Se llamaba Marita
Lorenz y fue una espía norteamericana involucrada en un complot para asesinar a
Fidel Castro.
Había nacido en Bremen, en la Alemania nazi. Hija de una actriz estadounidense de segunda fila, de nombre artístico June Paget, que llegó al país contratada por el cine alemán. Instalada en Berlin conoce a Heinrich Lorenz, capitán del barco de pasajeros más veloz del mundo, el SS Bremen, con el que se casó. En 1941 el Bremen fue convertido en un barco para transporte de tropas, hasta que en 1942, mientras se hallaba en el muelle, fue destruido por un incendio provocado por un tripulante antinazi. Se pensó en un sabotaje por parte de la tripulación. Todos fueron arrestados. La Gestapo interroga a Lorenz al sospechar de él por estar casado con una norteamericana. No logran probar nada en su contra, y lo devuelven a la guerra rebajado a teniente comandante.
Sin
embargo, aunque no tuviera nada que ver en el hundimiento del barco, si era cierto que había llevado a cabo tareas de contraespionaje, lo
mismo que su mujer, que se había trasladado a Francia para participar en un
rodaje y había sido reclutada por la
resistencia francesa. Cuando Marita tenía cinco años, su madre es detenida por
los alemanes y ambas son enviadas al campo de concentración de Bergen-Belsen. A los siete años Marita fue
violada por un oficial norteamericano de los que liberaron el Campo.
Tras la guerra, la
familia se traslada a Manhattan. Su madre trabaja para la inteligencia
norteamericana, y su padre que se convirtió en capitán del Crucero Berlin, también colabora con la CIA, siendo ambos piezas
clave durante la guerra fría.
Cuando Marita cumple
diez y nueve años acompaña a su padre en un viaje a La Habana y allí conoce a
Fidel, que tenía entonces treinta y tres años. El líder cubano, con otros
camaradas, se presenta en el barco sin invitación. Ella lo cuenta así en una
entrevista a Paris Match.
Llegaron
unas lanchas llenas de barbudos, me fijé en el mayor de ellos que fumaba un
puro y le pregunté qué querían. “Subir al barco para verlo”, respondió. Yo le
dije: “De acuerdo, suba”. Estaba subyugada, Fidel desprendía una fuerza
seductora enorme. Me preguntó dónde estaba mi camarote. Una vez allí, tras
abrir la puerta, me empujó al interior, me atrajo hacia sí y me abrazó. Ese fue
mi primer beso con un hombre.
Parece ser que el
flechazo fue mutuo, aunque aquel día solamente se besaron. Fidel le telefonea a
Nueva York y la invita a una estancia en La Habana. Marita llega a la isla y
Castro la hospeda en el Hotel Habana
Libre, entonces todavía Havana Hilton.
El 20 de mayo de 1959, desde su suite, Marita le escribe a su madre: Estoy bien, tengo todo y soy feliz. Le
contó que Fidel se había ido a Sierra Maestra y que al despertar esa mañana se
había encontrado la habitación llena de flores.
En ese tiempo Marita se convierte en la amante y la secretaria personal del líder de la Revolución cubana. Tras siete meses de intenso idilio Marita se queda embarazada. Una noche que Fidel estaba ausente, cosa que ocurría a menudo porque tenía otros romances, alguien trata de envenenarla. El ambiente en torno a ella se había enrarecido mucho. Su intimidad con Fidel y la influencia que pudiera ejercer sobre él, despertaron los recelos del entorno del líder. Fidel desde donde estuviera esa noche, encarga a uno de sus hombres de confianza que se haga cargo de ella, la lleve al hospital, y coordine luego su regreso a Nueva York. Cuando se despierta del coma, ya no está embarazada. Los médicos le dicen que el bebé nació muerto, pero ella no quiere creerlo. Llorando desesperada pide que la dejen hablar con Fidel, suplica que no la saquen de la isla, pero las ordenes recibidas son otras, y sin conseguir hablar con su amante, Marita es llevada a un avión en el que regresa a los Estados Unidos.
Los médicos a los que acudió en
Nueva York a su regreso, le dicen que perdió el bebé, pero lo cierto es que el
niño nació durante el coma y permanece en Cuba.
Entonces es captada
por la CIA, con la ayuda de varios agentes del FBI, que le lavan el cerebro fijándole la idea de que Castro es un monstruo con el que hay que terminar.
Fue Frank Sturgis, a quien el mismo Fidel
considera el más peligroso agente de toda
la historia de la CIA, quien la recluta, y Gerry Patrick Hemming, jefe de la Brigada Anticomunista Internacional, quien la entrena. Este le
repite constantemente, ante sus dudas, que quien
sobrevivió a Bergen-Belsen puede trabajar para la CIA.
En 1961, la CIA pone en marcha el plan. Marita contacta con Fidel, y le ruega que le permita verlo una vez más, por la memoria de lo vivido. La operación esta financiada por Sam Giancana, el mafioso sucesor de Al Capone, quien calcula que la expropiación de sus casinos en la Habana le va a suponer pérdidas de más de 100 millones de dólares al año. Es urgente descabezar la Revolución. Conocen bien las debilidades del líder y saben que no va a negarse a recibir a Marita, a la que no olvidó, aunque tenga cientos de amantes. No se equivocan, el líder cubano acepta la petición de la alemana, y Marita sale para La Habana llevando consigo un veneno que le proporciona la CIA para matar a Fidel.
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