Capitulo VII
Hablaron con Juan, que no sólo no quiso
colaborar, sino que continuaba negando la existencia del pueblo a macha
martillo.
__Pero,
si lo has vivido, tío__ argumentaba Pedro, sin poder creerse la obstinación en
la negativa.
__Tú
no sabes lo que he vivido o dejado de vivir. Así que métete en tus cosas. Te lo
advierto Ana, no estoy dispuesto a secundarte, ni se te ocurra mencionarme. Ni
me nombres. Como aparezca mi nombre en un programa de televisión de este
calibre, te demando por difamación, por atentar contra mi intimidad o por lo
que sea. Te lo advierto, no lo tomes a broma.
__A
ti es imposible tomarte a broma. Eres la seriedad con patas.
__¿Quieres
que te diga lo que pienso? Ahora que he visto a esta gente por aquí, pienso que
todo fue un montaje para engañar a personas crédulas como tú. Fue pura
escenografía. Una representación para montar un puto programa basura y lograr
audiencia o quizá con peores fines. Me largo de aquí. Te lo repito. Ni mu de mí.
__Vete
a la mierda.
__Vete
tú, el puto pueblo y este periodista de pega de programas paranormales.
__Oiga,
oiga, no se ponga faltón.
__Debería
darle vergüenza embaucar así a la gente__ gritaba Juan, mientras Ana lo
empujaba fuera de la habitación.
__Hala,
lárgate y que te vaya bien.
Ana
y Pedro se miraron y se encogieron de hombros. Al periodista le costaba creer que Juan negara lo
evidente con tanta obstinación. Pero bueno, así son algunas personas; se
engañan a sí mismos y viven más tranquilos. Había acordado con la emisora
entrar esa noche en directo con los testigos que había contactado antes de
aparecer Ana. Ahora con el testimonio
de ella todo sería más espectacular. En el estudio tenían preparadas las
estadísticas de las muertes y de los avistamientos del ser alado. Pedro haría
una pequeña exposición para situar el tema y luego entrarían los testigos. Ana
sería la última en intervenir. Su testimonio iba a ser demoledor.
Sobre
las ocho recogieron sus cosas y se fueron. La unidad móvil estaba abajo, en el
valle. Habían decidido emitir desde allí, porque les ofrecía más garantías de
seguridad. Llegar hasta la ciudad y hacerlo desde el estudio central no era posible, no
tenían tiempo.
Ana llamó por teléfono a Juan y le puso al
corriente. Los periodistas la acompañarían hasta casa esa misma noche después
de la emisión. No querían quedarse ni un minuto más en la montaña, les parecía
peligroso y no por la mariposa, precisamente.
__Así
que te dejo el coche, no hace falta que viajes en autobús.
__Haz
lo que te dé la gana, yo me voy mañana temprano. Recuerda lo que te dije: No me
menciones.
Ana
le colgó, recogió sus cosas y se marchó con ellos hacia el valle.
Pedro había pensado en principio hacer el
programa con público desde la iglesia de su amigo el párroco. El periodista le
explicó a Ana que había estado un tiempo en el seminario, de ahí conocía a
Ignacio. Pero luego con el cariz de los acontecimientos, las muertes de ayer y
la aparición de nuevo del pueblo, decidió que era mejor no llamar demasiado la
atención. Por eso iban a emitir desde un pequeño saloncito de la rectoral, sólo ellos y los
testigos.
Juan cenó algo en el comedor y subió a la
habitación. No tenía ganas de hablar con nadie. Tampoco tenía sueño. Conectó el
televisor. ¿En cuál canal emitirían estos farsantes? A las once hizo un zapping
hasta que los encontró. Precisamente ya estaba hablando el tal Pedro. Junto a
él a su derecha estaba Ana y del otro lado había otros dos “testigos”, que
habían visto la mariposa.
Pedro León iba relatando la historia de la
mujer convertida en mariposa por un ser alado africano…
__¿Cómo
es posible que tengan audiencia y que la gente se crea estas cosas? El estaba
convencido que los sucesos de la noche anterior habían sido meras alucinaciones
o una tomadura de pelo en toda regla. Estos de la tele ponen y quitan decorados
y montan una farsa en un santiamén. Su mente era muy racional, no como la de
Ana, que parecía haber encontrado en ese payaso de la tele, su alma gemela.
Se
sentó cuando Ana comenzó a relatar su historia. Dijo que iba sola en el coche y
que se había perdido por la montaña debido a la niebla. En el momento en el que
iba a relatar la visión del hombre-mujer de la primera casa, la imagen comenzó a oscilar, mientras
que en vez de la voz de Ana, se escuchaba un sonido ensordecedor, como un
terremoto.
__Pero
que pasa__ Juan se levanto y miró por la ventana. Todo estaba tranquilo y el
hotel no se movía, no podía ser un movimiento sísmico.
__Pedro,
algo ocurre__ dijo el de sonido__, no estamos emitiendo. Dice Luis que hay
algo sobre la unidad móvil.
Ignacio
ya había salido a la calle. Se dio la vuelta horrorizado y se tropezó de bruces
con Pedro que salía.
__Es
ella, la mariposa. Está destrozando la furgoneta.
__Gloria,
Gloria, ven a filmar esto. ¡Corre, coño, date prisa!
Cuando
Juan volvió a mirar a la
pantalla, la emisión desde el valle se había cortado, y un sorprendido presentador
trataba de explicar lo ocurrido, mirando indeciso a la cámara, mientras se
llevaba la mano derecha al pinganillo y con la izquierda hacía un gesto como de
espera a los espectadores.
Gloria
adelantó a Pedro, al que
Ana estaba tratando de sujetar.
__No
vayas, no debes mirarla. Entra, por favor.
La
mujer de la cámara, con mucho valor, se acercó a la furgoneta para poder filmar
lo que pasaba; cuando se detuvo, un ser alado enorme saltó desde el techo del
vehiculo, que estaba a punto de hundirse por completo. La mariposa se plantó en
el suelo a pocos metros de la mujer, que aunque hizo un amago de salir
corriendo, el pundonor profesional o el terror, cualquiera sabe, la obligaron a
permanecer clavada en el sitio mientras la cámara recogía en primerísimo plano
el rostro de lo que parecía una mujer con las facciones contorneadas de negro,
cuyos ojos rojos como brasas ígneas intentaban traspasar el cuerpo de aquel ser
que la miraba impasible y aterrorizado a sólo unos metros. Tras un momento que pareció
un siglo la mariposa se elevó en vertical, desplegó una alas enormes y
redondeadas y desapreció en la noche. Un alarido resonó en el valle y rebotó
como una pelota en cada cumbre multiplicándose, mientras una brisa gélida hizo
temblar de frío a la mujer de la cámara antes de caer desplomada. Pedro, que
había visto la escena desde el umbral de la puerta agarrado por Ana, no tuvo
tiempo de llegar para sujetarla y la chica se abrió una brecha en la cabeza que
necesito muchos puntos de sutura.
Alrededor
de la unidad de televisión se había organizado un pequeño tumulto, cuando la
gente del bar observó los sucesos por el televisor, igual que Juan en el hotel.
Sin embargo nadie vio a la mariposa. Toda había sido muy rápido.
__Pero
¿habrán oído el grito, no?__ preguntaba Ana.
__Ese
mismo alarido lo hemos escuchado antes, señorita, es algo bastante normal aquí.
__No
importa. Todo el país lo habrá visto, por fin la hemos pillado en directo__ exclamó
un Pedro eufórico abrazando a Ana__ La hemos filmado. El mundo entero la verá.
Bastante
desconcertados aun por lo sucedido, se fueron en el coche de Pedro al centro de
salud. Un vecino les precedía en el suyo para mostrarles el camino. Desde allí
trasladaron a Gloria en ambulancia al hospital. Tenía una brecha importante en
la cabeza, además de huesos rotos en la rodilla.
Pedro llamó desde el centro a la cadena.
Los móviles no tenían cobertura en el valle. Allí le detallaron lo ocurrido. No
se había visto nada de nada.
__No
preocuparse, está grabado. Ahora nos vamos con Gloria al hospital y después os
llevaré la grabación. Esta vez la tenemos, además está la testigo y Gloria que
la ha visto y filmado. Esta vez, si…
Al
colgar Pedro parecía súbitamente preocupado.
__ Luis ¿tienes tú la cámara?
__Yo
no, pensé que tú la habías recogido.
__Ay,
la hostia, a ver si la hemos perdido.
__Perdido
no, quizá la dejamos en el bar, cuando….
__Yo
no la recogí, tu tampoco ni mucho menos Gloria…ay Dios. Me cago en la puta.
Vete con ellas al hospital. Yo regreso al pueblo. Ya nos veremos.
En
el pueblo se tropezó con Juan y le puso al corriente de lo sucedido. Fueron al
bar preguntar por la cámara.
__Tranquilo__
le dijo el dueño sonriente__ La recogió uno de sus amigos del coche negro.
__¿Que
coche negro?
__El
que llegó detrás de ustedes y se estacionó un poco más abajo. Creí que eran del
equipo.
Pedro
salió corriendo a la calle. Obviamente no había ningún coche negro por ninguna parte.
Se desahogó blasfemando y dando patadas contra la maltrecha unidad hasta que se
cansó.
__Ni
ha salido al aire ni tenemos la grabación. Debí figurarme que podían seguirnos.
Bueno, de hecho me lo figuré, pero estaba tan entusiasmado con la aparición,
que lo olvidé por completo. ¡Mierda! Joder que asco de vida.
__Me gustaría ir al hospital a recoger a Ana.
__Le
llevaré.
__Iré
en mi coche, si no le importa.
__Bueno,
si la cámara no aparece tenemos el testimonio de Gloria y el de Ana__ dijo
Pedro, hablando solo__ De todos modos voy al cuartel a denunciar el robo….
Continuará…
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