Aqui está lo prometido: una nueva historia de mis detectives Aníbal y Casimiro. Quienes no los conozcan, sepan que hay más historias publicadas, la última el "Misterio de la Torre Sur" con fecha 5/9/2014. En el archivo del Blog las encontrareis.
Introducción
El
teléfono sonó como si fuera el último día sobre la tierra y alguien a quien le
importaras más que todas las cosas, sintiera la necesidad inaplazable de
hacértelo saber. Pero no era un mensaje
de amor, ni la voz que escuchó al otro lado era una voz amable: su jefe trasmitía
cualquier otro sentimiento menos amor precisamente.
__Eres
un inepto Giuseppe__ rugió el león como le llamaban sus subordinados en el
Vaticano__ un inepto y un grandísimo hijo de puta. Te voy a hacer borrar de la
faz de la tierra.
__Señor yo… ¿Qué he hecho?
__Dirás mejor que no has hecho, imbécil.
__ ¿Que no he hecho, señor?
__Has matado a la niña equivocada, ¿te
parece poco? Has errado dos veces, dos veces ¿Qué voy a hacer contigo?
__Señor…yo…no puede ser…
__Si puede ser, imbécil. No me discutas
encima…
__No es mi intención, jefe…Es que no puede
ser, la vi claramente, era ella.
__No, no lo era. Ella, no volvió a salir de casa. Tenías que haberla matado allí,
en la casa. La niña a la que disparaste era otra, casualmente era su medio
hermana, estúpido…Ya te perdoné una traición, esto es demasiado…
__Volveré, regresaré y…
__ ¡Ni se te ocurra! No quiero verte más por
aquí…
Hubo un silencio largo e
incómodo. Giuseppe se levantó de la cama sin despegar el auricular de la oreja
y miró por la ventana. El cielo de Roma estaba casi azul, el día parecía que
iba a ser bueno, menos para él, claro, porque la voz, y sobre manera el
silencio, del cardenal no auguraba un futuro dichoso, ni próximo ni lejano,
porque el cardenal español no olvidaba con facilidad ni perdonaba errores así
como así. En efecto ya le había perdonado una equivocación, una traición para
el cardenal, que no había sido tal, solamente un error de apreciación, un error
de adivinación ¿Cómo iba a saber él con absoluta certeza que el arzobispo
español iba a ser designado cardenal con tan poca edad? Corría el rumor, pero todos
los cardenales eran casi ancianos. Natural que quisiera irse con el ruso…todos
tenemos derecho a prosperar.
__ ¿Estás ahí cabrón?
__Naturalmente señor…
__Escucha…no se aun que vamos a hacer…pero
estate disponible por si acaso. Y si tengo que volver a llamarte más te vale no
errar esta vez…
__Desde luego, monseñor, descuide__
respondió el sicario al aire, porque el cardenal ya había colgado desde España.
En
casa de los marqueses de la Sierra, a los dos días del crimen, había
desaparecido cualquier sentimiento de pena. Al menos visiblemente. La frialdad
era absoluta en cada cara, en cada actitud, en cada habitación. Hasta el
servicio andaba taciturno y silencioso. Solamente se escuchaban en la capilla
los sollozos ahogados del marqués cada noche.
__Ya está ese pusilánime plañendo como una
puta. Si se hubiera cuidado de su mujer, si le hubiera puesto coto, si la
hubiera puesto en la calle cuando se quedó preñada de otro…porque la niña es el
vivo retrato de su verdadero padre, hay que joderse. Este inútil tuvo mucha
puntería hasta que se casó, luego esa meretriz se los puso bien puestos y al
final nos endosó una niña que no es de la Casa. Eso está más claro que el agua
clara. Bueno ahora ya no está, con lo cual no tenemos, por lo menos, una
heredera bastarda. Y este cretino la llora como si fuera suya ¿A quién querrá
engañar? Salió igualito a su padre: putero y gilipollas.
A la mañana siguiente a esa noche, la
marquesa tuvo otra alegría. Su nuera había decidido irse. Verdaderamente para
que quedarse allí. No podía tener más hijos “puta y estéril, que paradoja” y
como no amaba a su marido, más bien todo lo contrario, la permanencia en la
Casa no tenía sentido. Además no manejaban dinero. Para todo dependían de ella.
Los dos. Ella y el calzonazos de su hijo. Y como no estaba dispuesta a abrir el
grifo…pues eso, estaba mejor en otra parte.
__Ponte a trabajar para variar o que te
mantenga tu amante ahora que ha ascendido en el escalafón.
__No necesito nada suyo.
__ ¿De quién, de mi o de él?
__De ninguno de los dos. Además no le
consiento que me insulta del modo que lo hace. No soy ninguna puta.
__Eso solamente lo dices tú. Todo el que te
conoce opina lo contrario. No obstante, celebro que tengas tan buena opinión de
ti misma, querida.
__ ¡Basta! ¡Basta ya por Dios!__ suplicó el
marquesito__ Madre respeta nuestro dolor, aunque tú no quisieras a la niña.
__Esa bastarda…
__ ¡Madre!
__Ella la mandó matar. Estoy convencida.
Ella ordenó a alguno de los criados matar a la niña.
__No digas tonterías Ana María. Mamá no es
un monstruo. No empeores las cosas.
__Incluso pudo hacer venir un sicario.
__ ¡Ana María!
__Haré como que no he escuchado nada.
Comprendo que estés enajenada, querida. Sin embargo tú Pedro, no comprendo por
qué ese dolor ¡si no era tuya!
__ ¡Madre! Veo que no tienes misericordia__
sollozó el marqués levantándose de la mesa.
__Me iré de esta puta casa, señora, pero le
juro por la memoria de mi pobre hija que demostraré que usted la mandó matar y
conseguiré que le den lo que se merece.
__ ¿Quién te va a ayudar tu amigo el
verdadero padre?
La pregunta se quedó sin responder, aunque
para Sofía de la Sierra, la respuesta estaba clara como el agua clara, no era
necesario que su nuera se molestara en descifrar el futuro próximo, cosa que,
obviamente, no iba a suceder porque su nuera había abandonado el comedor dando
un sonoro portazo.
__ ¡Puta!
Continuará...
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