. El cura y el maestro decían que si el alma nos abandona morimos
en el acto.
__Como los del pueblo. De muerte súbita__
afirmó muy contento el médico de que por fin le hubieran dado la razón.
El alcalde decía que la mujer mariposa los
mataba, aunque fuera de miedo, antes de llevarse el alma.
__Si es así como sucede, que me cuesta
creerlo.
__¿Y por qué no mueren mujeres?
__Quizá son más valientes. O quizá los
hombres tienen alguna dolencia cardiaca que desconocen o desconocemos y mueren
con el susto. Estaría bien que les hiciera un chequeo, doctor, antes de seguir
haciendo conjeturas.
Después de un silencio durante el cual
contemplaron absortos los dibujos. El alcalde preguntó.
__ ¿Y de donde cree que vino y como
sobrevivió y donde se esconde por el día? Si encontráramos el nido, solucionado
el problema.
__ ¿Tendrá un nido?
__Llámele nido o lo que sea. Tendrá un lugar
donde vivir.
__El infier…__se interrumpió el cura, cuando
el alcalde lo fulminó con la mirada.
Lo primero fue lo primero: comprobar el
estado del corazón de los hombres del pueblo. No se halló ninguna dolencia en
ninguno excepto en el cura, que tenía un poco de arritmia.
__No los mata el susto__ sentenció el médico
__No mataría a estos, pero quizá
los otros sufrieran algún problema. Recuerde que en una casa murieron el padre
y todos los hijos.
__¿Entonces el bicho mata sin querer, mata
para nada?
__¿Y por qué tendría que querer matar?.
__Y entonces, ¿para que se aparece, a que
viene al pueblo y por qué se acerca a las casas si no salimos? Necesita vernos,
es evidente y será por algo.
__¿Será una sola?
__Seguro que sí. Si no vendrían en manada.
__Puede ser un vestigio de algún animal prehistórico.
No sabemos todo lo que hubo antes de que se extinguieran los dinosaurios.
También pudo haber llegado del espacio exterior.
__¿Cómo?
__No lo sé. Quizá con un meteorito. Puede
venir de algún planeta extinguido, o ser explorador de alguna civilización que
piensa visitarnos.
__¿Comen almas los extraterrestres?.
__¡Yo que sé!. Sólo son suposiciones. Son
tan dignas de tener en cuenta como los hombres come almas de Africa”.
Juan y Ana seguían absortos el relato de la
patrona. Nadie se había levantado de la mesa. En ese momento, volvió a oírse el
alarido.
__Ya está aquí, de nuevo. ¿Quiere verla?__ Pregunto
a Juan la patrona.
__No,…no se…yo no sé si….
__Yo si quiero__ dijo Ana.
__Muy bien abriré los postigos. Usted tiene
que ponerse aquí, al lado de mi marido, para que ella vea que no hay ningún
hombre en la casa.
__Tanto como eso…
__Bueno, usted ya me entiende no sea
suspicaz.
__Oiga una cosa__ dijo Ana__ ¿tienen un
arma?
__¿Se refiere a un rifle?
__Si. Yo podría dispararle. ¿Nunca lo han
intentado antes?
La mujer dudó. __Si, pero en el momento
preciso se quedaban paralizados. Nunca nadie fue capaz de disparar.
__Traiga el arma. Yo lo haré.
__Tu te has vuelto loca por completo__ dijo
Juan.
La patrona trajo el rifle y la munición.
Mientras Ana lo cargaba, retiró las gruesas trancas y abrió los postigos de par
en par. Comprobó que los dos hombres estaban en el campo de visión de la
mariposa y se colocó al lado de Ana.
Se oyó todo igual a la vez anterior: el
grito, el golpe seco, los pasos…
El visitante descubrió las ventanas abiertas
y se acercó a mirar.
Un extraño rostro
de mujer, con las facciones remarcadas por una sombra negra y el
contorno difuminado entre un fondo de pelaje corto, parduzco y aterciopelado,
ocupó el cristal. Unos ojos rasgados, enormes y penetrantes que se fueron
transformando de color a medida que miraba hacia el interior, lo traspasaron
como un par de infrarrojos.
Los ojos carmesí de la mariposa se fueron
posando en todos y cada uno de los presentes, observando con mayor detenimiento
a los hombres.
A Ana se le erizaron todos los pelos del
cuerpo, incluso los que se acababa de depilar. Tuvo que contenerse para no
desviar la mirada. Sintió que los rayos la traspasaban y encogió el
estómago como si la quemaran. El marido de la patrona parecía dormido y Juan
tenía los ojos cerrados con saña, lo mismo que si le fuera la vida en ello.
Levantó el rifle y apuntó hacia el cristal. Intentó presionar el gatillo. Su
dedo no obedecía: el cerebro daba la orden, pero su cuerpo la ignoraba.
Escuchaba su voz distorsionada diciendo: dispara. Sonaba como un vinilo a
muchas menos revoluciones de las debidas rallado, gangoso, moribundo: d—i—s—p—a—r—a.
La vieja, a
su lado, no osaba ni siquiera moverse. Ni respiraba.
Fue un instante,
pero a Ana le pareció una eternidad. La mujer con alas retiró el rostro del
cristal, una especie de garra arañó el vidrio, produciendo un chirrido
escalofriante. Al poco, se escuchó el siseo, sopló el viento gélido y luego el
silencio denso y cortante en la noche neblinosa, fría y terrorífica.
Ana se desmayó.
Continuará...
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